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Winston Galt
Domingo, 10 de Marzo de 2024 Tiempo de lectura:

11M, 20 años de un golpe de Estado

[Img #25661]No podíamos dejar pasar el vigésimo aniversario de la masacre para recordar algo que ya hemos dicho desde hace tiempo pero que es necesario recordar siempre: el golpe de Estado que estamos viviendo no es incruento ni comenzó en 2017 en Cataluña.

 

Comenzó en Madrid, el 11 de marzo de 2004, y asesinó a casi doscientas personas dejando a más de mil heridas y con secuelas, muchas de ellas, para toda la vida.

 

La versión oficial, de la que todo el mundo conoce su falsedad, quiere convencernos de que fueron un grupito de delincuentes de tres al cuarto quienes organizaron, proyectaron y ejecutaron el masivo asesinato. De ese grupo de chorizos y camellos la mayoría eran confidentes policiales, como las investigaciones periodísticas probaron sin duda alguna. El más conocido, el apodado "El Chino", era un camello que hasta un año antes estaba en una cárcel marroquí y del que nunca se ha explicado su excarcelación antes de tiempo.

 

Todos los especialistas que han investigado el atentado están de acuerdo en que esa masacre no pudo llevarse a cabo sin una logística de mucho nivel, sin ejecutores profesionales y con un respaldo importante.

 

Que se trató de una cédula de Al Qaeda se ha desmentido rotundamente. Nunca Al Qaeda reivindicó el atentado como propio, aunque lo utilizara posteriormente en su propaganda.

 

Que se preparara un supuesto robo en Mina Conchita, que "el Chino" fuera puesto en libertad sin saberse muy bien cómo y por qué; que ETA hubiera intentado sin éxito un atentado similar unos meses antes, que tanto los trenes como las ropas y útiles de las víctimas desaparecieran de inmediato, lo que es un hecho insólito en la historia de la investigación criminal, pues es impensable que la policía no investigue el arma del crimen, demuestra que la manipulación que se hizo de forma inmediata posteriormente al atentado no pudo ser toda improvisada.

 

Algunas pruebas falsas de las que se prepararon para dirigir la investigación sí que pudieron improvisarse a posteriori, dada su torpeza: la mochila de Vallecas, de la cual se informó en radio horas antes de que apareciera y cuya composición con metralla era diferente a las que estallaron en los trenes, o la furgoneta con cintas con versos islámicos. Pero la preparación no pudo ser improvisada en modo alguno, como tampoco pudo serlo la muerte de los supuestos integrantes de la cédula en el piso de Leganés.

 

Nadie se atreve a decir la verdad, incluso los que la sospechan con la certidumbre que otorgan investigaciones periodísticas de mérito. Pero a todo el que haya leído algo al respecto no le queda duda de que desde el norte del país vino el arma del crimen y desde el sur los chivos expiatorios.

 

Nos quieren convencer de que fue una venganza por la intervención de Aznar en la guerra de Irak, pero no intervino nuestro país en tal guerra más que a efectos de apoyo político mientras que otros países que sí intervenían no sufrieron atentado alguno.

 

Muchos aventuran que algún servicio secreto vecino pudo estar al tanto y colaborar en la tarea de cambiar el destino político de un país que se había vuelto insolente en la Europa de principios de siglo, alcanzando cotas de poder que algunos grandes del continente no veían con buenos ojos. La mala gestión política en Francia desde hace décadas ha convertido al país en una rémora cada vez más socialista en Europa y en un polvorín de islamismo. España estaba alcanzando cotas de poder en Europa que no eran previsibles apenas cinco años antes y convenía a algunos que España volviera a ser el escudero fiel y callado de las políticas francesa y alemana, lo que ahora somos. Una continuidad de las políticas de Aznar (se ve que no conocían a Rajoy) no era positivo para el futuro de Francia.

 

Si en clave exterior los beneficiados del cambio político que supuso la masacre fueron Francia y Marruecos, el atentado, desde mi punto de vista, hay que entenderlo mucho más en clave interna.

 

¿Quiénes fueron los beneficiados del cambio de régimen que ha supuesto el golpe de Estado? Los nacionalistas e independentistas, el PSOE y, sobre todo, ETA.

 

El PSOE de Zapatero, aunque formalmente firmaba leyes contra el terrorismo con Aznar, comenzó a negociar con ETA desde que Zapatero llegó a la secretaría general. Su futuro estaba escrito desde entonces: el nuevo Frente Popular, con el PSOE al frente, podría alcanzar el poder de forma permanente si se unía al nacionalismo y al independentismo. Esa estrategia es, ni más ni menos, la que ha seguido el PSOE desde entonces. Por eso debo recordar algún artículo anterior en el que ya decíamos que lo que está haciendo Hugo Sánchez no es ni más ni menos que continuar con ella y que aquellas lucubraciones de 2019 sobre un gobierno Psoe-C's eran sólo propaganda.

 

El PSOE lo hizo por poder y también por convicción. Jamás hubiera pactado con ETA si ésta no hubiera sido de izquierdas, pero la izquierda siempre encuentra justificación al crimen cuando éste proviene de sus filas. ETA estaba policial y políticamente acabada en aquel momento, de modo que la mano tendida del PSOE fue un milagro que no sólo la salvó de la destrucción sino que la ha convertido en una facción política que ahora mismo tiene el poder del Gobierno Vasco, por primera vez, al alcance de su mano.

 

Ezquerra entró en el juego desde el primer momento, como probaron las conversaciones previas a marzo de 2004 entre Ezquerra Republicana de Cataluña y ETA por el cual ésta se abstendría de atentar en Cataluña. Una vez conseguidas las posibles mayorías, que los nacionalismos rancios de derechas, PNV y Convergencia (ahora Junts), se unieran al bloque destructor era cuestión de tiempo y de ocasión, pues no podrían dejar pasar la coyuntura y entre lealtad al Estado y prosperidad y nacionalismo siempre se verían obligados a elegir el bando más propicio a sus ansias de independencia, bajo pena de desaparecer.

 

Que la proa del golpe se inicie en Cataluña en la siguiente década no es casualidad: debía iniciarse en la zona no vinculada al terrorismo sangriento como mejor medio de propaganda ante el mundo, que hubiera visto mal un proceso independentista y una declaración de independencia en un territorio asolado durante décadas por la sangrienta violencia de ETA.  Pero eso no debe engañarnos: la que dirige el proceso es ETA y está agazapada con sus nombres de marca blanca (Bildu, etc) bajo los mantos recién lavados por el PSOE y por el terrorismo informativo de los medios y las televisiones (casi todos), a la espera de la culminación, en 2025, del referéndum que sin duda Sánchez le va a otorgar a Cataluña para ir detrás inmediatamente, seguramente ya con el poder en Ajuria Enea.

 

Siempre se ha dicho en casi todos los estudios sobre terrorismo que éste no cambia los destinos de un país, que su misión es sólo el debilitamiento del Estado. En el caso de ETA va a ser la primera banda terrorista que consiga sus objetivos (aunque algo similar podríamos predicar el IRA).

 

Que hubiera un cambio de gobierno en 2011 no desmiente lo anterior. Nadie pudo prever la crisis del 2008 que se llevó por delante a Zapatero. Lo cierto es que ese gobierno del cobarde Rajoy no sirvió para nada. Ni fue capaz de investigar la verdad sobre el crimen ni hizo el menor gesto para evitar lo que vino (recordemos que durante los gobiernos del inepto hubo dos consultas en Cataluña).

 

Lo cierto es que el golpe jamás hubiera podido triunfar sin dos colaboradores necesarios: el PP de Rajoy por omisión y el traidor PSOE por colaboración.

 

Ningún golpe de Estado puede ser exitoso si no se toman los mandos de poder y de control del Estado, como nos enseñó Malaparte. Y ese control ha estado, desde 2004, en poder el PSOE.

 

En esta legislatura veremos finalmente la consulta en Cataluña y la inmediata réplica en el País Vasco. No parece probable que España pueda sobrevivir hasta 2030 tal y como la conocemos. Sólo nos queda la esperanza de que cuando se vayan los que nos odian podamos enterrar al PSOE (se quedará sin apoyos necesarios para gobernar y reducido a cenizas en el resto de España) y tal vez, entonces, podamos volver a tener un país decente.

 

No olvidemos, por tanto, que el golpe de Estado que nos venden como democrático y pacífico ni lo ha sido en su origen, pues nació de una masacre, ni lo ha sido después, pues por mucho que el gobierno quiera cambiar el lenguaje y no tratar de terrorismo lo que hicieron los SA de Cataluña, lo fue.

 

El paralelismo de este proceso con el del nazismo es innegable y hiela la sangre: violencia y leyes habilitantes y destrucción del adversario político.

 

Alguien ha dicho que no estamos preparados para conocer la verdad del 11M. No es cierto. Sí que estamos preparados y deberíamos conocerla para poder actuar con verdadera libertad. Pero a unos no les interesa que conozcamos su papel en el crimen y a otros el temor los atenaza. Lo cierto es que si hubiéramos conocido la verdad, seguramente este proceso no hubiera podido seguir adelante. Son muchos los cobardes, pero son muchos más los traidores.

 

Ahora vamos a manifestaciones y protestamos. Insultamos a los traidores y apelamos a una Europa que no tiene legitimidad moral para casi nada y que duda de su fuerza jurídica para frenar el proceso.

 

Lo cierto es que nunca exigimos que se nos dijera la verdad, mirando para otro lado y fomentando un olvido ominoso. España ha demostrado ser un país sometido y lanar que olvidó hace generaciones el honor y la valentía que algunos de nuestros antepasados mostraron cuando llevaron a cabo la mayor gesta de la Historia. Pero nada permanece y todo cambia, y décadas de franquismo convirtieron a los españoles en ganado y el PSOE continuó la labor de convencimiento y aceptación del crimen y del sometimiento. No podemos llamarnos a engaño, cuanto mayor rechazo obtiene el independentismo en Cataluña, los políticos nos conducen en otra dirección con total impunidad.

 

No creo que baste la resistencia de algunos elementos aislados del poder judicial para frenar el envite. Sería necesaria una auténtica revolución que no parece posible cuando la mitad del país está con el proceso y la otra es demasiado educada para hacer lo que hay que hacer.

 

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