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Winston Galt
Miércoles, 21 de Diciembre de 2022 Tiempo de lectura:

Guerra civil fría

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Se acelera el golpe de Estado. Cuando se hablaba de ello hasta hace poco, muchos pensaban en lo sucedido en Cataluña en 2017. Pero el peor golpe de Estado no es el de los secesionistas y sus socios (PSOE y Podemos) sino el que está dando Pedro Sánchez en España, no en una autonomía sino en toda la nación. Ya no podemos aspirar a que en el peor de los casos España sea sustituida por un Estado Federal asociado con Cataluña y el País Vasco sino que el proceso es aún peor: destruir el Estado español como tal y crear otro nuevo desde el poder, lo que implicará que tendremos una democracia de cartón piedra (una nueva Constitución a su medida, estilo bolivariana sin limitaciones al poder, como explicábamos en nuestro último artículo) y al menos seis países asociados (Cataluña, País Vasco, Baleares, Valencia, Canarias y Galicia). Esa falsa democracia se parecerá mucho a la de Argentina o México, donde el PRI, lo más parecido al PSOE, gobernó durante setenta años dejando el atraso y la corrupción como señas de identidad. Incluso hoy sigue siendo un país atrasado y corrupto gracias a su psoe mexicano.

 

El golpe se acelera puesto que resta un año para las elecciones, las últimas en las que podremos detener el proceso. No podemos esperar ayuda de una Europa que mira para otro lado cuando los abusos de poder proceden de gobiernos socialistas (Europa está gobernada por el socialismo). El perfil del golpista ya se veía venir cuando intentó un pucherazo en las primarias de su propio partido. Lo dejaron estar y ese partido podemizado (lo dijo el propio Javier Fernández en 2016) votó a su líder natural: un líder sin principios morales, sin límites en el ejercicio del poder y sin más intereses que los propios, esto es, el perfecto líder socialista (los ejemplos son evidente es Iberoamérica).

 

Yerra el gran Fernando Savater cuando dice que este gobierno no es socialista sino un grupo de personas que se mantiene en el poder a costa de lo que sea. Que algunos socialistas hayan respetado las reglas democráticas durante un tiempo y en algunos lugares no significa que el socialismo no sea lo que es. Lo que defiende Savater es una visión romántica de un socialismo que no existe y no ha existido nunca. En su propia esencia, el socialismo es coacción y que esa coacción haya sido suave a través de la socialdemocracia europea no significa que esa ideología respete la libertad individual. De hecho, lo que estamos viendo estos días no obedece a intereses espurios de una sola persona, como se tiende a pensar. Por el contrario, la ideología socialista centra la legitimidad sólo en la mayoría, con lo cual obtiene la coartada para que el poder nunca sea limitado. Todo socialista piensa que el poder (cuando es socialista) no puede ser limitado ni por las leyes ni, por supuesto, por los jueces (esto y no otra cosa es lo que está pasando). Lo que confirma lo que hemos dicho en anteriores ocasiones, que el PSOE jamás contempló gobernar con C's cuando pudo hacerlo (los que acusan a Rivera de no haberlo permitido se equivocan, sólo buscan la coartada para justificar que Pedro Sánchez pactara con Podemos y demás basura). Si alguna duda había la información reciente sobre la Declaración de Barcelona que Sánchez firmó con ERC tres meses antes del 1-O lo ratifica sin margen de duda.

 

La declaración de este martes día 20 de diciembre de Pedro Sánchez criticando que el TC niegue la posibilidad de legislar al Parlamento y al gobierno no son más que mentiras, como lo son los discursos falaces y prevaricadores (presuntamente) de los presidentes del Congreso y del Senado en la noche del día 19 de diciembre nada más conocerse la decisión del TC de suspender la votación de dos enmiendas ilegales. Todos los golpistas acusan a los demás de serlo y se envuelven en la capa de la democracia cuando van a asestar el golpe. Ya engañaron una vez sobre quién dio realmente el golpe de Estado que acabó en una guerra civil y no se cortan para repetir la jugada y engañar al pueblo y a la historia de nuevo.

 

El PSOE, los nacionalistas y los filoetarras le están diciendo al Tribunal Constitucional (TC) que su resolución vulnera la soberanía nacional. Nada extraño en socialistas puesto que no creen en la separación de poderes, no creen en la democracia liberal y sólo durante el paréntesis de González respetaron sus términos (no totalmente, pues se asestó el primer golpe con la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985). Sólo la socialdemocracia europea ha aceptado la separación de poderes y siempre manteniendo en alguna medida la influencia política. El socialismo es una ideología opuesta a la democracia liberal y hay quien no se entera.

 

El proceso de golpe de Estado, del que el referéndum catalán no fue sino un adelanto, no está diseñado por Sánchez, sino que éste continúa el que inició Zapatero: colusión de intereses con los independentistas catalanes y vascos y demonización de la derecha para excluirla del ámbito político fueron los primeros síntomas, así como la legalización de Bildu mediante presiones al poder judicial.

 

La historia nos demuestra que una legislatura, incluso algo más, del PP no fue suficiente para detener ni revertir el proceso, que ha continuado sin solución de continuidad por el PSOE, esta vez a través de Pedro Sánchez. La proverbial debilidad del PP, temeroso siempre de la violencia política que no practica, pero que sufre y que encima le achacan sus enemigos, le impide tomar las medidas necesarias. En el PP ni siquiera se plantean un enfrentamiento frontal ante el golpe de Estado, aún confían ingenuamente en un PSOE constitucional, como si la verdad de los hechos no fuera testaruda desde hace años. Ya sufrieron el desalojo del poder que tenían en sus manos por medio de atentados y más de doscientos muertos y no despiertan.

 

El partido totalitario PSOE, cuya deriva no es de ahora sino desde hace veinte años (desde el 11 de marzo de 2004) no pretende dar el golpe de Estado a la antigua, con violencia, asesinatos masivos y guerra civil (aunque ése fue el golpe inicial). José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 ya estaba aprendiendo de quien luego ha sido su prócer y mecenas, Hugo Chávez. Se menciona siempre que la extensión del chavismo en España es Podemos, y es cierto y nadie puede negar la creación y financiación de Podemos por el régimen chavista, pero se suelen ocultar las relaciones entre el chavismo y el PSOE (a pesar de las evidencias, como la imputación a Morodo o el asunto de Delcy Rodríguez en Barajas o la evidencia del trabajo de José Luis Rodríguez Zapatero para el régimen). El método es impregnar poco a poco todas las instituciones, prostituir el régimen desde dentro, pudrirlo y dejar sólo la cáscara, de modo que se pueda seguir manteniendo un discurso aparentemente democrático mientras se está tomando el poder en todas las instituciones de control.

 

Todos los miembros del gobierno son conscientes de este proceso y, por tanto, todos son responsables del mismo. Por eso llama la atención la ingenuidad o la cobardía de algunos que pretende ver algo digno en personas como Margarita Robles sin aceptar la realidad de su traición. Todos los que están en o junto al gobierno actual son colaboracionistas en el golpe.

 

El método es impregnar poco a poco todas las instituciones, prostituir el régimen desde dentro, pudrirlo y dejar sólo la cáscara, de modo que se pueda seguir manteniendo un discurso aparentemente democrático mientras se está tomando el poder en todas las instituciones de control

 

Los ataques al Parlamento han sido terribles, han llegado a cerrarlo, y la parcialidad en el abuso de poder dentro de la institución es proverbial y hemos tenido pruebas recientemente y no sólo por su vicepresidente sino que su presidenta es un ejemplo perfecto de sectarismo y eventual (y presunta) prevaricación en el uso de sus funciones. La vulneración de derechos fundamentales de los ciudadanos no deja lugar a dudas, pues hasta el TC las ha puesto de manifiesto: los ataques a la integridad de la nación, mediante la amnistía encubierta que es la reforma de los delitos de sedición y de malversación; la parcialidad en el acatamiento de la Ley cuando el propio gobierno propicia que no cumplan las leyes ni las resoluciones judiciales sus socios; los ataques a la legalidad internacional como el mal uso de los fondos europeos, que se están malversando para comprar votos; la sumisión de los cuerpos y fuerzas del Estado mediante la manipulación para hacerlos salvaguarda del gobierno con desprecio a la verdad y a la legalidad (desde dar chivatazos a una banda terrorista, como en el caso del Faisán, a falsear atestados o a exigir información sobre investigaciones judiciales); los ataques a cualquier institución que suponga transparencia hasta el punto de que ahora mismo todo el mundo sabe que las estadísticas publicadas por el INE están falsificadas; el uso prevaricador de la Fiscalía, sobre lo que no hay que añadir nada que ustedes no sepan y, finalmente, el último bastión, el ataque al poder judicial.

 

Así se da un golpe de Estado moderno, dejando una nación esquilmada y un Estado que no es más que una inmensa y poderosísima maquinaria a favor de un partido político y de una élite que se confunde con él. Cuando se consume finalmente, para lo que no falta mucho, tendremos que recordar una vez más, como hemos dicho aquí en otras ocasiones, las palabras de un escritor que fue comunista: Pedros Markaris dijo que le sorprendió la identidad casi perfecta entre el Estado y el Partido Comunista. Efectivamente, un Estado sin controles democráticos efectivos es como un Partido Comunista. Un líder y una maquinaria que se imponen a una sociedad que queda impotente.

 

Los ingenuos comentan que tenemos un presidente sumiso a sus socios. Es falso. No es sumiso, es el que manda y todos los días da muestras de ello. Manda y manda como desea mandar. Sus postulados coinciden con los de sus socios no porque sea un infeliz sometido por las circunstancias sino porque él eligió esas circunstancias y con quien gobernar desde el principio. Si alguien piensa que lo que le están pidiendo sus socios no lo quiere este gobierno que eche la mirada atrás y piense si no es eso exactamente lo que les prometió ya hace veinte años Zapatero: el gobierno aceptará lo que venga de Cataluña (en referencia al nuevo estatuto del cual un TC aún con algo de dignidad anuló algunos artículos). Por tanto, menos lobos, como chulea el propio Sánchez: no está haciendo lo que le imponen sino que lo que desea. Otra cosa es que desgrane esas medidas según va necesitando comprar los votos de sus amados socios.

 

El año 2023 va a ser el más importante de nuestra historia desde 1978. Veremos si nos merecemos estar en la civilización o regresar a la barbarie, siempre de la mano de los mismos: de los socialistas y de los nacionalistas. España podrá ser libre o será nacionalsocialista. No hay otra opción

 

Hay personas que no acaban de comprender por qué se gobierna para minorías, por qué se adoptan leyes que benefician a chorizos, pederastas, vagos, golpistas, filoetarras, etc. La razón es muy sencilla: para dividir el bloque social, para provocar una inversión social que es imprescindible para sus propósitos. Hoy, en España, son mayoría los dependientes sobre los productores. Éstos son cada vez más esclavos de aquéllos. Y así se pretende, criminalizando a los productores que piensan diferente y no los votan de modo que intentan convencernos de que las líneas rojas que no se pueden traspasar son precisamente las que se imponen a las personas "normales". El Club de los Viernes se preguntaba hace poco: "¿Por qué todos los partidos sólo gobiernan para los que reciben prestaciones, no trabajan ni pagan impuestos y no para los que trabajan?". Pues para cambiar la sociedad.  Cambiando la sociedad se cambia el poder y, de facto, la Constitución. Véase Venezuela. Aunque hay una parte que se rebela, estoy seguro de que la mayoría de la población de ese país es incapaz de protestar. Otro ejemplo es Cuba. El año pasado hubo protestas, pero fueron muchos más los que se quedaron en sus casas. La mayoría de las personas, en todo tiempo y lugar, tolera lo intolerable y está bien enseñada respecto a que el Estado debe ser siempre obedecido.

 

Algunos se preguntan qué se puede hacer si debemos respetar las leyes. Sólo esperar, como algunos, a que las próximas elecciones, caso de que sean limpias, provoquen la caída del dictadorzuelo bananero es muy peligroso. Incluso si gana el bloque constitucionalista, si luego no se hace lo que hay que hacer para revertir el proceso, no habrá servido de nada. Sólo supondrá un retraso en la revolución. En cualquier caso, mientras tanto se pueden hacer algunas cosas: prometer que se les quitará el dinero a sus organizaciones políticas y sindicales en cuanto se llegue al poder; denunciar en todos los foros y con todas las consecuencias; denunciar en la UE lo que está pasando en España con un gobierno que allí consideran erróneamente homologable a los suyos; denunciar a la prensa prostituida y prometerles las duras consecuencias de su complicidad con el crimen, querellarse inmediatamente contra los prevaricadores...

 

No es cierto lo que dicen muchos: que Sánchez es un maestro en el arte de la manipulación. En verdad, Sánchez no manipula. Es tan burdo que no lo necesita. Lo único que hace es almacenar argumento falso sobre argumento falso, escándalo sobre escándalo, mentira sobre mentira, como decir que defiende la Constitución cuando es su máximo traidor. No tiene que molestarse en manipular, le basta con mentir y el ganado seguirá obediente. Lo que demuestra Sánchez es que ser de izquierdas o ser del PSOE es similar a pertenecer a una secta y sus mecanismos psicológicos son idénticos, con un desprecio obvio por la realidad y por la verdad.

 

Pedro Sánchez ha descubierto la piedra filosofal de todo déspota: que la gente no merece sacrificio alguno. Es una verdad a la que sólo puede llegar un socialista, pues para llegar a ella es necesario desconfiar de la capacidad de la gente para gobernarse a sí misma y haber tenido una vocación de redentor que se ve desengañada. Su psicología psicopática, por sus hechos confirmada, no es más que el colofón a su convencimiento de que nadie importa excepto él mismo. Por eso fue capaz de intentar un pucherazo en su propio partido y es capaz de cualquier cosa para conseguir su propósito: ¿Que hay que empobrecer a la gente para mantenerse en el poder? Se la empobrece sin problemas; ¿Que es necesario engañar a todo el mundo? Se engaña a todo el mundo.

 

A partir de ese momento no hay límites. Y el único límite que puede haber es el poder judicial. Controlar a los jueces es esencial para su proyecto. Debe tenerse en cuenta que el TC ha suspendido la votación de las enmiendas ilegales por sólo un voto. Los otros cinco magistrados del TC han tomado una decisión que algunos podemos considerar prevaricadora. Y lo que quiere decir que, dentro de unos meses, cuando el proceso haya culminado por la vía correcta (no tengan duda de que llegará), serán mayoría en el TC y podrán salvar cualquier decisión ilegal e inconstitucional con los argumentos que les apetezca esgrimir. Y entonces no habrá vuelta atrás.

 

Estamos aquí por la decisión de algunos y la ceguera de muchos. Este artículo se iba a titular Golpe de Estado, pues fue escrito hace días. Hoy no puede llamarse así, sino como el fragor real de lo que agita, una verdadera guerra civil fría (de momento) con claros paralelismos a lo que ocurrió en el año 1936. Sólo les falta, para una identificación casi exacta, el pucherazo en las próximas elecciones, lo que, a la vista de sus escrúpulos, no se puede descartar que lo intenten. Una dictadura viene de camino, ésa es la realidad a la que nos enfrentamos. La que no queríamos ver hace unos pocos años. Considerábamos exagerados a los que nos decían que se estaban siguiendo los mismos pasos que en Venezuela. Pues ya está aquí. Quien lo niegue ahora no será sino un ciego o un ingenuo.

 

Que consumen el golpe de Estado o no está en manos de todos los españoles. El año 2023 va a ser el más importante de nuestra historia desde 1978. Veremos si nos merecemos estar en la civilización o regresar a la barbarie, siempre de la mano de los mismos: de los socialistas y de los nacionalistas. España podrá ser libre o será nacionalsocialista. No hay otra opción.

 

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