Villaro y el nacionalismo cobarde
Villaro, como Villabona, es otro apellido (y topónimo) que no entra en nuestro Diccionario Achicallende de apellidos mixtos vasco-españoles porque no tiene parte eusquérica, puesto que es Villa de Haro. A diferencia de Villabona, Villaro no consta como apellido vasco en el Nomenclátor de Euskaltzaindia. Otra incoherencia más de quienes lo elaboraron en su día. Como tampoco entran los apellidos Santurce, Portugalete, Ondárroa o Guernica, entre otros correspondientes a localidades vascas. Villaro existe como apellido en el INE, como existió el nombre de la localidad de Villaro durante 642 años, desde su fundación en 1338 hasta que a su consistorio nacionalista le dio en 1980 por quitarle ese nombre y poner Areatza en su lugar. Ni siquiera consideraron mantener el nombre castellano junto con el eusquérico. Quitaron el castellano del todo y ya está.
Estos nacionalistas cobardes se atrevieron con Villaro, que es un municipio vizcaíno en el valle de Arratia de poco más de mil habitantes y le quitaron el nombre que recuerda a la casa de Haro a la que pertenecieron hasta dieciséis señores de Vizcaya, entre los siglos XI y XIV, empezando por Íñigo López Ezquerra y terminando por María Díaz de Haro, cuyo consorte, Juan Núñez de Lara, fundó Villaro en 1338. De este linaje, Diego López de Haro y María Díaz de Haro tienen a su nombre dos de las calles principales de Bilbao, empezando por la Gran Vía, que se llama de Diego López de Haro porque fue el fundador de la villa en 1300 y cuya estatua luce majestuosa en el centro de la plaza Circular (antes plaza de España). Y María Díaz de Haro fue la última Señora de Vizcaya de la casa de Haro. Pues bien, lo que los nacionalistas no se atreven a quitar en Bilbao se atreven en un pequeño pueblo de Vizcaya, al que le usurpan el recuerdo de su fundador y su nombre mismo: Villaro, Villa de Haro. 642 años de historia tirados a la basura.
Y todo porque el fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana Goiri, consideraba que los Señores de Vizcaya eran agentes españolizadores. Y por supuesto que lo eran, pero lo mismo que el País Vasco, y Vizcaya en particular, formaba parte de la corona de Castilla y lo mismo que los Señores y los reyes de Castilla fundaron cantidad de villas en toda la tierra vasca, al tiempo que pacificaron un territorio en el que los distintos bandos de gamboínos y oñacinos saqueaban y se mataban entre sí. Y por lo mismo que Castilla abrió de par en par las puertas de los vascos en América para que allí buscaran fortuna, gloria y cargos públicos. Todo lo que los vascos han hecho de relevante en la historia universal se lo deben a su pertenencia a España. Y por eso, siglos más tarde, en los años de la Transición, tras la aprobación de la Constitución de 1978 y el Estatuto de Autonomía de 1979, y mientras la banda terrorista ETA mantenía un estado de terror con sus atentados y sus secuestros, ejecutados siempre a traición, sin dar ningún margen de defensa a sus víctimas, estos nacionalistas, que no reconocen la historia de verdad sino solo la falsa que ellos se imaginan, se dedicaron a borrar todo rastro de España en el País Vasco, como talibanes con boina derribando monumentos históricos. Y la tomaron con los pueblecitos pequeños, donde el terror hacía más efecto y donde sus mayorías absolutas les permitieron cambiar todos los nombres a placer, de la manera que les dio la gana, sin ningún sentido histórico.
Según el Padrón actual, el apellido Villaro tiene en toda España 379 portadores de primer apellido y 349 de segundo. Donde más portadores tiene es en Barcelona, aunque no llegan a la mitad del total, seguida de Lérida y La Rioja. Está presente en un total de 12 provincias españolas. Pero en las provincias vascas y en Navarra solo viven una décima parte del total de apellidados Villaro.
En 1980 la corporación municipal, con el dictamen de Euskaltzaindia en la mano, decidió cambiar el nombre de la localidad de Villaro por Areatza y así llevamos más de cuarenta años con ese nombre que vino a desplazar al originario. Tiempo le queda a Areatza para alcanzar la cifra de años que estuvo Villaro vigente. Pero estamos seguros de que, mucho antes de que eso ocurra, Villaro volverá a llamarse como siempre se llamó desde su misma fundación. Como también se revertirá el destrozo que las Juntas Generales con mayoría nacionalista, y mientras la gente se preocupaba de preparar las Navidades, hicieron un 15 de diciembre de 1986, cuando le quitaron el título de Señorío a Vizcaya, que lo ostentaba desde el legendario 888 y la batalla de Arrigorriaga. Más de once siglos de historia tirados a la basura. Para que luego digan que los nacionalistas respetan la historia o que el nacionalismo tiene su razón de ser en la historia.
Ya sabemos por qué quitaron el nombre de Villaro a la villa. Pero ahora vamos a ver por qué le pusieron Areatza. Resulta que, según Euskaltzaindia, “Areatza es efectivamente el topónimo euskérico original donde se fundó la villa enclavada en la Merindad de Arratia, como se desprende de la carta fundacional de 15 de Agosto de 1338: «todo el término que dicen desde San Bartolomé hasta la tejera de Arenaza en los campos de Aquinitene». Que por la norma general en la toponomástica euskérica se produce la pérdida de la -n- intervocálica y Arenaza pasa a ser Areatza.”
¿Areatza topónimo eusquérico original? Pero si la propia escritura de fundación dice que era Arenaza y que es por aplicación de “la norma general de la toponomástica euskérica” que pierde la “n”. Lo que ocurre es que el Arenaza original les debió de parecer demasiado castellano. Y eso que Arenaza está en el Nomenclátor de Euskaltzaindia como apellido vasco, pero nosotros a este sí lo consideraremos apellido mixto vasco-español, porque está formado por el “arena” castellano y el sufijo eusquérico –za, que denota abundancia. En el Nomenclátor proponen Arenatza, y no Areatza, como la forma eusquérica del apellido Arenaza. ¿Por qué en el caso del apellido no se pierde la “n” y en el caso del topónimo sí? También hay un apellido Areaza en el Nomenclátor y en este caso la forma eusquérica propuesta sí es Areatza.
Por supuesto que ni Arenatza ni Areatza tienen portadores, como grafías nuevas de apellidos que son. Areaza tampoco, aunque sí debió existir como apellido, pero, como otros muchos apellidos vascos, se ha quedado en fósil, es decir no tiene portadores (ver el artículo de esta serie “Los «Vacelar» vascos”). Arenaza en cambio sí tiene, lo que denota su hondura histórica y también su presencia actual. Arenaza tiene casi el doble de portadores que Villaro, en concreto 636 de primer apellido y 649 de segundo, la mayoría en Vizcaya seguido de Guipúzcoa y si contamos además los que hay en Álava y Navarra nos salen una proporción de 5 a 1 a favor de País Vasco y Navarra respecto al resto de España. Hay personas apellidadas Arenaza en otras seis provincias españolas. El apellido Arenaza, por tanto, es claramente originario de País Vasco, aunque su estructura sea vasco-española, porque “arena” es castellano. Y tenemos que pensar que precisamente por eso fue desechado para sustituir a Villaro.
Lo que sí está claro es que el Areatza eusquérico es directamente dependiente o procedente del Arenaza vasco-español (al que se le quita la “n”). Lo dice la propia Euskaltzaindia: Arenaza es la grafía que aparece en la escritura de fundación de Villaro y Areatza es una adaptación actual del primitivo Arenaza. Con lo que están diciendo claramente que el Arenaza vasco-castellano estaba antes. ¿Dónde queda entonces la preeminencia en el tiempo del eusquera sobre el castellano? Aquí se demuestra que ambos convivieron en pie de igualdad y que no hay prevalencia de uno sobre otro. Pero cuando Euskaltzaindia ve un topónimo castellano en suelo vasco automáticamente lo empareja con uno eusquérico, lo modifica o simplemente lo quita, como le pasó a Villaro y le da igual que estemos en el Goierri guipuzcoano que en la Ribera navarra, en la Ayala alavesa o en las Encartaciones vizcaínas.
En Álava hay una entidad local menor, perteneciente al municipio de Arraya-Maestu, que se llama Arenaza y como nombre oficial le han puesto los dos, el castellano y el eusquérico. Se llama Arenaza/Areatza, pero han conservado el Arenaza. A Villaro, en cambio, cargado de más de seis siglos de historia, lo han hecho desaparecer, directamente.
Además, pasa otra cosa más sangrante todavía. El dictamen de Euskaltzaindia para proponer Areatza por Villaro es de 5 de octubre de 1979 y el acuerdo municipal para cambiar el nombre de Villaro por Areatza es del 11 de febrero de 1980. Entre medias, Euskaltzaindia, el 30 de noviembre de 1979, celebró la sesión que ya conocemos en esta serie (ver el artículo Sabino Harana: fundador del nacionalismo vasco) relacionada con el empleo de la letra hache en el idioma eusquera. Pues bien, Areatza debería ir oficialmente también con hache: Hareatza, derivado de Harea (arena en eusquera), que consta así, con hache, en todos los diccionarios de eusquera desde que se instauró esa regla. Y no vale con decir que Areatza se puso antes de que se instaurara la norma de la hache o que eso no cuenta para la toponimia. Porque con el tema de Arana/Harana vimos en el artículo ya citado sobre Sabino Harana que los topónimos de Arana se han convertido en Harana con posterioridad a la norma de la hache, caso del Valle de Arana en 1996 o antes el de Trapagaran. En este último caso, fue un 22 de marzo de 1983 (publicado en el número 1 de 1984 de la revista Euskera, página 278), cuando se acordó el nombre oficial de Trapagaran, y ahí se dijo bien claro: en caso de escribirse separado tendría que ponerse Trapaga Harana “con la grafia normalizada del sustantivo valle, con h, es decir, harana”. ¿Por qué no se aplica lo mismo en el caso de los topónimos derivados de Harea, como Hareatza o Hareeta?
Es por eso que hay que entrar a saco en tanta incoherencia y tanta arbitrariedad. Porque en Euskaltzaindia y en los ayuntamientos vascos con mayoría nacionalista llevan ya mucho tiempo haciendo lo que les da la gana con esto de los cambios de denominación de los municipios, igual que con la grafía de los apellidos, sin que nadie les pida explicaciones. Los topónimos y los apellidos son tradición e historia, que esta gente lleva más de cuarenta años destrozando o tirando a la basura, como en el caso de Villaro.
Villaro, como Villabona, es otro apellido (y topónimo) que no entra en nuestro Diccionario Achicallende de apellidos mixtos vasco-españoles porque no tiene parte eusquérica, puesto que es Villa de Haro. A diferencia de Villabona, Villaro no consta como apellido vasco en el Nomenclátor de Euskaltzaindia. Otra incoherencia más de quienes lo elaboraron en su día. Como tampoco entran los apellidos Santurce, Portugalete, Ondárroa o Guernica, entre otros correspondientes a localidades vascas. Villaro existe como apellido en el INE, como existió el nombre de la localidad de Villaro durante 642 años, desde su fundación en 1338 hasta que a su consistorio nacionalista le dio en 1980 por quitarle ese nombre y poner Areatza en su lugar. Ni siquiera consideraron mantener el nombre castellano junto con el eusquérico. Quitaron el castellano del todo y ya está.
Estos nacionalistas cobardes se atrevieron con Villaro, que es un municipio vizcaíno en el valle de Arratia de poco más de mil habitantes y le quitaron el nombre que recuerda a la casa de Haro a la que pertenecieron hasta dieciséis señores de Vizcaya, entre los siglos XI y XIV, empezando por Íñigo López Ezquerra y terminando por María Díaz de Haro, cuyo consorte, Juan Núñez de Lara, fundó Villaro en 1338. De este linaje, Diego López de Haro y María Díaz de Haro tienen a su nombre dos de las calles principales de Bilbao, empezando por la Gran Vía, que se llama de Diego López de Haro porque fue el fundador de la villa en 1300 y cuya estatua luce majestuosa en el centro de la plaza Circular (antes plaza de España). Y María Díaz de Haro fue la última Señora de Vizcaya de la casa de Haro. Pues bien, lo que los nacionalistas no se atreven a quitar en Bilbao se atreven en un pequeño pueblo de Vizcaya, al que le usurpan el recuerdo de su fundador y su nombre mismo: Villaro, Villa de Haro. 642 años de historia tirados a la basura.
Y todo porque el fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana Goiri, consideraba que los Señores de Vizcaya eran agentes españolizadores. Y por supuesto que lo eran, pero lo mismo que el País Vasco, y Vizcaya en particular, formaba parte de la corona de Castilla y lo mismo que los Señores y los reyes de Castilla fundaron cantidad de villas en toda la tierra vasca, al tiempo que pacificaron un territorio en el que los distintos bandos de gamboínos y oñacinos saqueaban y se mataban entre sí. Y por lo mismo que Castilla abrió de par en par las puertas de los vascos en América para que allí buscaran fortuna, gloria y cargos públicos. Todo lo que los vascos han hecho de relevante en la historia universal se lo deben a su pertenencia a España. Y por eso, siglos más tarde, en los años de la Transición, tras la aprobación de la Constitución de 1978 y el Estatuto de Autonomía de 1979, y mientras la banda terrorista ETA mantenía un estado de terror con sus atentados y sus secuestros, ejecutados siempre a traición, sin dar ningún margen de defensa a sus víctimas, estos nacionalistas, que no reconocen la historia de verdad sino solo la falsa que ellos se imaginan, se dedicaron a borrar todo rastro de España en el País Vasco, como talibanes con boina derribando monumentos históricos. Y la tomaron con los pueblecitos pequeños, donde el terror hacía más efecto y donde sus mayorías absolutas les permitieron cambiar todos los nombres a placer, de la manera que les dio la gana, sin ningún sentido histórico.
Según el Padrón actual, el apellido Villaro tiene en toda España 379 portadores de primer apellido y 349 de segundo. Donde más portadores tiene es en Barcelona, aunque no llegan a la mitad del total, seguida de Lérida y La Rioja. Está presente en un total de 12 provincias españolas. Pero en las provincias vascas y en Navarra solo viven una décima parte del total de apellidados Villaro.
En 1980 la corporación municipal, con el dictamen de Euskaltzaindia en la mano, decidió cambiar el nombre de la localidad de Villaro por Areatza y así llevamos más de cuarenta años con ese nombre que vino a desplazar al originario. Tiempo le queda a Areatza para alcanzar la cifra de años que estuvo Villaro vigente. Pero estamos seguros de que, mucho antes de que eso ocurra, Villaro volverá a llamarse como siempre se llamó desde su misma fundación. Como también se revertirá el destrozo que las Juntas Generales con mayoría nacionalista, y mientras la gente se preocupaba de preparar las Navidades, hicieron un 15 de diciembre de 1986, cuando le quitaron el título de Señorío a Vizcaya, que lo ostentaba desde el legendario 888 y la batalla de Arrigorriaga. Más de once siglos de historia tirados a la basura. Para que luego digan que los nacionalistas respetan la historia o que el nacionalismo tiene su razón de ser en la historia.
Ya sabemos por qué quitaron el nombre de Villaro a la villa. Pero ahora vamos a ver por qué le pusieron Areatza. Resulta que, según Euskaltzaindia, “Areatza es efectivamente el topónimo euskérico original donde se fundó la villa enclavada en la Merindad de Arratia, como se desprende de la carta fundacional de 15 de Agosto de 1338: «todo el término que dicen desde San Bartolomé hasta la tejera de Arenaza en los campos de Aquinitene». Que por la norma general en la toponomástica euskérica se produce la pérdida de la -n- intervocálica y Arenaza pasa a ser Areatza.”
¿Areatza topónimo eusquérico original? Pero si la propia escritura de fundación dice que era Arenaza y que es por aplicación de “la norma general de la toponomástica euskérica” que pierde la “n”. Lo que ocurre es que el Arenaza original les debió de parecer demasiado castellano. Y eso que Arenaza está en el Nomenclátor de Euskaltzaindia como apellido vasco, pero nosotros a este sí lo consideraremos apellido mixto vasco-español, porque está formado por el “arena” castellano y el sufijo eusquérico –za, que denota abundancia. En el Nomenclátor proponen Arenatza, y no Areatza, como la forma eusquérica del apellido Arenaza. ¿Por qué en el caso del apellido no se pierde la “n” y en el caso del topónimo sí? También hay un apellido Areaza en el Nomenclátor y en este caso la forma eusquérica propuesta sí es Areatza.
Por supuesto que ni Arenatza ni Areatza tienen portadores, como grafías nuevas de apellidos que son. Areaza tampoco, aunque sí debió existir como apellido, pero, como otros muchos apellidos vascos, se ha quedado en fósil, es decir no tiene portadores (ver el artículo de esta serie “Los «Vacelar» vascos”). Arenaza en cambio sí tiene, lo que denota su hondura histórica y también su presencia actual. Arenaza tiene casi el doble de portadores que Villaro, en concreto 636 de primer apellido y 649 de segundo, la mayoría en Vizcaya seguido de Guipúzcoa y si contamos además los que hay en Álava y Navarra nos salen una proporción de 5 a 1 a favor de País Vasco y Navarra respecto al resto de España. Hay personas apellidadas Arenaza en otras seis provincias españolas. El apellido Arenaza, por tanto, es claramente originario de País Vasco, aunque su estructura sea vasco-española, porque “arena” es castellano. Y tenemos que pensar que precisamente por eso fue desechado para sustituir a Villaro.
Lo que sí está claro es que el Areatza eusquérico es directamente dependiente o procedente del Arenaza vasco-español (al que se le quita la “n”). Lo dice la propia Euskaltzaindia: Arenaza es la grafía que aparece en la escritura de fundación de Villaro y Areatza es una adaptación actual del primitivo Arenaza. Con lo que están diciendo claramente que el Arenaza vasco-castellano estaba antes. ¿Dónde queda entonces la preeminencia en el tiempo del eusquera sobre el castellano? Aquí se demuestra que ambos convivieron en pie de igualdad y que no hay prevalencia de uno sobre otro. Pero cuando Euskaltzaindia ve un topónimo castellano en suelo vasco automáticamente lo empareja con uno eusquérico, lo modifica o simplemente lo quita, como le pasó a Villaro y le da igual que estemos en el Goierri guipuzcoano que en la Ribera navarra, en la Ayala alavesa o en las Encartaciones vizcaínas.
En Álava hay una entidad local menor, perteneciente al municipio de Arraya-Maestu, que se llama Arenaza y como nombre oficial le han puesto los dos, el castellano y el eusquérico. Se llama Arenaza/Areatza, pero han conservado el Arenaza. A Villaro, en cambio, cargado de más de seis siglos de historia, lo han hecho desaparecer, directamente.
Además, pasa otra cosa más sangrante todavía. El dictamen de Euskaltzaindia para proponer Areatza por Villaro es de 5 de octubre de 1979 y el acuerdo municipal para cambiar el nombre de Villaro por Areatza es del 11 de febrero de 1980. Entre medias, Euskaltzaindia, el 30 de noviembre de 1979, celebró la sesión que ya conocemos en esta serie (ver el artículo Sabino Harana: fundador del nacionalismo vasco) relacionada con el empleo de la letra hache en el idioma eusquera. Pues bien, Areatza debería ir oficialmente también con hache: Hareatza, derivado de Harea (arena en eusquera), que consta así, con hache, en todos los diccionarios de eusquera desde que se instauró esa regla. Y no vale con decir que Areatza se puso antes de que se instaurara la norma de la hache o que eso no cuenta para la toponimia. Porque con el tema de Arana/Harana vimos en el artículo ya citado sobre Sabino Harana que los topónimos de Arana se han convertido en Harana con posterioridad a la norma de la hache, caso del Valle de Arana en 1996 o antes el de Trapagaran. En este último caso, fue un 22 de marzo de 1983 (publicado en el número 1 de 1984 de la revista Euskera, página 278), cuando se acordó el nombre oficial de Trapagaran, y ahí se dijo bien claro: en caso de escribirse separado tendría que ponerse Trapaga Harana “con la grafia normalizada del sustantivo valle, con h, es decir, harana”. ¿Por qué no se aplica lo mismo en el caso de los topónimos derivados de Harea, como Hareatza o Hareeta?
Es por eso que hay que entrar a saco en tanta incoherencia y tanta arbitrariedad. Porque en Euskaltzaindia y en los ayuntamientos vascos con mayoría nacionalista llevan ya mucho tiempo haciendo lo que les da la gana con esto de los cambios de denominación de los municipios, igual que con la grafía de los apellidos, sin que nadie les pida explicaciones. Los topónimos y los apellidos son tradición e historia, que esta gente lleva más de cuarenta años destrozando o tirando a la basura, como en el caso de Villaro.











