En legítima defensa
Recientemente han sucedido en Europa varios acontecimientos que invitan a cierto optimismo, insuficientes para confiar en la salvación de nuestro continente, pero que invitan a pensar que puede haber cierta resistencia a la caída final, como esa de la que hablo al final de mi novela Frío Monstruo.
Especialmente, dos de ellos son muy relevantes. En primer lugar, en Países Bajos el partido más votado ha sido el que todos los progres califican de extrema derecha, el PVV, liderado por Geert Wilders, que ha mostrado una verdadera animadversión por el Islam. En segundo lugar, los agricultores alemanes están en pie de guerra aunque las televisiones indignas que tenemos apenas informen de ello y cuando lo hacen desinformen confundiendo los motivos de sus protestas y reduciéndolos a una mera subida del carburante.
Debo reconocer que desconozco la ideología exacta del PVV y que, como es lógico, no creo que la calificación de extrema derecha que le otorgan los periodistas del régimen sea correcta. Es posible que sea un partido muy conservador, pero que se sepa no ha tomado medida alguna en contra de la democracia holandesa, lo que invita a pensar que se trata de un partido constitucional, no como los que nos gobiernan en España de la mano de nuestro adorado líder Hugo Sánchez.
Pero aunque fuera un partido muy conservador y distante, por tanto, de mi ideario, no tiene importancia, porque estamos en un momento tan grave en Europa que lo esencial es la oposición a la invasión musulmana y al cambio poblacional que, no olvidemos, no necesita ser mayoría, basta una minoría relevante y violenta para apoderarse de las calles y cambiar la forma de vida, como está pasando en Suecia, por poner sólo un ejemplo, donde hay patrullas de la "sharía" que vigilan y acosan a las mujeres suecas que no actúan o visten de acuerdo a sus costumbres. Tales patrullas sabemos que existen en todos los lugares donde la población musulmana es importante, aunque no sea mayoritaria. Y no podemos olvidar el incremento de la violencia contra las mujeres, ocultado por nuestros políticos y los medios al servicio de la destrucción de Europa que intentan que no nos enteremos para evitar cualquier posible reacción.
Por tanto, me guste o no me guste Wilders, se hace necesario que multipliquemos los Wilders por toda Europa de forma urgente, pues es el último dique de defensa que nos queda antes de la guerra total o el sometimiento más extremo.
Los que vamos a sufrir en Europa por la admisión sin tasa de musulmanes, masas incultas y que odian profundamente nuestra cultura, movidos además por una religión que no les incita a la convivencia sino al sometimiento del infiel, debemos estar preparados para lo peor. Los ingenuos y los idiotas no temen esa suplantación poblacional, pero es necesario decir que cuando ostentan el poder son peores que los nazis y que los comunistas, peor que todo lo vivido en Europa desde la Edad Media. No nos podemos siquiera imaginar lo que sería nuestra vida bajo el yugo de la sharía.
Causa asombro ver colectivos como el LTGBI apoyando a estos movimientos con un buenismo estúpido y suicida. Precisamente los miembros de esos colectivos serían sus primeras víctimas.
Se entiende normalmente que la complacencia de la izquierda con el Islam está motivada por una tolerancia ciega, pero no es cierto. Es una tolerancia interesada que ha conseguido influir tanto en la derecha europea de las últimas décadas que ésta ha sido cómplice de las políticas migratorias, y lo sigue siendo (no olvidemos la apertura de puertas de Merkel que tan cara está saliendo a Alemania). El motivo de la izquierda, decimos, no es la tolerancia, pues la izquierda jamás ha sido tolerante con nada que no le haya interesado políticamente. El motivo de la izquierda es el odio. El odio al capitalismo y el odio al cristianismo, origen de nuestra civilización (y del capitalismo, pues recordemos que el capitalismo nace conceptualmente en la Escuela de Salamanca, de manos de jesuitas españoles. Todo el pensamiento anglosajón posterior (desde Locke y Adam Smith) que desarrolló lo que se ha convertido en el capitalismo derivó de los estudios y enseñanzas de los miembros de la Escuela de Salamanca).
La izquierda odia todo lo que no posee, lo que no controla, y no se puede controlar una sociedad capitalista enriquecida. De modo que utiliza la inmigración desde hace décadas como herramienta de guerra y desestabilización de nuestras sociedades. Es un proceso deliberado, consciente y planificado bajo excusas como el buenismo, el humanitarismo e imbuyendo a los occidentales de sentimientos de culpa por el colonialismo, la supremacía blanca y el enriquecimiento de nuestras sociedades. El proceso ha sido tan exitoso que algunas sociedades europeas están ya en pleno colapso, como Suecia y pronto Países Bajos si Wildeers no lo impide. En algunas ciudades europeas ya no rigen las leyes del país sino la sharía y esas zonas no-go pronto serán muchas más.
Los enemigos de nuestra civilización están teniendo éxito en llevar a Europa a una decadencia que no tendría por qué suceder. No hay nada, fuera del odio de la izquierda y de esa colusión de intereses con el Islam que deba provocar la decadencia de Europa. Por el contrario, si el estatismo izquierdista no prosperase en nuestros países la sociedad europea podría continuar su progresión de prosperidad sin obstáculos, pero los soñadores de dictaduras de Bruselas, ingenieros sociales que desprecian a sus pueblos, no cesan en su empeño. La izquierda no se ha limitado al derribo moral e ideológico de Europa sino que, instalada en los puestos de decisión de Bruselas, está torpedeando la economía europea hasta límites que sólo podríamos esperar de auténticos enemigos. Entre esos principios negativos implantados ya en el inconsciente colectivo de masas europeas educadas en el estatismo (no solamente socialistas, el PP europeo apoya la criminal Agenda 2030) se encuentra la necesidad de nuestro empobrecimiento. Recordemos que el empobrecimiento masivo ha sido el arma principal de cualquier régimen socialista una vez llegado al poder para hacer dependiente a la población (lo primero que hizo Lenin fue cargarse la moneda y provocó millones de muertos de hambre, modelo más contemporáneamente importado de América del Sur: Cuba, Venezuela y Argentina) y que ahora implanta a marchas forzadas Hugo Sánchez en nuestro país.
Dicho empobrecimiento tiene su puesta de largo más inmediata en las políticas agrarias, que llevarán a millones de agricultores a la pérdida de su trabajo y de su modo de vida porque los ingenieros sociales de Bruselas así lo quieren. El ejemplo de Sri Lanka que causó una hambruna en apenas un par de años al aplicar políticas de ingeniería orgánica agrícola obligatorias no les desanima. Serás pobre y serás feliz, nos están diciendo, y no es un lema gracioso, precisamente.
Los agricultores holandeses se levantaron y ha ganado las elecciones Wildeers. Vamos a ver qué pasa en Alemania, pero me temo que un país que se traicionó a sí mismo hace décadas abandonándose al dominio energético ruso no habrá aprendido la lección. Pero al menos la resistencia ha comenzado y si desde aquí propugnamos la desobediencia civil como medio de protesta no podemos descartar que la respuesta, en el futuro próximo, a ambos ataques de los que estamos hablando, se vuelva más violenta. Malaparte recoge en su libro Técnicas del Golpe de Estado que "del mismo modo que todos los medios son válidos para suprimir la libertad, también todos los medios son válidos para defenderla". Y Ayn Rand decía que "cuando la ley ya no te protege de los corruptos, sino que protege a los corruptos de ti, sabes que tu nación está condenada", lo que implica que la desobediencia de ciertas leyes es moral y está justificada. Que la nación está condenada puede aplicarse a España con rigor, pero también a toda Europa. No se puede perder tiempo en apoyar a los agricultores alemanes y a cualquiera que se levante contra la dictadura de la ingeniería social de los autócratas de Bruselas y de los instalados en los gobiernos nacionales.
Hace apenas una semana que hemos pasado la Navidad. Me he hartado de recibir efusivas felicitaciones por las "fiestas". La Navidad o es cristiana o no es ninguna fiesta. Sin embargo, la izquierda intenta imponer un mensaje soslayando la importancia de la Navidad para los cristianos, hasta el punto de que ha conseguido que cualquiera que defienda la civilización occidental sea calificado de ultraderechista o fascista. Y hay quienes les compran el argumento y utilizan el lenguaje progre sin ser conscientes del daño que causan.
¿Por qué la izquierda busca destruir la familia?, se preguntaba hace poco Enmmanuel Rincón, y no hace falta reiterar su larga exposición para comprender que no sólo es cierto sino que está teniendo éxito. En resumidas cuentas porque la familia es un reducto de los individuos contra cualquier otro poder, especialmente el del Estado. Sowell ha comprobado los efectos perniciosos de la intervención estatal en sus estudios sobre la comunidad negra en USA, constatando que la destrucción de la familia ha conseguido convertir a grandes masas de negros en carne de cañón subvencionada y la desestructuración familiar es la madre de las desgracias de una comunidad abocada a la pobreza y la delincuencia. Lo que subsidia el Estado muere, bajo una máscara de ayuda se esconde la semilla de la destrucción. La izquierda no es atea, es anticristiana. Y lo es porque el cristianismo es uno de los grandes valores y principios de la civilización occidental y el socialismo quiere acabar con Occidente e implantar la antítesis de nuestra civilización (M. Llamas). La vocación por el milenarismo de la izquierda es suicida para Occidente. Están vendiendo nuestro continente y nuestra civilización a una ingeniería social woke mezclada con una inmigración masiva corrosiva y violenta contra nuestro modo de vida. No les importa el sufrimiento y la pobreza de aquí ni la muerte en el mar de muchos de los que vienen.
Si hoy no nos congratulamos del odio al judío o al moro, de matanzas como la del 7 de octubre, es precisamente por ese niño en la cuna del que nació todo un mensaje de redención, de que los seres humanos podemos ser mejores, de que el amor y no el odio puede ser nuestro medio y nuestro alimento. Ese mensaje revolucionario no se encuentra en ninguna otra religión, por mucho que algunos quieran convencernos de que el Islam es una religión de paz y amor.
Pensemos durante un segundo qué esta destruyendo la izquierda: nuestra libertad y también nuestra prosperidad; pero también destruiría a Velázquez y a Rubens, a Picasso y a Munch, a Proust y a Roth, a Bach y a Vivaldi, nuestras catedrales y nuestras iglesias (se ocultan los miles de ataques que han sufrido las iglesias en Francia), nuestro cine y nuestra cultura. En definitiva, todo el legado de las culturas griega y romana y del cristianismo.
Y ello, ¿para construir qué? ¿Sociedades demediadas como las de algunos países de Sudamérica? ¿Para gobernar sobre la miseria?
Siempre me ha intrigado por qué nadie se pregunta por el después... Porque no hay peor pesadilla que imaginar una Europa dominada totalmente por lo woke en colusión con el Islam. Éste acabaría con la cultura woke con sus métodos habituales ¿y luego?...
(*) Winston Galt es escritor. Autor de la novela Frío Monstruo y del libro de relatos Teoría de Esclavos.
Recientemente han sucedido en Europa varios acontecimientos que invitan a cierto optimismo, insuficientes para confiar en la salvación de nuestro continente, pero que invitan a pensar que puede haber cierta resistencia a la caída final, como esa de la que hablo al final de mi novela Frío Monstruo.
Especialmente, dos de ellos son muy relevantes. En primer lugar, en Países Bajos el partido más votado ha sido el que todos los progres califican de extrema derecha, el PVV, liderado por Geert Wilders, que ha mostrado una verdadera animadversión por el Islam. En segundo lugar, los agricultores alemanes están en pie de guerra aunque las televisiones indignas que tenemos apenas informen de ello y cuando lo hacen desinformen confundiendo los motivos de sus protestas y reduciéndolos a una mera subida del carburante.
Debo reconocer que desconozco la ideología exacta del PVV y que, como es lógico, no creo que la calificación de extrema derecha que le otorgan los periodistas del régimen sea correcta. Es posible que sea un partido muy conservador, pero que se sepa no ha tomado medida alguna en contra de la democracia holandesa, lo que invita a pensar que se trata de un partido constitucional, no como los que nos gobiernan en España de la mano de nuestro adorado líder Hugo Sánchez.
Pero aunque fuera un partido muy conservador y distante, por tanto, de mi ideario, no tiene importancia, porque estamos en un momento tan grave en Europa que lo esencial es la oposición a la invasión musulmana y al cambio poblacional que, no olvidemos, no necesita ser mayoría, basta una minoría relevante y violenta para apoderarse de las calles y cambiar la forma de vida, como está pasando en Suecia, por poner sólo un ejemplo, donde hay patrullas de la "sharía" que vigilan y acosan a las mujeres suecas que no actúan o visten de acuerdo a sus costumbres. Tales patrullas sabemos que existen en todos los lugares donde la población musulmana es importante, aunque no sea mayoritaria. Y no podemos olvidar el incremento de la violencia contra las mujeres, ocultado por nuestros políticos y los medios al servicio de la destrucción de Europa que intentan que no nos enteremos para evitar cualquier posible reacción.
Por tanto, me guste o no me guste Wilders, se hace necesario que multipliquemos los Wilders por toda Europa de forma urgente, pues es el último dique de defensa que nos queda antes de la guerra total o el sometimiento más extremo.
Los que vamos a sufrir en Europa por la admisión sin tasa de musulmanes, masas incultas y que odian profundamente nuestra cultura, movidos además por una religión que no les incita a la convivencia sino al sometimiento del infiel, debemos estar preparados para lo peor. Los ingenuos y los idiotas no temen esa suplantación poblacional, pero es necesario decir que cuando ostentan el poder son peores que los nazis y que los comunistas, peor que todo lo vivido en Europa desde la Edad Media. No nos podemos siquiera imaginar lo que sería nuestra vida bajo el yugo de la sharía.
Causa asombro ver colectivos como el LTGBI apoyando a estos movimientos con un buenismo estúpido y suicida. Precisamente los miembros de esos colectivos serían sus primeras víctimas.
Se entiende normalmente que la complacencia de la izquierda con el Islam está motivada por una tolerancia ciega, pero no es cierto. Es una tolerancia interesada que ha conseguido influir tanto en la derecha europea de las últimas décadas que ésta ha sido cómplice de las políticas migratorias, y lo sigue siendo (no olvidemos la apertura de puertas de Merkel que tan cara está saliendo a Alemania). El motivo de la izquierda, decimos, no es la tolerancia, pues la izquierda jamás ha sido tolerante con nada que no le haya interesado políticamente. El motivo de la izquierda es el odio. El odio al capitalismo y el odio al cristianismo, origen de nuestra civilización (y del capitalismo, pues recordemos que el capitalismo nace conceptualmente en la Escuela de Salamanca, de manos de jesuitas españoles. Todo el pensamiento anglosajón posterior (desde Locke y Adam Smith) que desarrolló lo que se ha convertido en el capitalismo derivó de los estudios y enseñanzas de los miembros de la Escuela de Salamanca).
La izquierda odia todo lo que no posee, lo que no controla, y no se puede controlar una sociedad capitalista enriquecida. De modo que utiliza la inmigración desde hace décadas como herramienta de guerra y desestabilización de nuestras sociedades. Es un proceso deliberado, consciente y planificado bajo excusas como el buenismo, el humanitarismo e imbuyendo a los occidentales de sentimientos de culpa por el colonialismo, la supremacía blanca y el enriquecimiento de nuestras sociedades. El proceso ha sido tan exitoso que algunas sociedades europeas están ya en pleno colapso, como Suecia y pronto Países Bajos si Wildeers no lo impide. En algunas ciudades europeas ya no rigen las leyes del país sino la sharía y esas zonas no-go pronto serán muchas más.
Los enemigos de nuestra civilización están teniendo éxito en llevar a Europa a una decadencia que no tendría por qué suceder. No hay nada, fuera del odio de la izquierda y de esa colusión de intereses con el Islam que deba provocar la decadencia de Europa. Por el contrario, si el estatismo izquierdista no prosperase en nuestros países la sociedad europea podría continuar su progresión de prosperidad sin obstáculos, pero los soñadores de dictaduras de Bruselas, ingenieros sociales que desprecian a sus pueblos, no cesan en su empeño. La izquierda no se ha limitado al derribo moral e ideológico de Europa sino que, instalada en los puestos de decisión de Bruselas, está torpedeando la economía europea hasta límites que sólo podríamos esperar de auténticos enemigos. Entre esos principios negativos implantados ya en el inconsciente colectivo de masas europeas educadas en el estatismo (no solamente socialistas, el PP europeo apoya la criminal Agenda 2030) se encuentra la necesidad de nuestro empobrecimiento. Recordemos que el empobrecimiento masivo ha sido el arma principal de cualquier régimen socialista una vez llegado al poder para hacer dependiente a la población (lo primero que hizo Lenin fue cargarse la moneda y provocó millones de muertos de hambre, modelo más contemporáneamente importado de América del Sur: Cuba, Venezuela y Argentina) y que ahora implanta a marchas forzadas Hugo Sánchez en nuestro país.
Dicho empobrecimiento tiene su puesta de largo más inmediata en las políticas agrarias, que llevarán a millones de agricultores a la pérdida de su trabajo y de su modo de vida porque los ingenieros sociales de Bruselas así lo quieren. El ejemplo de Sri Lanka que causó una hambruna en apenas un par de años al aplicar políticas de ingeniería orgánica agrícola obligatorias no les desanima. Serás pobre y serás feliz, nos están diciendo, y no es un lema gracioso, precisamente.
Los agricultores holandeses se levantaron y ha ganado las elecciones Wildeers. Vamos a ver qué pasa en Alemania, pero me temo que un país que se traicionó a sí mismo hace décadas abandonándose al dominio energético ruso no habrá aprendido la lección. Pero al menos la resistencia ha comenzado y si desde aquí propugnamos la desobediencia civil como medio de protesta no podemos descartar que la respuesta, en el futuro próximo, a ambos ataques de los que estamos hablando, se vuelva más violenta. Malaparte recoge en su libro Técnicas del Golpe de Estado que "del mismo modo que todos los medios son válidos para suprimir la libertad, también todos los medios son válidos para defenderla". Y Ayn Rand decía que "cuando la ley ya no te protege de los corruptos, sino que protege a los corruptos de ti, sabes que tu nación está condenada", lo que implica que la desobediencia de ciertas leyes es moral y está justificada. Que la nación está condenada puede aplicarse a España con rigor, pero también a toda Europa. No se puede perder tiempo en apoyar a los agricultores alemanes y a cualquiera que se levante contra la dictadura de la ingeniería social de los autócratas de Bruselas y de los instalados en los gobiernos nacionales.
Hace apenas una semana que hemos pasado la Navidad. Me he hartado de recibir efusivas felicitaciones por las "fiestas". La Navidad o es cristiana o no es ninguna fiesta. Sin embargo, la izquierda intenta imponer un mensaje soslayando la importancia de la Navidad para los cristianos, hasta el punto de que ha conseguido que cualquiera que defienda la civilización occidental sea calificado de ultraderechista o fascista. Y hay quienes les compran el argumento y utilizan el lenguaje progre sin ser conscientes del daño que causan.
¿Por qué la izquierda busca destruir la familia?, se preguntaba hace poco Enmmanuel Rincón, y no hace falta reiterar su larga exposición para comprender que no sólo es cierto sino que está teniendo éxito. En resumidas cuentas porque la familia es un reducto de los individuos contra cualquier otro poder, especialmente el del Estado. Sowell ha comprobado los efectos perniciosos de la intervención estatal en sus estudios sobre la comunidad negra en USA, constatando que la destrucción de la familia ha conseguido convertir a grandes masas de negros en carne de cañón subvencionada y la desestructuración familiar es la madre de las desgracias de una comunidad abocada a la pobreza y la delincuencia. Lo que subsidia el Estado muere, bajo una máscara de ayuda se esconde la semilla de la destrucción. La izquierda no es atea, es anticristiana. Y lo es porque el cristianismo es uno de los grandes valores y principios de la civilización occidental y el socialismo quiere acabar con Occidente e implantar la antítesis de nuestra civilización (M. Llamas). La vocación por el milenarismo de la izquierda es suicida para Occidente. Están vendiendo nuestro continente y nuestra civilización a una ingeniería social woke mezclada con una inmigración masiva corrosiva y violenta contra nuestro modo de vida. No les importa el sufrimiento y la pobreza de aquí ni la muerte en el mar de muchos de los que vienen.
Si hoy no nos congratulamos del odio al judío o al moro, de matanzas como la del 7 de octubre, es precisamente por ese niño en la cuna del que nació todo un mensaje de redención, de que los seres humanos podemos ser mejores, de que el amor y no el odio puede ser nuestro medio y nuestro alimento. Ese mensaje revolucionario no se encuentra en ninguna otra religión, por mucho que algunos quieran convencernos de que el Islam es una religión de paz y amor.
Pensemos durante un segundo qué esta destruyendo la izquierda: nuestra libertad y también nuestra prosperidad; pero también destruiría a Velázquez y a Rubens, a Picasso y a Munch, a Proust y a Roth, a Bach y a Vivaldi, nuestras catedrales y nuestras iglesias (se ocultan los miles de ataques que han sufrido las iglesias en Francia), nuestro cine y nuestra cultura. En definitiva, todo el legado de las culturas griega y romana y del cristianismo.
Y ello, ¿para construir qué? ¿Sociedades demediadas como las de algunos países de Sudamérica? ¿Para gobernar sobre la miseria?
Siempre me ha intrigado por qué nadie se pregunta por el después... Porque no hay peor pesadilla que imaginar una Europa dominada totalmente por lo woke en colusión con el Islam. Éste acabaría con la cultura woke con sus métodos habituales ¿y luego?...
(*) Winston Galt es escritor. Autor de la novela Frío Monstruo y del libro de relatos Teoría de Esclavos.