Miércoles, 12 de Noviembre de 2025

Actualizada Martes, 11 de Noviembre de 2025 a las 18:02:07 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Pedro Chacón
Domingo, 01 de Mayo de 2022 Tiempo de lectura:

Gordejuela y Ochandiano contra el Aberri Eguna (y II)

Retomamos el relato de las batallas de Gordejuela y Ochandiano que Sabino Arana interpretaba, junto con las de Arrigorriaga y Munguía, como victorias de los vascos (los vizcaínos) sobre los españoles (el resto de españoles en realidad, porque todos pertenecían a dicha condición). En realidad, dichas batallas no fueron más que un reflejo de las pugnas por la titularidad del Señorío de Vizcaya entre quienes detentaban el poder en la corona de Castilla.

 

En rigor, si el Señorío de Vizcaya hubiera sido independiente, tras la coronación de Enrique II en Las Huelgas, Pedro I, aunque hubiera sido puesto en duda como rey de Castilla, que lo continuaba siendo en teoría, no tendría por qué haber quedado cuestionado para seguir siendo Señor de Vizcaya. Pero el caso es que el rey Enrique II así lo decidió y pensó que era su propia esposa, Dª Juana Manuel, la mejor situada en el árbol genealógico de los anteriores Señores de Vizcaya para instituirse como tal. No hay noticia de que Vizcaya dijera ni sí ni no ante semejante enjuague señorial. Y así fue cómo el rey de Castilla, Enrique II, en tanto que Señor consorte de Vizcaya, le concedió a don Tello “el título de conde y el goce del Señorío. Esto es lo que consta en la Crónica de don Enrique. Con este respaldo se dirigió don Tello a Bizkaia” (Adrián Celaya, Señores de Bizkaia: de Don Diego López de Haro V a Isabel la Católica, Bilbao, Academia Vasca de Derecho, 2005, p. 202).

 

Don Tello fue, por tanto, Señor de Vizcaya por segunda vez, en esta ocasión no por derecho de consorte, sino por deseo del nuevo rey de Castilla Enrique II, o formalmente de su mujer, Dª Juana Manuel, designada depositaria del título de Señora de Vizcaya tras Pedro I. Don Tello estuvo de Señor hasta su fallecimiento en 1369 y fue entonces cuando los reyes de Castilla, Enrique II y Dª Juana Manuel, en 1370, decidieron que el título pasara al hijo de ambos, Juan, que en 1379, tras la muerte de su padre, Enrique II, se convertiría en el rey Juan I de Castilla y a la vez Señor de Vizcaya.

 

Varias cuestiones se deducen de estos hechos. La primera, que no es cierto, tal como se relata habitualmente –y no solo por parte de Sabino Arana, ya que en esto sigue la historiografía de su época, adaptándola luego a su capricho–, que con Juan I, en 1379, coincidieran por primera vez la titularidad de Señor de Vizcaya y de rey de Castilla. Este hecho ocurre en realidad con Pedro I veinte años antes, entre 1358 y 1366. Y eso sin contar con el rey Alfonso XI de Castilla quien, en 1326, tras mandar ejecutar al señor de Vizcaya de entonces, Juan el Tuerto, empezó a intitularse por primera vez Rey de Castilla y Señor de Vizcaya, aunque los historiadores vizcaínos –Labayru– sostienen que este rey nunca fue señor de Vizcaya, sino que en su lugar lo fue la hija de Juan, María Díaz de Haro segunda (lo cuenta Adrián Celaya en Señores de Bizkaia: de Don Diego López de Haro V a Isabel la Católica, Bilbao, Academia Vasca del Derecho, 2005, pp. 114-115).

 

La segunda cuestión es que, como hemos podido comprobar en todas estas transacciones de la titularidad del Señorío, lo que en historiografía nacionalista se denominan “los bizkainos”, esto es, los supuestos depositarios de la supuesta ancestral independencia de Vizcaya, consienten algo tan ajeno a su voluntad como que el autointitulado en 1366 rey de Castilla Enrique II, valiéndose del derecho a la sucesión en el señorío de su esposa Dª Juana Manuel y estando todavía vivo el anterior rey de Castilla y Señor de Vizcaya Pedro I, ceda la titularidad del señorío de nuevo a Don Tello. Es decir, habiendo un Señor titular como es Pedro I, se concede el título a otro distinto, solo por voluntad del rey, porque, como ya hemos dicho, D. Tello había sido señor por primera vez no por derechos que él tuviera, sino por los de su mujer, Dª Juana de Lara, que acabó además muerta, o asesinada más bien, según todas las fuentes, a instancias de su sucesor en el Señorío, Pedro I, en 1359.

 

La tercera cuestión es la búsqueda por parte de Sabino Arana de un protagonismo para “los bizkainos”, que él quiere encontrar en los personajes secundarios de la trama, como Juan Abendaño [Sabino Arana lo escribe con “b”]. A este personaje se le conoce como jefe del bando gamboíno, a pesar de que los especialistas en el tema de la lucha de bandos nos previenen en cuanto a la complejidad y movilidad de dichas asociaciones y nos proponen una visión de conjunto para entenderlas, partiendo del hecho de que sus denominaciones –gamboínos y oñacinos– no proceden de Vizcaya sino de las provincias limítrofes, Álava y Guipúzcoa, donde tuvieron origen. Juan Avendaño dirigió en la batalla de Ochandiano a los vizcaínos que rechazaron al ejército de Pedro I en apoyo del Señor de Vizcaya Don Tello en 1355. Pues bien, en 1356, solo un año después, y como hemos visto ya en la explicación de Labayru, Don Tello, con asistencia de Juan de Avendaño y con la presencia de un enviado de Pedro I, pacta con los vizcaínos un acuerdo por el cual éstos darían el Señorío al rey Pedro I en el caso de que Don Tello traicionara a su rey. Nada se nos explica de las razones de semejante acuerdo, ni qué había debajo de semejante negociación, pero en cualquier caso cronistas como Novia de Salcedo, Artiñano o Marichalar y Manrique explican este acuerdo como la muestra más palpable de la independencia de Vizcaya, porque demostraría que sin la aquiescencia de las juntas los poderosos estarían imposibilitados para llegar a ningún arreglo entre ellos. Pero la demostración de eso no puede evitar de ninguna de las maneras que pensemos que tal acuerdo no fuera una componenda en la que tanto el Señor de Vizcaya como el Rey de Castilla hacían y deshacían y luego buscaban el refrendo de las Juntas sobre lo ya pergeñado por ellos. En cualquier caso, y retomando el tema de los personajes secundarios, Don Tello asesinó en 1356, tras la batalla de Ochandiano, a su principal apoyo en la misma, Juan de Avendaño, porque al parecer éste rivalizaba con él en destreza con los caballos.

 

Juan de Avendaño (según Ernesto García Fernández: “El linaje Avendaño: causas y consecuencias de su ascenso social en la Baja Edad Media”, en Anuario de Estudios Medievales, nº 37/2, 2007, pp. 527-561) era en ese momento el pariente mayor de un linaje que no solo participó en las luchas entre señores de Vizcaya y reyes de Castilla sino que luego dio personajes importantes en la corte de los reyes castellanos, ocupando cargos de relevancia, como ballesteros mayores del rey, lo cual indica que su radio de acción no se limitaba al Señorío, como da a entender Sabino Arana cuando los coloca como representantes de la independencia secular de este territorio.

 

Y, por último, no hay constancia en las fuentes que manejamos (Iturriza, Novia de Salcedo, Marichalar y Manrique, Artiñano, Labayru) de que los dos bandos –el oñacino con Mugica al frente y el gamboino con Avendaño– se unieran para hacer frente al ejército de Pedro I en Gordejuela y Ochandiano, como nos cuenta Sabino Arana: “hanse unido de nuevo los bandos de Ganboa y de Oñaz por la causa común de la independencia de la patria, y puestos a las órdenes de sus respectivos capitanes Abendaño y Muxika” (Obras Completas, pp. 120-121). En ambas batallas las fuentes históricas solo nos dicen que apareció Juan de Avendaño, pero en ningún caso se nos dice que se unieran a ellos los del otro bando, ni su representante Múgica, algo que, en cambio, sí sucederá en la última batalla de este libro, la de Munguía (que requeriría estudio aparte y que confirma, aún más si cabe, toda la tergiversación que emplea Sabino Arana en las batallas de Gordejuela y Ochandiano).

 

En el Eusko Gudarostea (ejército vasco) durante la Guerra Civil hubo sendos batallones nacionalistas llamados Gordexola y Otxandiano, en honor del fundador del nacionalismo vasco y de las batallas de dicho nombre narradas por Sabino Arana en su libro Bizkaya por su independencia, donde la interpretación de los hechos narrados (Vizcaya contra España) es pura invención, absolutamente ajena a la que tuvieron en la realidad. Hasta la misma grafía de los nombres empleados es inventada. Como invento es el Aberri Eguna mismo, que los nacionalistas celebran cada Domingo de Resurrección desde 1932.

 

Y termino con un apunte sobre el apellido Gordejuela, ya que voy a dejar el Ochandiano para otro capítulo. Gordejuela no aparece como apellido vasco en el Nomenclátor de Euskaltzaindia. Pero existe como apellido en el INE. Tiene 215 portadores de primer apellido y 220 de segundo y está presente en catorce provincias españolas. En Vizcaya tiene 70 portadores en total (28 de primer apellido y 42 de segundo) seguida de Burgos con 56 (32 de primero, más que Vizcaya, y 24 de segundo). En las provincias vascas junto con Navarra, no obstante, tiene menos portadores que en el resto de España. Por supuesto, Gordexola, ni siquiera Gordoxola, el primero como pura invención, el segundo como suposición filológica, no son apellidos, que es tanto como decir que no tienen profundidad histórica ninguna.

 

Antonio Gordejuela nació en Cuba en 1882 y fue un militar español especialista en globos aerostáticos, cuando estos artefactos eran útiles en las operaciones militares, como por ejemplo en la guerra de África. Falleció en 1912 en Guadalajara, en su base de operaciones, debido a una pulmonía contraída revisando los aparatos.

 

Ruiz de Gordejuela es un apellido compuesto que no vamos a incluir en el Diccionario Achicallende porque sus dos términos –Ruiz y Gordejuela– son castellanos y ya dijimos que en ese diccionario solo irían las combinaciones de vasco y español o castellano. Tiene 115 portadores de primer apellido y 120 de segundo, donde más hay es en Vizcaya seguida de Álava. Pero también los hay en Madrid, Valencia, Almería y La Rioja.

 

1ª Parte de este artículo

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.