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Pedro Chacón
Domingo, 05 de Diciembre de 2021 Tiempo de lectura:

Daoiz y Velarde

Son los primeros apellidos de los dos héroes por antonomasia del 2 de mayo de 1808. Pero que ambos apellidos eusquéricos no aparezcan en el Nomenclátor de apellidos vascos de Euskaltzaindia, ¿por qué nos iba a extrañar a estas alturas?

 

Cuando hay tantos que no están y hay tantos que sí y no debieran. Daoiz es sin duda derivado de Aoiz, como Duarte lo es de Huarte, por la simple interposición de la preposición “de” por delante.

 

Aoiz sí consta en el Nomenclátor, como típico apellido navarro, con topónimo asociado y todo: Aoiz, villa de la merindad de Sangüesa, hoy llamada oficialmente Agoitz, cuando resulta que en el Nomenclátor la forma eusquérica de este apellido es Aoitz. Este apellido lo conocimos en quien fuera portavoz de Herri Batasuna y hoy dedicado más a su fundación cultural, Floren Aoiz, autor de un libro donde se explica una visión de la historia de Euskal Herria basándola en la historia de Navarra, titulado La vieja herida, con todos los tópicos conocidos sobre una nación vasca oprimida secularmente por sus vecinos estados español y francés.

 

Velarde, por su parte, cuenta con apellidos eusquéricos muy próximos y similares, tales como Belarte o Belarda, ambos recogidos por el Nomenclátor y asociados a “belar”, que significa hierba en eusquera, de cuya familia genealógica el más conocido actualmente es Belarra, por la actual ministra de Derechos Sociales, del gabinete de Pedro Sánchez, la navarra Jone Belarra, también secretaria general de Unidas Podemos en sustitución de su fundador Pablo Iglesias. Tanto Daoiz como Velarde aparecen recogidos por dos de los diccionarios de apellidos que más manejamos, el Querexeta y el Oyhamburu, no así por el Solar vasco-navarro, de los hermanos García Carraffa.

 

¿Pero por qué Daoiz y Velarde no aparecen en el Nomenclátor de Euskaltzaindia de apellidos vascos? ¿Será porque a todos –y en particular a quienes elaboraron el Nomenclátor– nos recuerdan a los héroes de la Guerra de la Independencia que dieron su vida por España ante la invasión napoleónica un 2 de mayo de 1808 en las calles de Madrid, intentando organizar la defensa contra la entonces formidable maquinaria de guerra francesa, y eso denotaría demasiado españolismo como para considerarlos vascos? No creo que el sectarismo llegue a tanto, pero no porque no se sea capaz de semejantes discriminaciones desde ese ámbito, sino porque el sectarismo es también, sobre todo, ignorante y descuidado.

 

Vamos a recordar brevemente aquí el episodio de historia militar que subyace a estos dos personajes y que explica el momento de su fallecimiento. Hay un tercer personaje histórico, que también se suele citar junto con Daoiz y Velarde, aunque con menos intensidad que a estos. Nos referimos al teniente Ruiz, cuyo nombre era Jacinto. ¿Y a que no adivinan cuál era su segundo apellido? Pues pásmense, era Mendoza. En el relato que ahora reproducimos también aparece la muerte del teniente Ruiz, puesto que, como decimos, compartió el momento histórico con los dos que titulan este artículo. Nuestra fuente es el trabajo titulado “El Parque de Artillería de Monteleón: 1808, historia y conflicto”, firmado por Jonathan Jacobo Bar Shuali de la Universidad Complutense de Madrid, publicado recientemente en una revista de historia militar que acaba de salir al mercado, titulada L’Aigle: Revista de Historia Napoleónica (concretamente en su Volumen I, año 2021, pp. 69-91, la cita en las pp. 82-83).

 

Todo empezó con la certeza por parte del pueblo de Madrid de que el emperador se disponía a llevarse a Francia a los últimos miembros que quedaban aquí de la familia real, después de haber dispuesto la salida de Carlos IV, su mujer la reina María Luisa y sus hijos, Fernando, que ya era rey de España desde el motín de Aranjuez de marzo de ese año, y su hermano, el príncipe Carlos María Isidro, triste promotor luego de las denominadas guerras carlistas. Aquello fue la gota que colmó el vaso de la indignación popular. Lo cual provocó el alzamiento conocido como “el dos de mayo”. Nos centramos en lo que ocurrió en torno al Parque de Artillería de Monteleón:

 

“Comenzó así el ataque a Monteleón. Las tropas del Emperador avanzaron por San Bernardo hacia San José, mientras pequeños grupos de tiradores abrían fuego desde las calles frontales. Cerca de la iglesia mencionada más arriba [se refiere a la Iglesia de las Maravillas], la madre priora Teresa Jesús auxiliaba a los infantes galos, el edificio se convirtió en un hospital de campaña bajo el fuego de los sitiados. En aquellos momentos los españoles no disponían de metralla, el teniente Ruiz se asomó a las puertas de Monteleón y fue herido mortalmente, y ya inconsciente por la sangre derramada fue puesto a resguardo en el interior del parque. Llegó el momento de los bravos westfalianos. El Primer Batallón de Infantería Ligera de Westfalia avanzó por San Bernardo y San José, gozaban de la ventaja de un enemigo sin metralla en su poder. Sin embargo, el fallido ataque de sus fornidos “sapeurs” y la moral tocada por los constantes cañonazos les hicieron retroceder. Tras esto, el general Musnier (al cargo de los germanos) mandó atacar al príncipe Isembourg con miembros de los regimientos de línea 61º, 88º, 96º y 100º en coordinación con los alemanes (más de 2.000 hombres). Este ataque fue repelido e igualmente un tercero. Tras este último, apareció frente a las puertas del reducto el capitán de los Voluntarios del Estado, Melchor Álvarez, ante él se presentó Velarde. Con el pañuelo blanco de Álvarez asistieron así mismo Montholon y unos suboficiales. Para mostrar su buena fe, el Ejército imperial ordenó posicionar sus mosquetes boca abajo a la “funerala”, pero el despiste de un artillero, o la rabia ante el invasor, prendió la mecha de uno de los cañones haciendo retroceder a los enemigos y cayendo el propio Montholon prisionero del Parque de Artillería. Sobre las 12:00 la brigada mandada por el general Lefranc se dirigió bajo órdenes del Estado Mayor a la plaza de Santo Domingo, pero en su camino se vieron bloqueados por los combates contra los artilleros. Así, miembros de los regimientos de línea 27º, 39º, 64º, 70º, 94º, 95º, 103º, y 111º, que conformaban los regimientos provisionales 5º y 6º (4.016 hombres), atacaron desesperados los muros del recinto.

 

Arremetieron hasta en tres ocasiones con las unidades dirigidas por el general Lagrange que, desde la colina de San Vicente, había sido mandado por el duque de Berg para resolver de inmediato tal bochorno. Frente a estos hombres este hábil oficial francés marchó desde San Bernardo hacia el portal de Monteleón. En dicho avance el marqués de San Simón (1743-1819) se interpuso entre los imperiales y los artilleros de la puerta, Lagrange mandó un alto el fuego, pero no fue escuchado a tiempo y uno de los disparos terminó con la vida de Velarde. Al contrario de lo que se cree, el general imperial ofreció a Daoiz la posibilidad de rendirse. En ningún caso hubo ofensa o malas “palabras” y el propio Arango lo atestiguó. Durante el parlamento Daoiz, seguramente repleto de ira, arremetió contra el francés y fue solo en ese momento cuando los hombres de Lagrange ensartaron sus bayonetas en el héroe local. Según Tamarit la jornada en el Parque de Artillería de Monteleón finalizó con 17 muertos españoles y 12 heridos. Por parte de los franceses, se indicó que pudieron haber alcanzado los 1.063 muertos y 296 heridos, además de 95 «extraviados».”

 

Después de esta deshonra para el ejército imperial francés, el día 3 de mayo tuvieron lugar los fusilamientos de represalia sobre la población madrileña.

 

¿Sería casualidad que los dos héroes del 2 de mayo tuvieran apellido eusquérico? De acuerdo, no dejó de ser una pura casualidad, pero lo cierto es que allí estaban los dos, Daoiz y Velarde, junto con el teniente Ruiz, apellidado Mendoza de segundo, que fueron las cabezas militares visibles de una sublevación eminentemente popular. A ellos se les ocurrió que había que enfrentarse a los franceses, armar al pueblo, luchar en las barricadas contra el invasor, dar su vida por la patria. ¿Lo hicieron a sabiendas de que sus apellidos eran eusquéricos?

 

Estamos totalmente seguros de que ni siquiera se les pasó semejante cuestión por la cabeza, ni en toda su vida, ni mucho menos en el momento de darla por sus ideales de independencia, porque para ellos ser y sentirse españoles debía ser lo más normal del mundo. De casta la venía al galgo, además. Los antepasados de Daoiz también habían sido militares. De uno de ellos se sabe que intervino en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, contra los musulmanes. Luis Daoiz nació en Sevilla, donde hay un monumento en su memoria. Los apellidados Daoiz no son muy abundantes. Según el Padrón del INE hay solo 63 de primer apellido y 59 de segundo en toda España. Donde más hay es en Jaén, con 35 y 20 respectivamente y unos pocos repartidos por Barcelona, Madrid, Alicante, Granada y Málaga. El teniente Ruiz, por su parte, era también de padre militar: Antonio Ruiz, subteniente de infantería.

 

En cuanto a Velarde, en toda España hay 3534 personas apellidadas así de primero y 3184 de segundo. Donde más hay es en Madrid con 713 y 668 respectivamente, y también son provincias con tres dígitos de portadores, por este orden de mayor a menor: Badajoz, Cantabria, Barcelona, Sevilla, Cádiz y Valencia. De Belarde, que sería el apellido con forma eusquérica, solo hay 11 portadores de segundo apellido en toda España, sin especificar provincia porque en ninguna pasa de 4 portadores, lo mismo que ocurre con los apellidados Belarde de primero, que no salen en el portal del INE por no llegar a 5 en total. Los Velarde en País Vasco y Navarra son 184 de primer apellido y 160 de segundo, donde más en Vizcaya seguido de Álava, con lo que resulta que en el solar de origen del apellido viven en la actualidad un 5% de los portadores del mismo en toda España, que es un caso típico de expansión de apellido vasco, cuando pasa de los mil portadores. Pedro Velarde era natural de Muriedas, en el valle cántabro de Camargo.

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