Se escribe Mungia y se pronuncia Munguía (I)
Bizkaya (así es como escribía Vizcaya) por su independencia fue el primer y único libro de “historia” que escribió Sabino Arana. Tuvo una gran influencia entre sus seguidores. El libro en cuestión es una sarta continua de falsedades, arbitrariedades e interpretaciones completamente tergiversadas de lo que realmente ocurrió. Ya vimos con los artículos dedicados a Gordejuela y Ochandiano cómo estos nombres de batallas aparecían en el libro y cómo sirvieron para denominar sendos batallones del Ejército vasco en la Guerra Civil. La cuarta y última batalla del libro es la de Munguía. Hubo también un Batallón Mungia en el Ejército vasco en la Guerra Civil. Como también hubo un Batallón Padura por la batalla de Arrigorriaga, la primera del libro.
Los nacionalistas llevan desde que empezaron con esta ideología alterando la forma en que se escribía todo antes en eusquera, que era como lo escribían las personas previamente alfabetizadas en español o en francés. Esto se ve muy bien con los apellidos eusquéricos a un lado y otro de los Pirineos. En Francia siguen escribiendo Etcheverry, mientras que en España se escribe Echeverri. Los nacionalistas empezaron a escribir Etxeberri, y como el nacionalismo es mucho más influyente en España que en Francia, aquí se escribe ahora Etxeberri, pero en Francia se siguen apellidando Etcheverry. Por ejemplo, en Francia se pone Oyarçabal, porque usan la cedilla del francés. Aquí en España se ponía siempre Oyarzabal, pero los nacionalistas empezaron a poner Oiartzabal. En Francia, los apellidos eusquéricos se siguen poniendo como se han puesto siempre en ortografía francesa. Pero pasa una cosa importante que es el tema de la acentuación. En eusquera, Euskaltzaindia no ha elaborado una acentuación vasca oficial. No hay reglas para la acentuación. En francés y en español el tema de la acentuación, en cambio, está sólidamente asentado. Estos idiomas tienen reglas estrictas para la colocación de las tildes. En eusquera no se utilizan tildes. Pero tampoco se utilizan en inglés. En cambio, en inglés está también muy consolidado el tema de los acentos principales y secundarios. En inglés no hay duda en la acentuación de las palabras y la transcripción fonética de las mismas deja muy claro dónde va el acento. En eusquera en cambio no hay norma sobre la acentuación de las palabras. En eusquera se pronuncia de oídas, por costumbre o por capricho. En el caso del nombre de la localidad vizcaína de Munguía, desde que el nacionalismo entró a saco en la grafía oficial de topónimos y apellidos en el País Vasco y Navarra, solo se utiliza Mungia. Pero todo el mundo sabe cómo se pronuncia Mungia porque en español se escribía Munguía y de esa forma sabemos que lleva una í acentuada que rompe el diptongo.
Munguía es un municipio vizcaíno de poco menos de 18.000 habitantes, en la comarca de Uribe y es también una villa histórica fundada por el Señor de Vizcaya Juan de Castilla en 1376, quien pasaría a ser en 1379 rey de Castilla con el nombre de Juan I. La fundó bajo el fuero de Logroño, del mismo modo y el mismo año que fundó también las villas vizcaínas de Rigoitia y Larrabezu.
Munguía es también apellido vasco y por ende español, actualmente con 1.188 personas que lo llevan como primer apellido y 1.196 como segundo. Está presente en 34 provincias españolas. En las provincias vascas y Navarra tiene solo 145 portadores de primer apellido y 147 de segundo, donde más en Guipúzcoa, seguida de Vizcaya, Álava y Navarra. En el resto de España, en cambio, hay como unas ocho veces más portadores del apellido Munguía que en el País Vasco y Navarra. Solo en la provincia de Las Palmas de Gran Canaria, el apellido Munguía tiene 261 portadores de primero y 217 de segundo, seguida de Madrid, que también tiene más que todo el País Vasco y Navarra juntos. Luego ya vienen Barcelona, Burgos (donde hay más personas apellidadas Munguía que en Guipúzcoa o en Vizcaya) y Zaragoza. Por efecto del nacionalismo y la eusquerización de los apellidos, también hay algunas personas apellidadas con la forma eusquérica Mungia: son 29 con primer apellido y 19 con segundo, repartidas entre Guipúzcoa y Vizcaya por este orden.
Ya hemos dicho que, como pasaba con Gordejuela y Ochandiano, Munguía también la utiliza Sabino Arana en su libro Bizkaya por su independencia para decir que allí hubo una batalla entre vizcaínos y españoles y donde los primeros consiguieron vencer. También en la batalla de Munguía se inspira el drama histórico Libe, escrito por Sabino Arana en 1902 y publicado bajo seudónimo (Jelalde) en 1903.
La batalla de Munguía presenta características que la hacen muy singular, siendo su relato por parte de Sabino Arana de una dimensión verdaderamente delirante, por tergiversadora y falseadora de los hechos que se narran. Piénsese que nos encontramos en 1471, más de un siglo después de las anteriores dos batallas de Gordejuela y Ochandiano que ya vimos en esta serie, y cuando el contexto político en Vizcaya y Castilla es completamente distinto. Para empezar, estamos inmersos en plena época de la lucha de bandos en el País Vasco. Arsenio Dacosta, en su estudio sobre la lucha de bandos en Vizcaya, coloca dos fechas como claves en el apogeo de este fenómeno, una a comienzos del siglo XV, 1410, con las primeras peleas entre los Butrón y los Avendaño, y otra a finales, precisamente 1471, “en que la unión de los principales banderizos con el Conde de Treviño posibilita la derrota de los Velasco en Munguía” (Arsenio Dacosta: Los linajes de Bizkaia en la Baja Edad Media: poder, parentesco y conflicto, Bilbao, UPV-EHU, 2003, p. 338).
Otra de las realidades importantes, decisivas podríamos decir, que presenta este contexto es que en Vizcaya ya están instalados los primeros corregidores, altos funcionarios enviados por la Corona de Castilla, como se hace en todos sus dominios desde al menos 1348 –cuando en el Ordenamiento de Alcalá aparece documentado por primera vez ese cargo–, para impartir justicia, mantener el orden público y regular la administración y la economía, junto con un cuerpo de funcionarios dependientes de ellos para ayudarles en las diferentes tareas que les incumben. Artiñano y Darío de Areitio nos dan 1370 como fecha del primer corregidor de Vizcaya, Juan Alfonso de Castro, que coincidiría con el nombramiento como Señor de Vizcaya de Juan de Castilla, que, como ya hemos dicho, fundaría luego Munguía en 1376 y en 1379 se convertiría en rey de Castilla. Iñigo García Camino, por su parte, retrasa la entrada del primer corregidor –el citado Castro– en Vizcaya a 1381 (en “La formación territorial y espacios políticos de Bizkaia: siglos VIII al XV”, en Historia de la Diputación Foral de Bizkaia, 1500-2014, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 2014, p. 29). La sola presencia de estos altos funcionarios de la Corona de Castilla, común en todos sus territorios, hace imposible sostener que Vizcaya era algo similar a Navarra o Aragón respecto de Castilla como territorios con su propia jurisdicción. Navarra nunca tuvo corregidores y Aragón los tuvo a partir de los decretos de Nueva Planta, tras la Guerra de Sucesión, a comienzos del siglo XVIII. Podríamos sostener, siguiendo a Adrián Celaya, que Vizcaya representaría un grado intermedio, respecto de Castilla: ni sumisión absoluta, porque el régimen foral la singularizaría, ni autonomía absoluta, porque la presencia de los corregidores es suficientemente demostrativa de su inserción en la administración castellana.
En este contexto es en el que tiene lugar la batalla de Munguía, que según Sabino Arana habría sido una demostración más de la independencia de Vizcaya en su historia.
La cuestión que se dirime para explicar el verdadero significado de la batalla de Munguía reside en las razones que impulsaron la invasión de Vizcaya por el conde de Haro y su rechazo precisamente en Munguía por los dos bandos principales, oñacinos y gamboinos, que apoyaban al conde de Treviño. Sabino Arana dice: “Pero a principios de 1470 llegó a oídos de éstos [de los vizcaínos, que Sabino Arana escribe bizkainos] la ingrata nueva de que su Señor había ya enajenado o trataba de llevarlo a efecto, por venta o por cesión, varias tierras y villas del Señorío, y justamente indignados, propusiéronse tomar serias y definitivas resoluciones. Antes, sin embargo, de que fuesen adoptadas, comprendiendo D. Enrique que los vizcaínos no acatarían de buen grado sus feudales pretensiones de soberanía, decidió someterlos por la fuerza, y llamando al Conde de Haro, Fernández de Velasco, su más leal servidor, le encargó, entregándole al efecto cinco qüentos, lo conquistara con las armas” (Obras Completas de Sabino Arana Goiri, San Sebastián, Sendoa, 1980, p. 130).
Bizkaya (así es como escribía Vizcaya) por su independencia fue el primer y único libro de “historia” que escribió Sabino Arana. Tuvo una gran influencia entre sus seguidores. El libro en cuestión es una sarta continua de falsedades, arbitrariedades e interpretaciones completamente tergiversadas de lo que realmente ocurrió. Ya vimos con los artículos dedicados a Gordejuela y Ochandiano cómo estos nombres de batallas aparecían en el libro y cómo sirvieron para denominar sendos batallones del Ejército vasco en la Guerra Civil. La cuarta y última batalla del libro es la de Munguía. Hubo también un Batallón Mungia en el Ejército vasco en la Guerra Civil. Como también hubo un Batallón Padura por la batalla de Arrigorriaga, la primera del libro.
Los nacionalistas llevan desde que empezaron con esta ideología alterando la forma en que se escribía todo antes en eusquera, que era como lo escribían las personas previamente alfabetizadas en español o en francés. Esto se ve muy bien con los apellidos eusquéricos a un lado y otro de los Pirineos. En Francia siguen escribiendo Etcheverry, mientras que en España se escribe Echeverri. Los nacionalistas empezaron a escribir Etxeberri, y como el nacionalismo es mucho más influyente en España que en Francia, aquí se escribe ahora Etxeberri, pero en Francia se siguen apellidando Etcheverry. Por ejemplo, en Francia se pone Oyarçabal, porque usan la cedilla del francés. Aquí en España se ponía siempre Oyarzabal, pero los nacionalistas empezaron a poner Oiartzabal. En Francia, los apellidos eusquéricos se siguen poniendo como se han puesto siempre en ortografía francesa. Pero pasa una cosa importante que es el tema de la acentuación. En eusquera, Euskaltzaindia no ha elaborado una acentuación vasca oficial. No hay reglas para la acentuación. En francés y en español el tema de la acentuación, en cambio, está sólidamente asentado. Estos idiomas tienen reglas estrictas para la colocación de las tildes. En eusquera no se utilizan tildes. Pero tampoco se utilizan en inglés. En cambio, en inglés está también muy consolidado el tema de los acentos principales y secundarios. En inglés no hay duda en la acentuación de las palabras y la transcripción fonética de las mismas deja muy claro dónde va el acento. En eusquera en cambio no hay norma sobre la acentuación de las palabras. En eusquera se pronuncia de oídas, por costumbre o por capricho. En el caso del nombre de la localidad vizcaína de Munguía, desde que el nacionalismo entró a saco en la grafía oficial de topónimos y apellidos en el País Vasco y Navarra, solo se utiliza Mungia. Pero todo el mundo sabe cómo se pronuncia Mungia porque en español se escribía Munguía y de esa forma sabemos que lleva una í acentuada que rompe el diptongo.
Munguía es un municipio vizcaíno de poco menos de 18.000 habitantes, en la comarca de Uribe y es también una villa histórica fundada por el Señor de Vizcaya Juan de Castilla en 1376, quien pasaría a ser en 1379 rey de Castilla con el nombre de Juan I. La fundó bajo el fuero de Logroño, del mismo modo y el mismo año que fundó también las villas vizcaínas de Rigoitia y Larrabezu.
Munguía es también apellido vasco y por ende español, actualmente con 1.188 personas que lo llevan como primer apellido y 1.196 como segundo. Está presente en 34 provincias españolas. En las provincias vascas y Navarra tiene solo 145 portadores de primer apellido y 147 de segundo, donde más en Guipúzcoa, seguida de Vizcaya, Álava y Navarra. En el resto de España, en cambio, hay como unas ocho veces más portadores del apellido Munguía que en el País Vasco y Navarra. Solo en la provincia de Las Palmas de Gran Canaria, el apellido Munguía tiene 261 portadores de primero y 217 de segundo, seguida de Madrid, que también tiene más que todo el País Vasco y Navarra juntos. Luego ya vienen Barcelona, Burgos (donde hay más personas apellidadas Munguía que en Guipúzcoa o en Vizcaya) y Zaragoza. Por efecto del nacionalismo y la eusquerización de los apellidos, también hay algunas personas apellidadas con la forma eusquérica Mungia: son 29 con primer apellido y 19 con segundo, repartidas entre Guipúzcoa y Vizcaya por este orden.
Ya hemos dicho que, como pasaba con Gordejuela y Ochandiano, Munguía también la utiliza Sabino Arana en su libro Bizkaya por su independencia para decir que allí hubo una batalla entre vizcaínos y españoles y donde los primeros consiguieron vencer. También en la batalla de Munguía se inspira el drama histórico Libe, escrito por Sabino Arana en 1902 y publicado bajo seudónimo (Jelalde) en 1903.
La batalla de Munguía presenta características que la hacen muy singular, siendo su relato por parte de Sabino Arana de una dimensión verdaderamente delirante, por tergiversadora y falseadora de los hechos que se narran. Piénsese que nos encontramos en 1471, más de un siglo después de las anteriores dos batallas de Gordejuela y Ochandiano que ya vimos en esta serie, y cuando el contexto político en Vizcaya y Castilla es completamente distinto. Para empezar, estamos inmersos en plena época de la lucha de bandos en el País Vasco. Arsenio Dacosta, en su estudio sobre la lucha de bandos en Vizcaya, coloca dos fechas como claves en el apogeo de este fenómeno, una a comienzos del siglo XV, 1410, con las primeras peleas entre los Butrón y los Avendaño, y otra a finales, precisamente 1471, “en que la unión de los principales banderizos con el Conde de Treviño posibilita la derrota de los Velasco en Munguía” (Arsenio Dacosta: Los linajes de Bizkaia en la Baja Edad Media: poder, parentesco y conflicto, Bilbao, UPV-EHU, 2003, p. 338).
Otra de las realidades importantes, decisivas podríamos decir, que presenta este contexto es que en Vizcaya ya están instalados los primeros corregidores, altos funcionarios enviados por la Corona de Castilla, como se hace en todos sus dominios desde al menos 1348 –cuando en el Ordenamiento de Alcalá aparece documentado por primera vez ese cargo–, para impartir justicia, mantener el orden público y regular la administración y la economía, junto con un cuerpo de funcionarios dependientes de ellos para ayudarles en las diferentes tareas que les incumben. Artiñano y Darío de Areitio nos dan 1370 como fecha del primer corregidor de Vizcaya, Juan Alfonso de Castro, que coincidiría con el nombramiento como Señor de Vizcaya de Juan de Castilla, que, como ya hemos dicho, fundaría luego Munguía en 1376 y en 1379 se convertiría en rey de Castilla. Iñigo García Camino, por su parte, retrasa la entrada del primer corregidor –el citado Castro– en Vizcaya a 1381 (en “La formación territorial y espacios políticos de Bizkaia: siglos VIII al XV”, en Historia de la Diputación Foral de Bizkaia, 1500-2014, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 2014, p. 29). La sola presencia de estos altos funcionarios de la Corona de Castilla, común en todos sus territorios, hace imposible sostener que Vizcaya era algo similar a Navarra o Aragón respecto de Castilla como territorios con su propia jurisdicción. Navarra nunca tuvo corregidores y Aragón los tuvo a partir de los decretos de Nueva Planta, tras la Guerra de Sucesión, a comienzos del siglo XVIII. Podríamos sostener, siguiendo a Adrián Celaya, que Vizcaya representaría un grado intermedio, respecto de Castilla: ni sumisión absoluta, porque el régimen foral la singularizaría, ni autonomía absoluta, porque la presencia de los corregidores es suficientemente demostrativa de su inserción en la administración castellana.
En este contexto es en el que tiene lugar la batalla de Munguía, que según Sabino Arana habría sido una demostración más de la independencia de Vizcaya en su historia.
La cuestión que se dirime para explicar el verdadero significado de la batalla de Munguía reside en las razones que impulsaron la invasión de Vizcaya por el conde de Haro y su rechazo precisamente en Munguía por los dos bandos principales, oñacinos y gamboinos, que apoyaban al conde de Treviño. Sabino Arana dice: “Pero a principios de 1470 llegó a oídos de éstos [de los vizcaínos, que Sabino Arana escribe bizkainos] la ingrata nueva de que su Señor había ya enajenado o trataba de llevarlo a efecto, por venta o por cesión, varias tierras y villas del Señorío, y justamente indignados, propusiéronse tomar serias y definitivas resoluciones. Antes, sin embargo, de que fuesen adoptadas, comprendiendo D. Enrique que los vizcaínos no acatarían de buen grado sus feudales pretensiones de soberanía, decidió someterlos por la fuerza, y llamando al Conde de Haro, Fernández de Velasco, su más leal servidor, le encargó, entregándole al efecto cinco qüentos, lo conquistara con las armas” (Obras Completas de Sabino Arana Goiri, San Sebastián, Sendoa, 1980, p. 130).