El misterio de los cortijos de Sabino Arana (I)
Soy hijo de andaluces nacido en Bilbao. Mis padres son de un pueblo de la provincia de Sevilla, pero que está a pocos kilómetros de la frontera con Córdoba y Málaga. Por tanto, del centro mismo de Andalucía. Un pueblo eminentemente agrícola, donde la producción mayoritaria es el olivo y el cereal. Mis padres vinieron al País Vasco en 1959, aunque mi padre había llegado ya antes, de soltero, en 1956. Pero siempre, por vacaciones de verano, volvían a su pueblo. De modo que he pasado todas las vacaciones de mi infancia y primera juventud en el pueblo de mis padres. O sea que sé muy bien lo que es un cortijo. Del mismo modo que lo sabrán todos aquellos –que son muchos– que vivan en el País Vasco o en Navarra y que pasen las vacaciones en el sur de España, en Andalucía, Extremadura o incluso en Castilla la Mancha.
Así que mi sorpresa fue mayúscula cuando, consultando el Tratado etimológico de los apellidos euzkéricos (edición de 1930) de Sabino Arana, ya citado aquí, me encontré con que el apellido Corta o, en su versión eusquérica, Korta, aparecía ahí traducido, en la mayoría de ocasiones, en lugar de por su significación habitual –cuadra–, como “cortijo” y así con todos sus derivados. Pensé que podría ser que en la época en que fue escrito dicho tratado –año 1895–, cortijo fuera utilizado con otro sentido distinto al que todos entendemos, pero lo cierto es que no encontré por ningún lado nada que me hiciera pensar algo así. De hecho, en la revista cultural de referencia de la época, la Euskal-Erria de San Sebastián, en su tomo XXXIX de 1898, aparece un artículo titulado “El caserío” que dice, refiriéndose a esta última construcción: “Es el rasgo peculiarísimo, la nota saliente del nobilísimo suelo bascongado. No es la casita de campo de Castilla, no es la choza de los pastores de Galicia y Asturias, no es la cabaña del labrador de la Mancha, no es el cortijo de Andalucía”. O en la misma revista, en su tomo XLVI del año 1902, encontramos otro artículo que remacha la misma visión anterior, titulado “El casero y el cortijero”, que arranca así: “Aquí es casería lo que en Andalucía es cortijo. Aquí es casero el que allí es cortijero. ¡Qué contrastes en la naturaleza, en las costumbres y en la vida de ambos pueblos!”. Si la vivienda típica vascongada es el caserío o baserri y el cortijo no existe en tierra vasca, ¿por qué razón Sabino Arana le daba el significado de “cortijo” al apellido Corta o Korta y a todos sus derivados, todos ellos tan ranciamente vascongados como los que estaba considerando en su obra?
Pensé que a lo mejor tenía que ver con los propios significados de “corta” o “korta”. Y así me dirigí al Diccionario General Vasco (Orotariko Euskal Hiztegia) donde se explica que “korta” es establo, corral, cuadra, caballeriza. Los otros dos diccionarios usuales del eusquera, el 5000 hiztegia y el Elhuyar hiztegia, recogen esa misma definición, con las variantes, añadidas por el segundo de los dos, de majada, aprisco, sel y también pocilga. Pero la pista nos la da el mismo Diccionario General Vasco, que añade otra definición, equiparando “korta” con “gorta” y dándole a este último término, efectivamente, el significado de “cortijo”, para lo cual se remite nada menos que al Suplemento del 2º volumen del Diccionario Trilingüe del castellano, bascuence y latin, que es un famoso diccionario de finales del siglo XVIII cuyo autor es Manuel de Larramendi.
Aquí estaba la pista. No obstante, este Diccionario Trilingüe de Larramendi, en su cuerpo principal de texto, recoge la entrada “cortijo” de la que da su equivalente vasco, “casería”, y la traducción al eusquera como “baserria”. Pero lo curioso es que Sabino Arana obvia esta definición principal y se fija solo en el Suplemento, donde se dice que “gorta” es cortijo. El Orotariko Euskal Hiztegia dice que “korta” es un término documentado en la tradición literaria vizcaína desde principios del siglo XIX. A lo mejor de ahí viene la explicación, ya que el Diccionario Trilingüe de Larramendi es anterior, de 1745. Y quizás sea por eso que Larramendi no recoge la entrada “cuadra” y sí, en cambio, “cortijo” como hemos visto. Pero, en cualquier caso, también sorprende que Sabino Arana tome tan en consideración a Larramendi, cuando en su primer periódico –Bizkaitarra–, coincidente por fechas con la publicación de su Tratado etimológico de apellidos euzkéricos, no tiene muy buena opinión del autor del Diccionario Trilingüe, como tampoco la tiene de ningún intelectual vasco del siglo XIX, a excepción del carlista Arístides de Artiñano. A Larramendi se refiere en Bizkaitarra como “el osado Larramendi”. Y más adelante dice de él que es “el tratadista que, no contento con hacer Euskera de todo el castellano [así es como se expresa Arana], quiso importar hasta las notas derivativas, que habrían traído la corrupción a lo más interno de nuestra lengua, si los euskerálogos posteriores, que no anduvieron tan lejos como él de nacer para lingüistas, no hubiesen atajado la espantosa endósmosis. Todavía hoy, no quieren todos comprender esta verdad: que Larramendi es el primer euskerálogo, considerado cronológicamente; pero, científicamente juzgado, es uno de los últimos” (citado por Obras Completas de Sabino Arana Goiri, tomo I, p. 217).
Lo que no se entiende, entonces, es por qué, a pesar de la opinión tan negativa que tiene sobre Larramendi, Sabino Arana le sigue en este punto y traduce, en su obra más importante sobre apellidos vascos, “corta” o “korta” por “cortijo” una y otra vez, construcción que, como es sabido, no tiene nada que ver con el paisaje vasco. Otra cuestión a tener en cuenta es que el significado más común y corriente de “corta” o “korta”, que ya hemos dicho que es cuadra (o también establo, corral o incluso pocilga, es decir, una edificación o recinto para el recogimiento de animales de granja), también consta como apellido vasco según el Nomenclátor de Euskaltzaindia.
Cuadra parece ser un apellido originario de las Encartaciones y luego extendido por toda España. Lo citamos por primera vez en el artículo “Franco/Franku” de esta serie. Cuadra como apellido lo portan 2.772 personas como primer apellido y 2.809 como segundo. Está repartido por 41 provincias españolas y también en Ceuta. Donde más Cuadras hay es en Barcelona, Madrid, Málaga, Córdoba y Almería, por este orden. En el País Vasco y Navarra hay 299 personas apellidadas Cuadra de primero y 310 de segundo. Como vemos, muchas menos que en el resto de España. Recordemos que hubo un representante por Navarra de Herri Batasuna en el Congreso, llamado Sabino Cuadra, en la legislatura de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, entre 2011 y 2015. Con lo extremista que era el personaje, no se puso Kuadra de apellido, aunque Euskaltzaindia dice que esa es la forma ortodoxa de escribir Cuadra en eusquera. El caso es que no hay nadie que se apellide Kuadra, según el Padrón de 2020 (o, si los hay, no llegan a 5 en toda España, por el límite de confidencialidad del Padrón, que ya hemos comentado en artículos anteriores).
Pero volviendo a nuestra cuestión, ¿por qué razón Sabino Arana recurre al cortijo, algo tan exótico en tierras vascas, tan propio del sur de España, de Andalucía, de Extremadura, como mucho de Castilla-La Mancha, pero nunca del País Vasco ni de Navarra, para explicar la etimología del apellido Corta o Korta? Es un verdadero misterio y por eso lo traemos aquí.
(Continuará)
Soy hijo de andaluces nacido en Bilbao. Mis padres son de un pueblo de la provincia de Sevilla, pero que está a pocos kilómetros de la frontera con Córdoba y Málaga. Por tanto, del centro mismo de Andalucía. Un pueblo eminentemente agrícola, donde la producción mayoritaria es el olivo y el cereal. Mis padres vinieron al País Vasco en 1959, aunque mi padre había llegado ya antes, de soltero, en 1956. Pero siempre, por vacaciones de verano, volvían a su pueblo. De modo que he pasado todas las vacaciones de mi infancia y primera juventud en el pueblo de mis padres. O sea que sé muy bien lo que es un cortijo. Del mismo modo que lo sabrán todos aquellos –que son muchos– que vivan en el País Vasco o en Navarra y que pasen las vacaciones en el sur de España, en Andalucía, Extremadura o incluso en Castilla la Mancha.
Así que mi sorpresa fue mayúscula cuando, consultando el Tratado etimológico de los apellidos euzkéricos (edición de 1930) de Sabino Arana, ya citado aquí, me encontré con que el apellido Corta o, en su versión eusquérica, Korta, aparecía ahí traducido, en la mayoría de ocasiones, en lugar de por su significación habitual –cuadra–, como “cortijo” y así con todos sus derivados. Pensé que podría ser que en la época en que fue escrito dicho tratado –año 1895–, cortijo fuera utilizado con otro sentido distinto al que todos entendemos, pero lo cierto es que no encontré por ningún lado nada que me hiciera pensar algo así. De hecho, en la revista cultural de referencia de la época, la Euskal-Erria de San Sebastián, en su tomo XXXIX de 1898, aparece un artículo titulado “El caserío” que dice, refiriéndose a esta última construcción: “Es el rasgo peculiarísimo, la nota saliente del nobilísimo suelo bascongado. No es la casita de campo de Castilla, no es la choza de los pastores de Galicia y Asturias, no es la cabaña del labrador de la Mancha, no es el cortijo de Andalucía”. O en la misma revista, en su tomo XLVI del año 1902, encontramos otro artículo que remacha la misma visión anterior, titulado “El casero y el cortijero”, que arranca así: “Aquí es casería lo que en Andalucía es cortijo. Aquí es casero el que allí es cortijero. ¡Qué contrastes en la naturaleza, en las costumbres y en la vida de ambos pueblos!”. Si la vivienda típica vascongada es el caserío o baserri y el cortijo no existe en tierra vasca, ¿por qué razón Sabino Arana le daba el significado de “cortijo” al apellido Corta o Korta y a todos sus derivados, todos ellos tan ranciamente vascongados como los que estaba considerando en su obra?
Pensé que a lo mejor tenía que ver con los propios significados de “corta” o “korta”. Y así me dirigí al Diccionario General Vasco (Orotariko Euskal Hiztegia) donde se explica que “korta” es establo, corral, cuadra, caballeriza. Los otros dos diccionarios usuales del eusquera, el 5000 hiztegia y el Elhuyar hiztegia, recogen esa misma definición, con las variantes, añadidas por el segundo de los dos, de majada, aprisco, sel y también pocilga. Pero la pista nos la da el mismo Diccionario General Vasco, que añade otra definición, equiparando “korta” con “gorta” y dándole a este último término, efectivamente, el significado de “cortijo”, para lo cual se remite nada menos que al Suplemento del 2º volumen del Diccionario Trilingüe del castellano, bascuence y latin, que es un famoso diccionario de finales del siglo XVIII cuyo autor es Manuel de Larramendi.
Aquí estaba la pista. No obstante, este Diccionario Trilingüe de Larramendi, en su cuerpo principal de texto, recoge la entrada “cortijo” de la que da su equivalente vasco, “casería”, y la traducción al eusquera como “baserria”. Pero lo curioso es que Sabino Arana obvia esta definición principal y se fija solo en el Suplemento, donde se dice que “gorta” es cortijo. El Orotariko Euskal Hiztegia dice que “korta” es un término documentado en la tradición literaria vizcaína desde principios del siglo XIX. A lo mejor de ahí viene la explicación, ya que el Diccionario Trilingüe de Larramendi es anterior, de 1745. Y quizás sea por eso que Larramendi no recoge la entrada “cuadra” y sí, en cambio, “cortijo” como hemos visto. Pero, en cualquier caso, también sorprende que Sabino Arana tome tan en consideración a Larramendi, cuando en su primer periódico –Bizkaitarra–, coincidente por fechas con la publicación de su Tratado etimológico de apellidos euzkéricos, no tiene muy buena opinión del autor del Diccionario Trilingüe, como tampoco la tiene de ningún intelectual vasco del siglo XIX, a excepción del carlista Arístides de Artiñano. A Larramendi se refiere en Bizkaitarra como “el osado Larramendi”. Y más adelante dice de él que es “el tratadista que, no contento con hacer Euskera de todo el castellano [así es como se expresa Arana], quiso importar hasta las notas derivativas, que habrían traído la corrupción a lo más interno de nuestra lengua, si los euskerálogos posteriores, que no anduvieron tan lejos como él de nacer para lingüistas, no hubiesen atajado la espantosa endósmosis. Todavía hoy, no quieren todos comprender esta verdad: que Larramendi es el primer euskerálogo, considerado cronológicamente; pero, científicamente juzgado, es uno de los últimos” (citado por Obras Completas de Sabino Arana Goiri, tomo I, p. 217).
Lo que no se entiende, entonces, es por qué, a pesar de la opinión tan negativa que tiene sobre Larramendi, Sabino Arana le sigue en este punto y traduce, en su obra más importante sobre apellidos vascos, “corta” o “korta” por “cortijo” una y otra vez, construcción que, como es sabido, no tiene nada que ver con el paisaje vasco. Otra cuestión a tener en cuenta es que el significado más común y corriente de “corta” o “korta”, que ya hemos dicho que es cuadra (o también establo, corral o incluso pocilga, es decir, una edificación o recinto para el recogimiento de animales de granja), también consta como apellido vasco según el Nomenclátor de Euskaltzaindia.
Cuadra parece ser un apellido originario de las Encartaciones y luego extendido por toda España. Lo citamos por primera vez en el artículo “Franco/Franku” de esta serie. Cuadra como apellido lo portan 2.772 personas como primer apellido y 2.809 como segundo. Está repartido por 41 provincias españolas y también en Ceuta. Donde más Cuadras hay es en Barcelona, Madrid, Málaga, Córdoba y Almería, por este orden. En el País Vasco y Navarra hay 299 personas apellidadas Cuadra de primero y 310 de segundo. Como vemos, muchas menos que en el resto de España. Recordemos que hubo un representante por Navarra de Herri Batasuna en el Congreso, llamado Sabino Cuadra, en la legislatura de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, entre 2011 y 2015. Con lo extremista que era el personaje, no se puso Kuadra de apellido, aunque Euskaltzaindia dice que esa es la forma ortodoxa de escribir Cuadra en eusquera. El caso es que no hay nadie que se apellide Kuadra, según el Padrón de 2020 (o, si los hay, no llegan a 5 en toda España, por el límite de confidencialidad del Padrón, que ya hemos comentado en artículos anteriores).
Pero volviendo a nuestra cuestión, ¿por qué razón Sabino Arana recurre al cortijo, algo tan exótico en tierras vascas, tan propio del sur de España, de Andalucía, de Extremadura, como mucho de Castilla-La Mancha, pero nunca del País Vasco ni de Navarra, para explicar la etimología del apellido Corta o Korta? Es un verdadero misterio y por eso lo traemos aquí.
(Continuará)