Autor de “La traición de los europeos”, editado por La Tribuna
Guillermo Mas Arellano: “Todo lo que consideramos humano está desapareciendo”
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Columnista habitual de La Tribuna del País Vasco y de otros medios disidentes con el pensamiento oficial, crítico cultural, estudioso de la literatura y gran conocedor del mundo del cine, Guillermo Mas Arellano, a pesar de su extrema juventud, es también una de las voces más autorizadas a la hora de reflexionar, en lengua española, sobre el mundo de la Tradición y de la Modernidad. Prolífico articulista y ensayista, es el creador y director del canal de Youtube Pura Virtud: Cine y Literatura, que cuenta con más de 6.000 suscriptores. Ahora, buceando en las fuentes originales, Mas Arellano ha decidido publicar, bajo el sello literario de La Tribuna del País Vasco, un primer libro atípico, profundo y ambicioso, una suerte de enciclopedia personal para un apocalipsis sin apocalipsis final donde se plantea una auténtica renovación del pensamiento alternativo en nuestra lengua.
Y es que, escrito para todos y para nadie, La traición de los europeos supone un hito importante en el pensamiento disidente en español. Se trata de un ensayo ambicioso, total, profundo, que no puede dejar indiferente a nadie, puesto que trata de los grandes pensadores de nuestra época y desarrolla los temas fundamentales de nuestro presente y, a buen seguro, también de nuestro futuro. Y todo ello, a partir de una premisa tan clara como rotunda y revolucionaria: la destrucción de Europa por culpa de la apatía de los propios europeos. En este trabajo rebelde, lúcido y en ocasiones demoledor, Mas Arellano analiza la gran Tradición europea según los autores y obras más relevantes, la entrada en la Modernidad y sus manifestaciones artísticas más significativas en los últimos siglos. Y propone el uso de una terminología tan novedosa como atractiva e hipnótica: lucha por el imaginario, tecnopolítica, agentes del caos, insoportable malestar del ser... Y mucho más. La traición de los europeos es también un ensayo que, retomando a Spengler cien años después de la publicación de su obra magna, pretende ser una hoja de ruta para el mundo que resurja tras la caída definitiva de una civilización decadente. Prologado por Sebastián Porrini, este ensayo magnífico supone una propuesta necesaria y urgente para comprender el complejo e inabarcable mundo del siglo XXI desde su pasado esencial, su acuciante presente y su más inminente futuro. “La auténtica revolución sólo puede ser una vuelta al origen”, dice Guillermo Mas.
Enhorabuena por la publicación de su último libro, Guillermo, que es también el primero. Para empezar, ¿nos puede contar de qué forma nació La traición de los europeos: Ensayos de Tradición, Modernidad y Crítica Cultural?
Muchas gracias por entrevistarme otra vez, Javier. El libro nació como un encargo del editor de La Tribuna del País Vasco, Raúl González Zorrilla, al que tengo que agradecer su paciencia y atención, además de la elección de la portada, por no hablar de la confianza que depositó en mí con este proyecto.
¿Comenzó a escribirlo antes o después de la guerra de Ucrania?
No sabría muy bien cómo responderle a eso; de un lado, el encargo del libro fue posterior a ese terrible drama europeo, que por supuesto trato en el libro; de otro, es un libro que reelabora muchos textos anteriores, escritos a lo largo de los últimos dos años, para tratar de entender precisamente el siglo en el que vivimos. Un tiempo que, curiosamente, se caracteriza por ser difícil de comprender y no digamos ya de cartografiar.
El libro se divide en tres apartados bien diferenciados…
Así es, aquellos que aparecen en el subtítulo de este: Tradición, Modernidad y Crítica cultural. La premisa para escoger dicha estructura es muy sencilla: todos los mundos antiguos constan de una Tradición; incluyendo, por supuesto, a Europa. La Modernidad, un signo eminentemente occidental de decadencia, se define, como han estudiado pensadores de la talla de Hans Blumenberg o Dalmacio Negro, contra la Tradición, legitimándose como inversión y hasta negación. En el último estadio de la Modernidad aparece el posmodernismo e, incluso, aquello que ha venido después y en lo que estamos sumidos. Esta etapa se caracteriza, tal y como yo lo entiendo, por las manifestaciones patológicas del capitalismo tardío en nuestras vidas íntimas y privadas.
Propone varios términos muy novedosos (lucha por el imaginario, insoportable malestar del ser, agentes del caos y tecnopolítica) que ha venido trabajando en los últimos años, ¿podría explicarlos brevemente?
Lucha por el imaginario: Se trata de algo mucho más profundo que la tan manida “batalla cultural”. Es un enfrentamiento por el poder de las imágenes, por el relato. Por eso a mí me interesa mucho más estudiar (sobre todo, en la tercera parte del libro) la utilización de las representaciones imaginarias que las consabidas luchas dialécticas en las que habitualmente se entretienen los “opinadores” profesionales de la prensa. En un mundo compuesto de simulacros y espectáculo (Debord + Baudrilard), de shock y de kitsch, no queda más opción que entender la imposición de una u otra representación del imaginario como lucha.
Insoportable malestar del ser: Siguiendo a autores como Deleuze, Fisher o Bifo Berardi, se trata de estudiar el impacto espiritual, a través de sus distintas manifestaciones patológicas, del capitalismo tardío en el sujeto contemporáneo. Lo humano se encuentra en peligro por dos razones: el avance de la Inteligencia Artificial y el retroceso de los afectos. El pensamiento se ha debilitado; la ignorancia ha avanzado bajo la negligencia de las élites y el avance de la oclocracia; la imaginación ha sido secuestrada; el amor se encuentra gravemente amenazado… En definitiva, aquello que tradicionalmente consideramos humano está a punto de quedar obsoleto (si es que no lo ha hecho ya). A la vivencia autoconsciente de esa experiencia la he denominado “insoportable malestar del ser”.
Agentes del caos: Es una forma muy particular de entender el aceleracionismo. De nada sirve poner palos a las ruedas en un estado de descomposición de la civilización tan avanzado. Debemos adoptar el propio caos, el nihilismo incluso, como armas para derribar al Sistema, a La Catedral (como la llama Yarvin), con el preso de su propia inercia. Después volverá la revolución, que es una vuelta al origen, pero hasta que eso suceda los defensores de la Tradición debemos adoptar el código del enemigo para destruir al enemigo (Schmitt). Ser un “agente del caos” supone habitar la noche, vivir a la intemperie, celebrar el Kali Yuga, convertir nuestra orfandad en causa común.
Tecnopolítica: Toda tecnología tiene su política detrás. Actualmente vivimos en una “silicolonización del mundo” (Sadin) en Occidente. Contra lo que piensan los liberales y los marxianos, no es la economía —o, ya puestos, la técnica— la que desarrolla la política. Ocurre lo contrario: la política determina el paradigma económico (o el que se prefiera). Por lo tanto, tenemos que entender, a las puertas de los importantes cambios tecnológicos que se avecinan en esta Cuarta Revolución Industrial, cuál es el paradigma tecnopolítico que los ha propiciado. Para ello vuelvo a le meditación sobre la cibernética de autores como Heidegger o Wiener tras la terrible pira de las dos guerras civiles europeas (Nolte), pero sobre todo a los autores de ficciones que se han anticipado al futuro que ya es presente para nosotros: Philip K. Dick, el cyberpunk y demás. Sólo la belleza de la poesía puede salvarnos.
Parece un libro muy ecléctico, contradictorio incluso, puesto a definirlo, ¿qué término utilizaría?
Precisamente porque la realidad es polifónica, su transcripción literaria o filosófica debe ser asimismo fragmentaria. He tratado de escribir un libro rizomático, expansivo, ambicioso y total. Creo que no hay otra forma de hablar de nuestro tiempo con rigor. Aun así, creo que se trata de un ensayo tal y como lo han concebido Montaigne: “Me he constituido a mí mismo como argumento y sujeto de mi libro”; y Chesterton: “Un ensayo, por su propio nombre y su propia naturaleza, es verdaderamente un intento y un experimento. Lo que se hace es ensayar un ensayo”. El experimento sólo finaliza cuando el libro sale publicado y pasa de pertenecer al escritor a ser parte del lector.
Arranca el libro reivindicando la figura del héroe y señalando que la guerra es el origen mítico de Europa, ¿nos lo podría explicar brevemente?
Todo eso está en Homero, en Heráclito, en Platón y en tantos otros. Vivimos instalados en una guerra antropológica muy antigua que yo detallo en el libro: el Homo œconomicus contra el Zoon politikón. Aristóteles contra Darwin. Los autores que me han influenciado (Spengler, Evola, Jünger) me han obligado a tomar partido por la polis en vez de por los mercaderes. A desmentir el Fin de la Historia tal y como lo han concebido Kójeve, Fukuyama y Escohotado. La reivindicación del heroísmo, del conflicto, de la conciencia de los límites, del sentimiento trágico y melancólico de la vida, es fundamental para lograr dicho objetivo. El libro comienza hablando de la cólera de Aquiles y termina señalando la inevitable melancolía de un tiempo donde los dioses viven en el exilio.
La tesis que da el título el libro es que los europeos nos enfrentamos a la extinción por culpa del olvido y la traición contra nuestro propio patrimonio. ¿Qué cree que nos espera a corto plazo?
Hay una crisis política, social y económica en marcha. Y llegará antes de lo que pensamos (espero equivocarme). Si será la definitiva o sólo una más en la larga lista, no lo sé. El futuro de Europa se encuentra seriamente amenazado tras la catástrofe social y económica desencadenada tanto por la pandemia de coronavirus como por la guerra de Ucrania. Desde los atentados del 11S ha nacido un mundo de simulacros que nos llevan a conflictos falsamente motivados, justificados en base a mentiras (véase: armas de destrucción masiva en tiempos de Sadam Husein), pero convenientes para el “estado de excepción” y la “doctrina del shock”. Las políticas “verdes” son la puntilla de esa catástrofe. Los europeos estamos aislados en el mundo geopolítico: atrapados bajo la bota de unos Estados Unidos al borde de la guerra civil.
Bajando a la política concreta, ¿qué opina de la moción de censura de Tamames-Vox en este año lleno de elecciones locales y nacionales?
Los que creen ocuparse de la política comentando la actualidad del Gobierno y la oposición en el Congreso, en realidad se dedican a la ficción; de la misma forma, lo que nos ocupamos de las ficciones literarias o cinematográficas y su relación con el mundo en el que se enmarcan, en realidad nos dedicamos a la política. En eso consiste, en resumidas cuentas, la lucha por el imaginario. Me encuentro mucho más cerca del realismo político o de la metapolítica, es decir, de la discusión en torno al fundamento, que de la diatriba sobre la contingencia burocrática. El futuro de Europa no pasa por una opción parlamentaria convencional. Tenemos que abonar un pensamiento a la altura de nuestra época: el “arqueofuturismo”, la “neoreacción”, lo “retroprogresivo”. Cabalgando el tigre más allá de nuestra emboscadura. Si el pensamiento “alternativo” no está a la altura de esa circunstancia porque prefiere vivir en los paraísos artificiales de un pasado sublimado, morirá, como todo lo demás.
Columnista habitual de La Tribuna del País Vasco y de otros medios disidentes con el pensamiento oficial, crítico cultural, estudioso de la literatura y gran conocedor del mundo del cine, Guillermo Mas Arellano, a pesar de su extrema juventud, es también una de las voces más autorizadas a la hora de reflexionar, en lengua española, sobre el mundo de la Tradición y de la Modernidad. Prolífico articulista y ensayista, es el creador y director del canal de Youtube Pura Virtud: Cine y Literatura, que cuenta con más de 6.000 suscriptores. Ahora, buceando en las fuentes originales, Mas Arellano ha decidido publicar, bajo el sello literario de La Tribuna del País Vasco, un primer libro atípico, profundo y ambicioso, una suerte de enciclopedia personal para un apocalipsis sin apocalipsis final donde se plantea una auténtica renovación del pensamiento alternativo en nuestra lengua.
Y es que, escrito para todos y para nadie, La traición de los europeos supone un hito importante en el pensamiento disidente en español. Se trata de un ensayo ambicioso, total, profundo, que no puede dejar indiferente a nadie, puesto que trata de los grandes pensadores de nuestra época y desarrolla los temas fundamentales de nuestro presente y, a buen seguro, también de nuestro futuro. Y todo ello, a partir de una premisa tan clara como rotunda y revolucionaria: la destrucción de Europa por culpa de la apatía de los propios europeos. En este trabajo rebelde, lúcido y en ocasiones demoledor, Mas Arellano analiza la gran Tradición europea según los autores y obras más relevantes, la entrada en la Modernidad y sus manifestaciones artísticas más significativas en los últimos siglos. Y propone el uso de una terminología tan novedosa como atractiva e hipnótica: lucha por el imaginario, tecnopolítica, agentes del caos, insoportable malestar del ser... Y mucho más. La traición de los europeos es también un ensayo que, retomando a Spengler cien años después de la publicación de su obra magna, pretende ser una hoja de ruta para el mundo que resurja tras la caída definitiva de una civilización decadente. Prologado por Sebastián Porrini, este ensayo magnífico supone una propuesta necesaria y urgente para comprender el complejo e inabarcable mundo del siglo XXI desde su pasado esencial, su acuciante presente y su más inminente futuro. “La auténtica revolución sólo puede ser una vuelta al origen”, dice Guillermo Mas.
Enhorabuena por la publicación de su último libro, Guillermo, que es también el primero. Para empezar, ¿nos puede contar de qué forma nació La traición de los europeos: Ensayos de Tradición, Modernidad y Crítica Cultural?
Muchas gracias por entrevistarme otra vez, Javier. El libro nació como un encargo del editor de La Tribuna del País Vasco, Raúl González Zorrilla, al que tengo que agradecer su paciencia y atención, además de la elección de la portada, por no hablar de la confianza que depositó en mí con este proyecto.
¿Comenzó a escribirlo antes o después de la guerra de Ucrania?
No sabría muy bien cómo responderle a eso; de un lado, el encargo del libro fue posterior a ese terrible drama europeo, que por supuesto trato en el libro; de otro, es un libro que reelabora muchos textos anteriores, escritos a lo largo de los últimos dos años, para tratar de entender precisamente el siglo en el que vivimos. Un tiempo que, curiosamente, se caracteriza por ser difícil de comprender y no digamos ya de cartografiar.
El libro se divide en tres apartados bien diferenciados…
Así es, aquellos que aparecen en el subtítulo de este: Tradición, Modernidad y Crítica cultural. La premisa para escoger dicha estructura es muy sencilla: todos los mundos antiguos constan de una Tradición; incluyendo, por supuesto, a Europa. La Modernidad, un signo eminentemente occidental de decadencia, se define, como han estudiado pensadores de la talla de Hans Blumenberg o Dalmacio Negro, contra la Tradición, legitimándose como inversión y hasta negación. En el último estadio de la Modernidad aparece el posmodernismo e, incluso, aquello que ha venido después y en lo que estamos sumidos. Esta etapa se caracteriza, tal y como yo lo entiendo, por las manifestaciones patológicas del capitalismo tardío en nuestras vidas íntimas y privadas.
Propone varios términos muy novedosos (lucha por el imaginario, insoportable malestar del ser, agentes del caos y tecnopolítica) que ha venido trabajando en los últimos años, ¿podría explicarlos brevemente?
Lucha por el imaginario: Se trata de algo mucho más profundo que la tan manida “batalla cultural”. Es un enfrentamiento por el poder de las imágenes, por el relato. Por eso a mí me interesa mucho más estudiar (sobre todo, en la tercera parte del libro) la utilización de las representaciones imaginarias que las consabidas luchas dialécticas en las que habitualmente se entretienen los “opinadores” profesionales de la prensa. En un mundo compuesto de simulacros y espectáculo (Debord + Baudrilard), de shock y de kitsch, no queda más opción que entender la imposición de una u otra representación del imaginario como lucha.
Insoportable malestar del ser: Siguiendo a autores como Deleuze, Fisher o Bifo Berardi, se trata de estudiar el impacto espiritual, a través de sus distintas manifestaciones patológicas, del capitalismo tardío en el sujeto contemporáneo. Lo humano se encuentra en peligro por dos razones: el avance de la Inteligencia Artificial y el retroceso de los afectos. El pensamiento se ha debilitado; la ignorancia ha avanzado bajo la negligencia de las élites y el avance de la oclocracia; la imaginación ha sido secuestrada; el amor se encuentra gravemente amenazado… En definitiva, aquello que tradicionalmente consideramos humano está a punto de quedar obsoleto (si es que no lo ha hecho ya). A la vivencia autoconsciente de esa experiencia la he denominado “insoportable malestar del ser”.
Agentes del caos: Es una forma muy particular de entender el aceleracionismo. De nada sirve poner palos a las ruedas en un estado de descomposición de la civilización tan avanzado. Debemos adoptar el propio caos, el nihilismo incluso, como armas para derribar al Sistema, a La Catedral (como la llama Yarvin), con el preso de su propia inercia. Después volverá la revolución, que es una vuelta al origen, pero hasta que eso suceda los defensores de la Tradición debemos adoptar el código del enemigo para destruir al enemigo (Schmitt). Ser un “agente del caos” supone habitar la noche, vivir a la intemperie, celebrar el Kali Yuga, convertir nuestra orfandad en causa común.
Tecnopolítica: Toda tecnología tiene su política detrás. Actualmente vivimos en una “silicolonización del mundo” (Sadin) en Occidente. Contra lo que piensan los liberales y los marxianos, no es la economía —o, ya puestos, la técnica— la que desarrolla la política. Ocurre lo contrario: la política determina el paradigma económico (o el que se prefiera). Por lo tanto, tenemos que entender, a las puertas de los importantes cambios tecnológicos que se avecinan en esta Cuarta Revolución Industrial, cuál es el paradigma tecnopolítico que los ha propiciado. Para ello vuelvo a le meditación sobre la cibernética de autores como Heidegger o Wiener tras la terrible pira de las dos guerras civiles europeas (Nolte), pero sobre todo a los autores de ficciones que se han anticipado al futuro que ya es presente para nosotros: Philip K. Dick, el cyberpunk y demás. Sólo la belleza de la poesía puede salvarnos.
Parece un libro muy ecléctico, contradictorio incluso, puesto a definirlo, ¿qué término utilizaría?
Precisamente porque la realidad es polifónica, su transcripción literaria o filosófica debe ser asimismo fragmentaria. He tratado de escribir un libro rizomático, expansivo, ambicioso y total. Creo que no hay otra forma de hablar de nuestro tiempo con rigor. Aun así, creo que se trata de un ensayo tal y como lo han concebido Montaigne: “Me he constituido a mí mismo como argumento y sujeto de mi libro”; y Chesterton: “Un ensayo, por su propio nombre y su propia naturaleza, es verdaderamente un intento y un experimento. Lo que se hace es ensayar un ensayo”. El experimento sólo finaliza cuando el libro sale publicado y pasa de pertenecer al escritor a ser parte del lector.
Arranca el libro reivindicando la figura del héroe y señalando que la guerra es el origen mítico de Europa, ¿nos lo podría explicar brevemente?
Todo eso está en Homero, en Heráclito, en Platón y en tantos otros. Vivimos instalados en una guerra antropológica muy antigua que yo detallo en el libro: el Homo œconomicus contra el Zoon politikón. Aristóteles contra Darwin. Los autores que me han influenciado (Spengler, Evola, Jünger) me han obligado a tomar partido por la polis en vez de por los mercaderes. A desmentir el Fin de la Historia tal y como lo han concebido Kójeve, Fukuyama y Escohotado. La reivindicación del heroísmo, del conflicto, de la conciencia de los límites, del sentimiento trágico y melancólico de la vida, es fundamental para lograr dicho objetivo. El libro comienza hablando de la cólera de Aquiles y termina señalando la inevitable melancolía de un tiempo donde los dioses viven en el exilio.
La tesis que da el título el libro es que los europeos nos enfrentamos a la extinción por culpa del olvido y la traición contra nuestro propio patrimonio. ¿Qué cree que nos espera a corto plazo?
Hay una crisis política, social y económica en marcha. Y llegará antes de lo que pensamos (espero equivocarme). Si será la definitiva o sólo una más en la larga lista, no lo sé. El futuro de Europa se encuentra seriamente amenazado tras la catástrofe social y económica desencadenada tanto por la pandemia de coronavirus como por la guerra de Ucrania. Desde los atentados del 11S ha nacido un mundo de simulacros que nos llevan a conflictos falsamente motivados, justificados en base a mentiras (véase: armas de destrucción masiva en tiempos de Sadam Husein), pero convenientes para el “estado de excepción” y la “doctrina del shock”. Las políticas “verdes” son la puntilla de esa catástrofe. Los europeos estamos aislados en el mundo geopolítico: atrapados bajo la bota de unos Estados Unidos al borde de la guerra civil.
Bajando a la política concreta, ¿qué opina de la moción de censura de Tamames-Vox en este año lleno de elecciones locales y nacionales?
Los que creen ocuparse de la política comentando la actualidad del Gobierno y la oposición en el Congreso, en realidad se dedican a la ficción; de la misma forma, lo que nos ocupamos de las ficciones literarias o cinematográficas y su relación con el mundo en el que se enmarcan, en realidad nos dedicamos a la política. En eso consiste, en resumidas cuentas, la lucha por el imaginario. Me encuentro mucho más cerca del realismo político o de la metapolítica, es decir, de la discusión en torno al fundamento, que de la diatriba sobre la contingencia burocrática. El futuro de Europa no pasa por una opción parlamentaria convencional. Tenemos que abonar un pensamiento a la altura de nuestra época: el “arqueofuturismo”, la “neoreacción”, lo “retroprogresivo”. Cabalgando el tigre más allá de nuestra emboscadura. Si el pensamiento “alternativo” no está a la altura de esa circunstancia porque prefiere vivir en los paraísos artificiales de un pasado sublimado, morirá, como todo lo demás.