Aquel febrero que cambió la Sanidad en Vitoria
1978 en la capital alavesa. Ciudad que seguía siendo un enclave entre los llegados desde la España campesina y los vascos procedentes de la Guipúzcoa, de pequeños talleres que necesitaban espacio para crecer. Vitoria ya no era una ciudad entre clérigos y soldados, aunque tenía dos seminarios y aquel CIR en Araca. Los patricios vitorianos, con aquellos apellidos compuestos que hacían alusión a lugares en el mapa de la provincia, rendían culto a la Virgen Blanca, a la Diputación Foral y al paseo por la calle dedicada a un gallego que fue presidente del Consejo.
Eduardo Dato nació en 1856 en La Coruña. Casado con María del Carmen Barrenechea y Montegui, quien después del asesinato de su esposo sería Duquesa de Dato con Grandeza de España. Tal Ducado hoy lo ostenta María del Pilar Espinosa de los Monteros y Sanz-Tobar. Resulta muy curioso que la calle más emblemática de Vitoria esté dedicada a un gallego...
Pero tiene su propio sabor historicista en el siglo XX. La calle, no demasiado larga, se extiende desde la estación de la RENFE hasta la calle Postas, dónde mi querido amigo José Luís Añua Ajuria tiene "la universidad para conductores". El ilustre vitoriano que fue santo y seña en Unidad Alavesa dispone de un servicio al ciudadano con 90 años presente y seis emplazamientos, alguno de los cuales fue víctima del terrorismo etarra.
La calle Dato fue el centro neurálgico de aquella Vitoria que fue declarada en el Estatuto de Guernica como capital de la Comunidad Autónoma, al no poder incorporar Navarra al País Vasco, y por tanto renunciar a las ínfulas de Garaicoechea que soñaba con una Pamplona-Iruña centro de la vida política, si bien y como de costumbre en el nacionalismo colisionando con la burguesía vizcaitarra que siempre consideró a loa alaveses como aldeanos patateros y a Bilbao el santa sanctórum de la elegancia y el liberalismo que miraba hacía Inglaterra.
Pues bien, el 20 de febrero en 1978, con la UCD al mando y siendo el Primer Ministro de Sanidad un extremeño ilustre que hoy es Consejero Director General de la Asociación para el Progreso de la Dirección que cuenta con más de 3.500 empresas en España y otras 500 en fuera de nuestras fronteras. Es miembro del Patronato de la Fundación Transforma España y del Foro de la Sociedad Civil, amén de presidir el Consejo de Administración de Ezentis.
Desde su actual atalaya nos da algunos "consejos". "No hay nada más estimulador que el talento". "Hay que trabajar para vivir". Pero a buen seguro que ya no recuerda aquel día en que llegó a Vitoria y se propuso inaugurar la nueva Residencia Sanitaria que mandó construir el INP, y que era la alternativa a otra mucho más vieja sita en el barrio de Arana, ambas con la dedicación a un militar alavés que fue ejecutado con motivo de la sublevación del ejército de África y que era Ortiz de Zárate, al que también dedicaron alguna calle en la ciudad que recibía a los españolitos que con maletas de madera llegaban para trabajar en la industria de aquella Llanada Alavesa que hacía crecer y crecer la población y los barrios de una ciudad hasta entonces a la sombra de Bilbao y San Sebastián.
Sólo supieron que Vitoria ya no giraba en torna a la calle Dato cuando aquel 3 de marzo de 1976 estalla una huelga revolucionaria que produce cinco muertos y un sinfín de heridos que ingresan en la vieja Residencia de Arana. Descuben que Vitoria ha crecido y habita en Zaramaga, Sansemendi, El Pilar, Zumaquera...
Pero aun hoy, cuando han transcurrido más de cuatro décadas de aquella inauguración, me indigna la falta de memoria muy acorde con el deporte de olvidar la historia y hacerla mito, tan propio de los vascos mandarines.
Por eso quiero dar fe de quienes fueron los "padres" de aquel proyecto realizado en tan sólo seis meses desde que se hizo entrega de la obra física. Lo que ahora requiere años, un grupo de médico al servicio del sector público, hicimos realidad para que un señorito endomingado lo inaugurara dentro de la campaña de aquel nuevo partido que Martín Villa construyó con la complicidad de los últimos gobernadores civiles del franquismo. ¡No nos dieron ni las gracias! No han vuelto a recordar a quienes crearon un hospital público capaz de ser junto al magnífico Hospital de FASVA "Santiago Apóstol" -historia Foral y Camino de Compostela- la mejor oferta de servicios y camas hospitalarias de una provincia en España. Llegamos a tener más de 10 camas por cada mil habitantes.
Pero, ¿quiénes fueron aquellos médicos que tuve el honor de dirigir?. Gudelia Suarez. Alfajeme. Bautista. Aguirrezabal. Merino. Pérez Metola. Clausel. Enrique Rodríguez. Borderas. Arbues. Mérida. Ruiz de Clavijo. Azpiazu. Gomez. Díaz Caballero. Manuel Puente. Tuvimos tres cuestiones pendientes. La UCI, por la no incorporación del Jefe del Servicio que por "enchufe franquista de su suegro- tardó en incorporarse -Moreno-. La reconversión de una Unidad de Quemados -absolutamente innecesaria. La adecuación del servicio de urgencias para que funcionara con tal autonomía que ser convirtió en un hospital dentro del hospital.
Fue una inversión de 1.400 millones de aquella época. 650 camas. 160 médicos, 480 ATS, 220 auxiliares de clínica. Además de personal administrativo, oficio, celadores y funcionarios. Sin duda una empresa capaz de generar empleo estable con salarios dignos. Tampoco se nos agradeció.
Así mismo, se abrieron cuatro Centros de Salud más allá del único que se ubicaba en la calle Olaguibel. Se adecuaron los de Llodio, Amurrio y Laguardia.
Fue un salto al futuro. Además debo recordar aquellos médicos jóvenes que llegados desde Barcelona poblaron el hospital y las calles de la ciudad. Entre ellos, Abelardo de Unzueta. Entre todos hicimos la medicina hospitalaria que se practicaba en Barcelona y Madrid. De dónde procedíamos la mayoría de aquel grupo facultativo, además de Cristina López de Abechuco -Jefe de Enfermería- y José Manuel Ruiz de Ocenda- Administrador- .
Una vez más, los alaveses, recurrían a gentes procedentes de otros lugares en España para dotarse de lo mejor. Ellos ponían el dinero. Nosotros el conocimiento. Así que cuando decido dedicarme a la política tenía mi "zurrón" repleto de servicios prestados a los alaveses. Esto se lo dedico a quienes hacen de la política su único oficio y servicio.
"El ingrato, el bien escribe en agua, el mal, en piedra" Lope de Vega.
1978 en la capital alavesa. Ciudad que seguía siendo un enclave entre los llegados desde la España campesina y los vascos procedentes de la Guipúzcoa, de pequeños talleres que necesitaban espacio para crecer. Vitoria ya no era una ciudad entre clérigos y soldados, aunque tenía dos seminarios y aquel CIR en Araca. Los patricios vitorianos, con aquellos apellidos compuestos que hacían alusión a lugares en el mapa de la provincia, rendían culto a la Virgen Blanca, a la Diputación Foral y al paseo por la calle dedicada a un gallego que fue presidente del Consejo.
Eduardo Dato nació en 1856 en La Coruña. Casado con María del Carmen Barrenechea y Montegui, quien después del asesinato de su esposo sería Duquesa de Dato con Grandeza de España. Tal Ducado hoy lo ostenta María del Pilar Espinosa de los Monteros y Sanz-Tobar. Resulta muy curioso que la calle más emblemática de Vitoria esté dedicada a un gallego...
Pero tiene su propio sabor historicista en el siglo XX. La calle, no demasiado larga, se extiende desde la estación de la RENFE hasta la calle Postas, dónde mi querido amigo José Luís Añua Ajuria tiene "la universidad para conductores". El ilustre vitoriano que fue santo y seña en Unidad Alavesa dispone de un servicio al ciudadano con 90 años presente y seis emplazamientos, alguno de los cuales fue víctima del terrorismo etarra.
La calle Dato fue el centro neurálgico de aquella Vitoria que fue declarada en el Estatuto de Guernica como capital de la Comunidad Autónoma, al no poder incorporar Navarra al País Vasco, y por tanto renunciar a las ínfulas de Garaicoechea que soñaba con una Pamplona-Iruña centro de la vida política, si bien y como de costumbre en el nacionalismo colisionando con la burguesía vizcaitarra que siempre consideró a loa alaveses como aldeanos patateros y a Bilbao el santa sanctórum de la elegancia y el liberalismo que miraba hacía Inglaterra.
Pues bien, el 20 de febrero en 1978, con la UCD al mando y siendo el Primer Ministro de Sanidad un extremeño ilustre que hoy es Consejero Director General de la Asociación para el Progreso de la Dirección que cuenta con más de 3.500 empresas en España y otras 500 en fuera de nuestras fronteras. Es miembro del Patronato de la Fundación Transforma España y del Foro de la Sociedad Civil, amén de presidir el Consejo de Administración de Ezentis.
Desde su actual atalaya nos da algunos "consejos". "No hay nada más estimulador que el talento". "Hay que trabajar para vivir". Pero a buen seguro que ya no recuerda aquel día en que llegó a Vitoria y se propuso inaugurar la nueva Residencia Sanitaria que mandó construir el INP, y que era la alternativa a otra mucho más vieja sita en el barrio de Arana, ambas con la dedicación a un militar alavés que fue ejecutado con motivo de la sublevación del ejército de África y que era Ortiz de Zárate, al que también dedicaron alguna calle en la ciudad que recibía a los españolitos que con maletas de madera llegaban para trabajar en la industria de aquella Llanada Alavesa que hacía crecer y crecer la población y los barrios de una ciudad hasta entonces a la sombra de Bilbao y San Sebastián.
Sólo supieron que Vitoria ya no giraba en torna a la calle Dato cuando aquel 3 de marzo de 1976 estalla una huelga revolucionaria que produce cinco muertos y un sinfín de heridos que ingresan en la vieja Residencia de Arana. Descuben que Vitoria ha crecido y habita en Zaramaga, Sansemendi, El Pilar, Zumaquera...
Pero aun hoy, cuando han transcurrido más de cuatro décadas de aquella inauguración, me indigna la falta de memoria muy acorde con el deporte de olvidar la historia y hacerla mito, tan propio de los vascos mandarines.
Por eso quiero dar fe de quienes fueron los "padres" de aquel proyecto realizado en tan sólo seis meses desde que se hizo entrega de la obra física. Lo que ahora requiere años, un grupo de médico al servicio del sector público, hicimos realidad para que un señorito endomingado lo inaugurara dentro de la campaña de aquel nuevo partido que Martín Villa construyó con la complicidad de los últimos gobernadores civiles del franquismo. ¡No nos dieron ni las gracias! No han vuelto a recordar a quienes crearon un hospital público capaz de ser junto al magnífico Hospital de FASVA "Santiago Apóstol" -historia Foral y Camino de Compostela- la mejor oferta de servicios y camas hospitalarias de una provincia en España. Llegamos a tener más de 10 camas por cada mil habitantes.
Pero, ¿quiénes fueron aquellos médicos que tuve el honor de dirigir?. Gudelia Suarez. Alfajeme. Bautista. Aguirrezabal. Merino. Pérez Metola. Clausel. Enrique Rodríguez. Borderas. Arbues. Mérida. Ruiz de Clavijo. Azpiazu. Gomez. Díaz Caballero. Manuel Puente. Tuvimos tres cuestiones pendientes. La UCI, por la no incorporación del Jefe del Servicio que por "enchufe franquista de su suegro- tardó en incorporarse -Moreno-. La reconversión de una Unidad de Quemados -absolutamente innecesaria. La adecuación del servicio de urgencias para que funcionara con tal autonomía que ser convirtió en un hospital dentro del hospital.
Fue una inversión de 1.400 millones de aquella época. 650 camas. 160 médicos, 480 ATS, 220 auxiliares de clínica. Además de personal administrativo, oficio, celadores y funcionarios. Sin duda una empresa capaz de generar empleo estable con salarios dignos. Tampoco se nos agradeció.
Así mismo, se abrieron cuatro Centros de Salud más allá del único que se ubicaba en la calle Olaguibel. Se adecuaron los de Llodio, Amurrio y Laguardia.
Fue un salto al futuro. Además debo recordar aquellos médicos jóvenes que llegados desde Barcelona poblaron el hospital y las calles de la ciudad. Entre ellos, Abelardo de Unzueta. Entre todos hicimos la medicina hospitalaria que se practicaba en Barcelona y Madrid. De dónde procedíamos la mayoría de aquel grupo facultativo, además de Cristina López de Abechuco -Jefe de Enfermería- y José Manuel Ruiz de Ocenda- Administrador- .
Una vez más, los alaveses, recurrían a gentes procedentes de otros lugares en España para dotarse de lo mejor. Ellos ponían el dinero. Nosotros el conocimiento. Así que cuando decido dedicarme a la política tenía mi "zurrón" repleto de servicios prestados a los alaveses. Esto se lo dedico a quienes hacen de la política su único oficio y servicio.
"El ingrato, el bien escribe en agua, el mal, en piedra" Lope de Vega.