El último maqueto
“El apellido es el sello de raza: si un apellido es euskérico, euskeriano es el que lo lleva; si es maketo, maketo es su poseedor.” (Sabino Arana, Bizkaitarra, nº 20, 2 de febrero de 1895)
Ahora ya lo puedo decir: con el nombramiento de Imanol Pradales Gil como candidato a lendacari por el PNV, ya no quedan maquetos. Se acabaron los maquetos. El PNV ha dictado sentencia: los maquetos ya no existen. O dicho de otro modo: cualquier maqueto podrá ser a partir de ahora lendacari del País Vasco por el PNV o, de ahí para abajo, cualquier cargo que se proponga en nombre de ese partido. Los muchos maquetos del PNV y del nacionalismo en general o del País Vasco en toda su extensión, están de enhorabuena. Se acabó la discriminación por razón de apellidos. Hasta ahora decían que así era y yo no me lo creía, porque todos los cargos principales siempre recaían en patanegras de apellidos. Y dejaban para los maquetos cargos secundarios: portavoz en el Congreso, diputado general de Álava, alcalde de Vitoria. Pero ahora ya no. Con el nombramiento de un candidato a lendacari, el cargo más importante para el nacionalismo, el sucesor de José Antonio Aguirre, se acabaron las dudas. Los maquetos ya no existen.
El pasado domingo 26 de noviembre se reunieron en Pedernales (ahora Sukarrieta), delante de la tumba de Sabino Arana, a rendirle el homenaje que cada año realizan con motivo de su fallecimiento un 25 de noviembre de 1903 (ahora hace 120 años), todos los cargos principales del PNV y entre ellos el que va a ser el próximo candidato a lendacari, por decisión del Euscadi Vuru Vachar, Imanol Pradales Gil.
Precisamente al que iban a homenajear ese día, Sabino Arana, no le gustaban nada los maquetos, hasta el punto que fundó un partido para discriminarles, expresamente para discriminarles, porque según él, que era muy religioso, los vascos, yendo de la mano de los maquetos, no podían alcanzar la salvación, que es lo más importante que le puede pasar a una persona y para lo que venimos al mundo, según los creyentes. ¿No es sensacional, increíble y maravilloso que el fundador del partido escribiera contra los maquetos hasta la extenuación, convirtiendo la discriminación y estigmatización de los maquetos en el núcleo de su ideología, y que luego sus seguidores, al cabo de 120 años justos de su fallecimiento, nombren para el cargo más importante de la política vasca a uno de ellos?
Con la reciente elección (dedazo) de Imanol Pradales Gil como candidato a lendacari por parte del Partido Nacionalista Vasco y a salvo del paripé de la consulta a las bases (que ya os digo yo desde ahora que no va a cambiar absolutamente nada de lo que la cúpula ha decidido, para que luego vengan con que los partidos “estatales” son poco democráticos o menos democráticos), entramos en una fase verdaderamente insólita de la política vasca.
No he visto ni un solo artículo (aparte de los que he publicado yo, valga la inmodestia) que hable del tema de los apellidos del interfecto, cuando ese es precisamente el asunto sustancial que se ventila aquí. Los periodistas vascos no se han referido a ello porque todos juegan a que eso ya no cuenta y que mencionarlo sí que sería motivo de racismo. Los periodistas de otras partes de España tampoco, porque no entienden lo que se está dirimiendo aquí, no conciben que aquí haya habido y haya aún discriminación por no tener apellidos normales españoles.
Si Imanol Pradales Gil llegara a ser lendacari del Gobierno vasco nos encontraríamos con la paradoja más grande de la historia política, social y cultural vasca desde que Sabino Arana empezó a darnos la matraca con el tema de los apellidos. Bueno, en realidad con la sola elección de Pradales como candidato por parte del PNV ya se ha producido la paradoja.
La primera alusión al tema de los maquetos por parte de Sabino Arana la tenemos perfectamente registrada. Fue en la “Advertencia” con la que abrió el libro Bizkaya por su independencia, donde recogía una serie de relatos completamente desquiciados sobre sucesos históricos o pseudohistóricos del Señorío de Vizcaya. En dicha “Advertencia”, o prólogo, aparece un párrafo donde se lamenta de que los periódicos bilbaínos estén llenos de patriotas españoles. Dice así (está en la página 109 de sus Obras Completas):
“Ante esta actitud natural y característica de los periódicos bilbaínos (no exceptúo a ninguno), no puede menos de reconocérseles, en honor de la verdad, que si ya no bizkainos patriotas, son entusiastas patriotas españoles, exactamente como los de Santander y Cuenca, verbigracia”. Y la frase se cierra con una llamada a pie de página donde dice lo siguiente: “Cierto que no debe extrañarnos, pues las redacciones de los periódicos que hoy se publican en Bilbao están, algunas por completo y las otras casi totalmente, compuestas de maketos”. Esto está fechado el 30 de noviembre de 1892. A partir de ahí la cruzada del fundador del nacionalismo vasco contra los maquetos fue desaforada hasta 1898, momento en que se para porque uno de los principales maquetos a los que había fustigado previamente, Ramón de la Sota y Llano, decidió apoyarle para que consiguiera convertirse en diputado provincial de Vizcaya, con el dinero y el apoyo logístico y personal de sus muchos empleados en sus numerosas empresas instaladas en Bilbao. Es de suponer que Don Ramón le puso como condición que dejara de meterse con él y con el resto de maquetos que entraron entonces al nacionalismo vasco procedentes de la Sociedad Euskalerria de Bilbao. La otra razón por la que dejó de despotricar contra los maquetos fue que su propio hermano, Luis Arana Goiri, a quien Sabino puso incluso como precursor del nacionalismo, había decidido marcharse a vivir al País Vasco francés con su flamante esposa, maqueta por los cuatro costados, originaria de Urrea de Jalón (provincia de Zaragoza) con la que había tenido un hijo en Barcelona en 1893 y con la que se casó cinco años más tarde, en 1898. De esta manera Luis Arana evitaba las habladurías y se mantenía bien lejos de los ambientes políticos de Bilbao donde su hermano había fundado un partido político basado en la discriminación de los maquetos. Sabino Arana conoció por primera vez a su cuñada y a su sobrino cuando este ya tenía siete años, en 1900. No sabemos si conoció toda la historia o solo parte, de todo lo que su hermano le había ocultado hasta entonces. Lo cierto es que a partir de ahí el fundador del nacionalismo vasco entró en un declive físico y político progresivo, del que ya no se recuperaría, falleciendo prematuramente en 1903.
Qué casualidad que a quienes primero de todos llama Sabino Arana maquetos es al gremio de los periodistas de Bilbao. Pues bien, una de las muchas maravillas a las que tenemos que asistir en estos tiempos nuestros es a tener que ver la principal hoja parroquial del nacionalismo vasco, es decir el Deia (y los correspondientes Diarios de Noticias de la misma empresa repartidos por todas las demás provincias vascas y Navarra), llenos de maquetos en sus redacciones y cantando las alabanzas a sus dueños, los mismos que un siglo antes maltrataron moral e intelectualmente a sus propios antepasados. Citamos algunos: José Ramón Blázquez, Juan José Baños, Enrique Santarén, Javier Vizcaíno, todos ellos redactores principales y la actual directora Marta Martín.
Ahí los tenemos, dichosos y ufanos pensando que por fin su condición maqueta les está siendo recompensada. Observen si no a uno de ellos, a quien particularmente le tenemos muy presente en esta serie, Javier Vizcaíno, en su artículo “PNV, cambio de ciclo” de 26 de noviembre pasado, donde pone (una vez más, pero ahora con más fuerza que nunca, si cabe) por las nubes a quien verdaderamente manda ahí, Iñigo Urkullu, y que es a todas luces a quien debemos el nombramiento de Imanol Pradales Gil como candidato a lendacari (Pradales es la viva imagen de Urkullu, tanto físicamente como en carácter, solo que en más joven, con más pelo y un poco más alto). Dice Vizcaíno: “Guardo para otras columnas, que casi son deuda perentoria, mi más entregada consideración sobre el gigante político y humano que aún ha de culminar su tercera legislatura, dejando alma, corazón y vida en el empeño. Y en la línea que me queda, envío mis parabienes a mi querido y admirado vecino Pradales, un tipo sobradamente preparado para hacer frente a lo que venga.” Urkullu gigante político y humano, dice Javier Vizcaíno.
Estamos ante un grandísimo maqueto (Vizcaíno) que agradece al gigante político y humano de entre los boronos (Urkullu) haber puesto a otro maqueto (Pradales) como candidato a lendacari. Pero ya decimos que los maquetos no existen, que desaparecieron hace tiempo. No sabemos cuándo exactamente y seguro que nadie nos lo podrá decir, pero ya no existen.
Porque con esta historia de la elección de Imanol Pradales Gil como candidato a futuro lendacari por el PNV lo que estamos viviendo básicamente es el final de los maquetos. Quién nos lo iba a decir. Y, sobre todo, quién se lo iba a decir a los boronos que han dirigido el partido desde su mismo origen: que llegarían a poner a un maqueto para que les dirigiera a ellos mismos.
Bueno, aunque estamos por ver la siguiente fase de esta historia cómo acaba: si el maqueto se hará con todo el poder del PNV o si serán los boronos los que sigan mandando, como han hecho hasta ahora. Sea de un modo o de otro, la historia de la infamia seguirá. Asistiremos en diferentes fases a cómo una persona de condición humillada por los boronos y subalterna a ellos como el maqueto, es convertida por el nacionalismo en jefe de los boronos que le humillaron y le ningunearon antes. Yo es que no doy crédito.
Pero también asistiremos a una cuestión no menor y que es la siguiente.
En 2006 yo mismo publiqué un libro, que se quedó por ahí repartido entre cuatro, sin pena ni gloria (creo que se editaron 300 ejemplares) titulado La identidad maketa. En él explicaba yo, de una manera puramente intuitiva (sin conocer aún la obra de Sabino Arana), cuál ha sido la condición política, social y cultural de aquellos a los que el nacionalismo llamaba maquetos desde el origen de esa nefanda doctrina: o sea a la gente como yo y como Pradales y Vizcaíno, nacida fuera del País Vasco o nacida aquí, como es mi caso, pero procedente directamente de dicha inmigración, por tener ambos progenitores inmigrantes.
El caso es que en aquel libro yo intentaba definir la identidad maqueta como lo desarraigado, lo ninguneado, lo anómico en definitiva, dentro del País Vasco. Pero claro, con este caso de Imanol Pradales Gil, donde vemos a un maqueto por los cuatro costados convertido en candidato a lendacari por el PNV, qué podemos pensar. ¿Que se le ha dado la vuelta a la tortilla? Los nacionalistas y los maquetos asimilados no reconocerán tal cosa porque ellos tratan de hacer como que el tema de los apellidos no va con ellos y que quien lo saca, en este caso yo, no quiere más que enredar y estropear la concordia y armonía que rige entre los vascos, entre los que el tema de los apellidos ni se nombra. O te sacan, como hicieron en el Deia el día siguiente a que se conociera la noticia del nombramiento de Pradales, un extenso artículo de Jean Claude Larronde, el viejo historiador nacionalista vascofrancés, titulado: “Los componentes (evolutivos) de la nación vasca según Sabino Arana Goiri”. Y con una entradilla donde se dice que: “El nacionalismo de su fundador no se deja jamás arrastrar por querellas raciales belicosas y violentas. No dice nunca que la raza vasca es una raza «superior»; tampoco que debe luchar contra otras supuestamente «inferiores»”.
Pero para refutar esta ocurrencia tenemos las obras de Sabino Arana, el mismo al que homenajean todos los años en Pedernales y también por San Ignacio y también en enero, tres veces al año de manera oficial y las veces que haga falta de manera oficiosa.
Las obras de Sabino Arana, que nadie lee ni quiere leer, ni siquiera entre los nacionalistas, pero que están ahí, para denunciar la superchería a la que estamos asistiendo, permiten leer cosas verdaderamente increíbles. De entre todos los trabajos denigratorios de Sabino Arana contra los maquetos, se viene considerando que es el del periódico Baserritarra titulado “Efectos de la invasión” el más duro y descarnado. Yo no diría que es el más crudo, pero quizás sí el más radical o profundo. Sirva como ejemplo esta pequeña muestra: “en el solar de la familia euskeriana penetra la española a título de amiga, y de amiga pasa luego a pariente, y con la confianza que la amistad y el parentesco inspiran se hablan sin recelos sus inteligencias, se comunican sus corazones, se compenetran sus espíritus; y el criterio extraviado vence y ahoga al buen sentido moral, la malicia a la bondad, a la verdad el error, la corrupción a la pureza, la vileza a la dignidad, el vicio a la virtud, el mal al bien; y el mal sienta sus reales en nuestras poblaciones y desde ellas extiende sin tropiezos sus conquistas, y transpone los ríos y se extiende por los valles y penetra en los barrancos y trepa las laderas, y ya la familia euskeriana, acosada y estrechada por la impetuosa invasión, va viendo perecer, arrollados en el inmundo torbellino, a todos sus hijos, no quedándole ya libre del general naufragio más que la cumbre de sus más altas montañas, cuna de nuestra raza” (OC, p. 1329).
De manera que para Sabino Arana los maquetos representan el criterio extraviado, la malicia, el error, la corrupción, la vileza, el vicio y el mal, mientras que los eusquerianos representan el buen sentido moral, la bondad, la verdad, la pureza, la dignidad, la virtud y el bien. Y eso, según Larronde, no es colocar una raza como superior y la otra como inferior. Pues si no significa eso, ¿qué significa, una simple descripción objetiva?
El caso es que el significado de “maqueto” con Imanol Pradales Gil va a sufrir una brusca transformación a partir de ahora en el seno del nacionalismo y ya de manera evidente, no disimulada o supuesta. Porque de persona vilipendiada y humillada por el fundador del nacionalismo vasco y todos sus seguidores, el maqueto va a pasar ahora a ser una persona abducida por ellos, conminada a seguir sus criterios en lo ideológico y cultural, desprovista de cualquier apelación a su identidad originaria española que contenga el más mínimo significado ideológico o político (en el sentido de español) y no solo esto sino que además será opuesta radicalmente a ella, en tanto que para ser nacionalista vasco tienes que ser sobre todo y ante todo antiespañol.
Así es que luego el amigo Vizcaíno dice que se puede estar orgulloso de los orígenes españoles y al mismo tiempo sentirse vasco por los cuatro costados, en el sentido de nacionalista y despotricar todo lo que se quiera contra España. Entonces ¿qué es España para esta gente? Tú vas a Soria, como va Aitor Esteban, el portavoz del PNV en el Congreso, a la casa de su madre, porque es la cuna de tus ancestros, y estás orgulloso de ellos, pero luego consideras que todo lo que viene de España es condenable y rechazable. Como si Soria no formara parte de España, como si tu percepción de Soria fuera extraespacial y extratemporal. Como si Antonio Machado, autor de Campos de Soria, también fuera nacionalista vasco. Es que no entiendo absolutamente nada.
Me considero el último maqueto. Y de tanto verme solo a mí mismo, mientras todos los demás que eran maquetos como yo se convierten en nacionalistas y votan al PNV de Pradales, al final, como digo, acabaré volviéndome completamente loco.
“El apellido es el sello de raza: si un apellido es euskérico, euskeriano es el que lo lleva; si es maketo, maketo es su poseedor.” (Sabino Arana, Bizkaitarra, nº 20, 2 de febrero de 1895)
Ahora ya lo puedo decir: con el nombramiento de Imanol Pradales Gil como candidato a lendacari por el PNV, ya no quedan maquetos. Se acabaron los maquetos. El PNV ha dictado sentencia: los maquetos ya no existen. O dicho de otro modo: cualquier maqueto podrá ser a partir de ahora lendacari del País Vasco por el PNV o, de ahí para abajo, cualquier cargo que se proponga en nombre de ese partido. Los muchos maquetos del PNV y del nacionalismo en general o del País Vasco en toda su extensión, están de enhorabuena. Se acabó la discriminación por razón de apellidos. Hasta ahora decían que así era y yo no me lo creía, porque todos los cargos principales siempre recaían en patanegras de apellidos. Y dejaban para los maquetos cargos secundarios: portavoz en el Congreso, diputado general de Álava, alcalde de Vitoria. Pero ahora ya no. Con el nombramiento de un candidato a lendacari, el cargo más importante para el nacionalismo, el sucesor de José Antonio Aguirre, se acabaron las dudas. Los maquetos ya no existen.
El pasado domingo 26 de noviembre se reunieron en Pedernales (ahora Sukarrieta), delante de la tumba de Sabino Arana, a rendirle el homenaje que cada año realizan con motivo de su fallecimiento un 25 de noviembre de 1903 (ahora hace 120 años), todos los cargos principales del PNV y entre ellos el que va a ser el próximo candidato a lendacari, por decisión del Euscadi Vuru Vachar, Imanol Pradales Gil.
Precisamente al que iban a homenajear ese día, Sabino Arana, no le gustaban nada los maquetos, hasta el punto que fundó un partido para discriminarles, expresamente para discriminarles, porque según él, que era muy religioso, los vascos, yendo de la mano de los maquetos, no podían alcanzar la salvación, que es lo más importante que le puede pasar a una persona y para lo que venimos al mundo, según los creyentes. ¿No es sensacional, increíble y maravilloso que el fundador del partido escribiera contra los maquetos hasta la extenuación, convirtiendo la discriminación y estigmatización de los maquetos en el núcleo de su ideología, y que luego sus seguidores, al cabo de 120 años justos de su fallecimiento, nombren para el cargo más importante de la política vasca a uno de ellos?
Con la reciente elección (dedazo) de Imanol Pradales Gil como candidato a lendacari por parte del Partido Nacionalista Vasco y a salvo del paripé de la consulta a las bases (que ya os digo yo desde ahora que no va a cambiar absolutamente nada de lo que la cúpula ha decidido, para que luego vengan con que los partidos “estatales” son poco democráticos o menos democráticos), entramos en una fase verdaderamente insólita de la política vasca.
No he visto ni un solo artículo (aparte de los que he publicado yo, valga la inmodestia) que hable del tema de los apellidos del interfecto, cuando ese es precisamente el asunto sustancial que se ventila aquí. Los periodistas vascos no se han referido a ello porque todos juegan a que eso ya no cuenta y que mencionarlo sí que sería motivo de racismo. Los periodistas de otras partes de España tampoco, porque no entienden lo que se está dirimiendo aquí, no conciben que aquí haya habido y haya aún discriminación por no tener apellidos normales españoles.
Si Imanol Pradales Gil llegara a ser lendacari del Gobierno vasco nos encontraríamos con la paradoja más grande de la historia política, social y cultural vasca desde que Sabino Arana empezó a darnos la matraca con el tema de los apellidos. Bueno, en realidad con la sola elección de Pradales como candidato por parte del PNV ya se ha producido la paradoja.
La primera alusión al tema de los maquetos por parte de Sabino Arana la tenemos perfectamente registrada. Fue en la “Advertencia” con la que abrió el libro Bizkaya por su independencia, donde recogía una serie de relatos completamente desquiciados sobre sucesos históricos o pseudohistóricos del Señorío de Vizcaya. En dicha “Advertencia”, o prólogo, aparece un párrafo donde se lamenta de que los periódicos bilbaínos estén llenos de patriotas españoles. Dice así (está en la página 109 de sus Obras Completas):
“Ante esta actitud natural y característica de los periódicos bilbaínos (no exceptúo a ninguno), no puede menos de reconocérseles, en honor de la verdad, que si ya no bizkainos patriotas, son entusiastas patriotas españoles, exactamente como los de Santander y Cuenca, verbigracia”. Y la frase se cierra con una llamada a pie de página donde dice lo siguiente: “Cierto que no debe extrañarnos, pues las redacciones de los periódicos que hoy se publican en Bilbao están, algunas por completo y las otras casi totalmente, compuestas de maketos”. Esto está fechado el 30 de noviembre de 1892. A partir de ahí la cruzada del fundador del nacionalismo vasco contra los maquetos fue desaforada hasta 1898, momento en que se para porque uno de los principales maquetos a los que había fustigado previamente, Ramón de la Sota y Llano, decidió apoyarle para que consiguiera convertirse en diputado provincial de Vizcaya, con el dinero y el apoyo logístico y personal de sus muchos empleados en sus numerosas empresas instaladas en Bilbao. Es de suponer que Don Ramón le puso como condición que dejara de meterse con él y con el resto de maquetos que entraron entonces al nacionalismo vasco procedentes de la Sociedad Euskalerria de Bilbao. La otra razón por la que dejó de despotricar contra los maquetos fue que su propio hermano, Luis Arana Goiri, a quien Sabino puso incluso como precursor del nacionalismo, había decidido marcharse a vivir al País Vasco francés con su flamante esposa, maqueta por los cuatro costados, originaria de Urrea de Jalón (provincia de Zaragoza) con la que había tenido un hijo en Barcelona en 1893 y con la que se casó cinco años más tarde, en 1898. De esta manera Luis Arana evitaba las habladurías y se mantenía bien lejos de los ambientes políticos de Bilbao donde su hermano había fundado un partido político basado en la discriminación de los maquetos. Sabino Arana conoció por primera vez a su cuñada y a su sobrino cuando este ya tenía siete años, en 1900. No sabemos si conoció toda la historia o solo parte, de todo lo que su hermano le había ocultado hasta entonces. Lo cierto es que a partir de ahí el fundador del nacionalismo vasco entró en un declive físico y político progresivo, del que ya no se recuperaría, falleciendo prematuramente en 1903.
Qué casualidad que a quienes primero de todos llama Sabino Arana maquetos es al gremio de los periodistas de Bilbao. Pues bien, una de las muchas maravillas a las que tenemos que asistir en estos tiempos nuestros es a tener que ver la principal hoja parroquial del nacionalismo vasco, es decir el Deia (y los correspondientes Diarios de Noticias de la misma empresa repartidos por todas las demás provincias vascas y Navarra), llenos de maquetos en sus redacciones y cantando las alabanzas a sus dueños, los mismos que un siglo antes maltrataron moral e intelectualmente a sus propios antepasados. Citamos algunos: José Ramón Blázquez, Juan José Baños, Enrique Santarén, Javier Vizcaíno, todos ellos redactores principales y la actual directora Marta Martín.
Ahí los tenemos, dichosos y ufanos pensando que por fin su condición maqueta les está siendo recompensada. Observen si no a uno de ellos, a quien particularmente le tenemos muy presente en esta serie, Javier Vizcaíno, en su artículo “PNV, cambio de ciclo” de 26 de noviembre pasado, donde pone (una vez más, pero ahora con más fuerza que nunca, si cabe) por las nubes a quien verdaderamente manda ahí, Iñigo Urkullu, y que es a todas luces a quien debemos el nombramiento de Imanol Pradales Gil como candidato a lendacari (Pradales es la viva imagen de Urkullu, tanto físicamente como en carácter, solo que en más joven, con más pelo y un poco más alto). Dice Vizcaíno: “Guardo para otras columnas, que casi son deuda perentoria, mi más entregada consideración sobre el gigante político y humano que aún ha de culminar su tercera legislatura, dejando alma, corazón y vida en el empeño. Y en la línea que me queda, envío mis parabienes a mi querido y admirado vecino Pradales, un tipo sobradamente preparado para hacer frente a lo que venga.” Urkullu gigante político y humano, dice Javier Vizcaíno.
Estamos ante un grandísimo maqueto (Vizcaíno) que agradece al gigante político y humano de entre los boronos (Urkullu) haber puesto a otro maqueto (Pradales) como candidato a lendacari. Pero ya decimos que los maquetos no existen, que desaparecieron hace tiempo. No sabemos cuándo exactamente y seguro que nadie nos lo podrá decir, pero ya no existen.
Porque con esta historia de la elección de Imanol Pradales Gil como candidato a futuro lendacari por el PNV lo que estamos viviendo básicamente es el final de los maquetos. Quién nos lo iba a decir. Y, sobre todo, quién se lo iba a decir a los boronos que han dirigido el partido desde su mismo origen: que llegarían a poner a un maqueto para que les dirigiera a ellos mismos.
Bueno, aunque estamos por ver la siguiente fase de esta historia cómo acaba: si el maqueto se hará con todo el poder del PNV o si serán los boronos los que sigan mandando, como han hecho hasta ahora. Sea de un modo o de otro, la historia de la infamia seguirá. Asistiremos en diferentes fases a cómo una persona de condición humillada por los boronos y subalterna a ellos como el maqueto, es convertida por el nacionalismo en jefe de los boronos que le humillaron y le ningunearon antes. Yo es que no doy crédito.
Pero también asistiremos a una cuestión no menor y que es la siguiente.
En 2006 yo mismo publiqué un libro, que se quedó por ahí repartido entre cuatro, sin pena ni gloria (creo que se editaron 300 ejemplares) titulado La identidad maketa. En él explicaba yo, de una manera puramente intuitiva (sin conocer aún la obra de Sabino Arana), cuál ha sido la condición política, social y cultural de aquellos a los que el nacionalismo llamaba maquetos desde el origen de esa nefanda doctrina: o sea a la gente como yo y como Pradales y Vizcaíno, nacida fuera del País Vasco o nacida aquí, como es mi caso, pero procedente directamente de dicha inmigración, por tener ambos progenitores inmigrantes.
El caso es que en aquel libro yo intentaba definir la identidad maqueta como lo desarraigado, lo ninguneado, lo anómico en definitiva, dentro del País Vasco. Pero claro, con este caso de Imanol Pradales Gil, donde vemos a un maqueto por los cuatro costados convertido en candidato a lendacari por el PNV, qué podemos pensar. ¿Que se le ha dado la vuelta a la tortilla? Los nacionalistas y los maquetos asimilados no reconocerán tal cosa porque ellos tratan de hacer como que el tema de los apellidos no va con ellos y que quien lo saca, en este caso yo, no quiere más que enredar y estropear la concordia y armonía que rige entre los vascos, entre los que el tema de los apellidos ni se nombra. O te sacan, como hicieron en el Deia el día siguiente a que se conociera la noticia del nombramiento de Pradales, un extenso artículo de Jean Claude Larronde, el viejo historiador nacionalista vascofrancés, titulado: “Los componentes (evolutivos) de la nación vasca según Sabino Arana Goiri”. Y con una entradilla donde se dice que: “El nacionalismo de su fundador no se deja jamás arrastrar por querellas raciales belicosas y violentas. No dice nunca que la raza vasca es una raza «superior»; tampoco que debe luchar contra otras supuestamente «inferiores»”.
Pero para refutar esta ocurrencia tenemos las obras de Sabino Arana, el mismo al que homenajean todos los años en Pedernales y también por San Ignacio y también en enero, tres veces al año de manera oficial y las veces que haga falta de manera oficiosa.
Las obras de Sabino Arana, que nadie lee ni quiere leer, ni siquiera entre los nacionalistas, pero que están ahí, para denunciar la superchería a la que estamos asistiendo, permiten leer cosas verdaderamente increíbles. De entre todos los trabajos denigratorios de Sabino Arana contra los maquetos, se viene considerando que es el del periódico Baserritarra titulado “Efectos de la invasión” el más duro y descarnado. Yo no diría que es el más crudo, pero quizás sí el más radical o profundo. Sirva como ejemplo esta pequeña muestra: “en el solar de la familia euskeriana penetra la española a título de amiga, y de amiga pasa luego a pariente, y con la confianza que la amistad y el parentesco inspiran se hablan sin recelos sus inteligencias, se comunican sus corazones, se compenetran sus espíritus; y el criterio extraviado vence y ahoga al buen sentido moral, la malicia a la bondad, a la verdad el error, la corrupción a la pureza, la vileza a la dignidad, el vicio a la virtud, el mal al bien; y el mal sienta sus reales en nuestras poblaciones y desde ellas extiende sin tropiezos sus conquistas, y transpone los ríos y se extiende por los valles y penetra en los barrancos y trepa las laderas, y ya la familia euskeriana, acosada y estrechada por la impetuosa invasión, va viendo perecer, arrollados en el inmundo torbellino, a todos sus hijos, no quedándole ya libre del general naufragio más que la cumbre de sus más altas montañas, cuna de nuestra raza” (OC, p. 1329).
De manera que para Sabino Arana los maquetos representan el criterio extraviado, la malicia, el error, la corrupción, la vileza, el vicio y el mal, mientras que los eusquerianos representan el buen sentido moral, la bondad, la verdad, la pureza, la dignidad, la virtud y el bien. Y eso, según Larronde, no es colocar una raza como superior y la otra como inferior. Pues si no significa eso, ¿qué significa, una simple descripción objetiva?
El caso es que el significado de “maqueto” con Imanol Pradales Gil va a sufrir una brusca transformación a partir de ahora en el seno del nacionalismo y ya de manera evidente, no disimulada o supuesta. Porque de persona vilipendiada y humillada por el fundador del nacionalismo vasco y todos sus seguidores, el maqueto va a pasar ahora a ser una persona abducida por ellos, conminada a seguir sus criterios en lo ideológico y cultural, desprovista de cualquier apelación a su identidad originaria española que contenga el más mínimo significado ideológico o político (en el sentido de español) y no solo esto sino que además será opuesta radicalmente a ella, en tanto que para ser nacionalista vasco tienes que ser sobre todo y ante todo antiespañol.
Así es que luego el amigo Vizcaíno dice que se puede estar orgulloso de los orígenes españoles y al mismo tiempo sentirse vasco por los cuatro costados, en el sentido de nacionalista y despotricar todo lo que se quiera contra España. Entonces ¿qué es España para esta gente? Tú vas a Soria, como va Aitor Esteban, el portavoz del PNV en el Congreso, a la casa de su madre, porque es la cuna de tus ancestros, y estás orgulloso de ellos, pero luego consideras que todo lo que viene de España es condenable y rechazable. Como si Soria no formara parte de España, como si tu percepción de Soria fuera extraespacial y extratemporal. Como si Antonio Machado, autor de Campos de Soria, también fuera nacionalista vasco. Es que no entiendo absolutamente nada.
Me considero el último maqueto. Y de tanto verme solo a mí mismo, mientras todos los demás que eran maquetos como yo se convierten en nacionalistas y votan al PNV de Pradales, al final, como digo, acabaré volviéndome completamente loco.