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Pedro Chacón
Sábado, 30 de Marzo de 2024 Tiempo de lectura:

Aberri Eguna: la mayor tomadura de pelo de la política vasca

[Img #25783]

 

Esta placa, tomada del libro del fanático Ceferino de Jemein (Biografía de Arana-Goiri’tar Sabin e Historia gráfica del nacionalismo, Bilbao, Juventud Vasca, 1935, p. 205), donde construye una biografía de Sabino Arana que más bien parece la hagiografía fake de un falso santo, fue colocada en la fachada de la casa natal de los Arana Goiri (ubicada en la calle Ibáñez de Bilbao, esquina con Jardines de Albia, cuyo solar ocupa hoy la sede central del PNV) con motivo de la celebración del primer Aberri Eguna de la historia, el domingo de Resurrección de 1932, con el impresentable Luis (Koldo para los amigos) Arana Goiri presidiendo ese año el partido tras la reunificación de las dos ramas, la autonomista de Comunión Nacionalista Vasca y la radical representada por el propio Koldo, al que echaron los militantes del partido debido al asunto de la corrupción política que tuvo lugar en 1915, según el cual el entonces presidente (o sea Koldo, que lo fue también entre 1908 y 1915), falsificó el resultado de las elecciones municipales en Bilbao, sacrificando un concejal nacionalista elegido democráticamente con tal de que el candidato monárquico (datista para más señas), alcanzara la Alcaldía, en un enjuague que habían hecho en los despachos vete a saber con qué interés espurio.

 

Así funcionaba nuestro Koldo desde que tenemos noticia de él. Ya hemos sabido lo que hizo antes, durante y después de su presencia en la primera fase del partido nacionalista recién fundado, en vida de Sabino, porque sabemos cómo este, su hermano, le necesitaba y confiaba en él desde el principio. Hasta el punto de contarnos que Luis, o sea Koldo, era nacionalista sin saberlo y desde antes que él, Sabino, se diera cuenta de la idea.

 

Y de ahí la frase de la placa, tomada del discurso de Larrazábal de 3 de junio de 1893: “Pero el año ochenta y dos (¡bendito el día en que conocí a mi Patria, y eterna gratitud a quien me sacó de las tinieblas extranjeristas!), una mañana en que nos paseábamos en nuestro jardín mi hermano Luis y yo, entablamos una discusión política. Mi\ hermano era ya bizkaino nacionalista”. O sea, Luis, nuestro Koldo, según su hermano Sabino, era ya nacionalista en esa fecha, en 1882, que como sabemos resulta la referencia seminal, ocurrida hacía 50 años, por la que en 1932 se celebró el primer Aberri Eguna de la historia. La broma resulta demasiado pesada. Ni como broma resulta creíble, en realidad.

 

A partir de entonces se ha venido celebrando por parte del nacionalismo en todas sus ramas, cada domingo de Resurrección, esta festividad fake. La tomadura de pelo es de tal calibre, que parece mentira, una sociedad como la vasca, incluidos los nacionalistas, que se las dan de tan inteligentes ellos, tan avanzados, tan por encima de tantas cosas, y que hayan sido capaces de tragar con semejante rueda de molino.

 

El análisis del acontecimiento que dio lugar al Aberri Eguna no resiste ni el mínimo contraste. Una conversación entre hermanos en el jardín de su casa, que ocurrió un año, así, en general, un año, 1882, sin especificar qué día, ni qué mes, ni en qué circunstancias que permitirían recordar la fecha de un acontecimiento tan enorme para ellos. Un año que luego los fanáticos seguidores convirtieron en Domingo de Resurrección, como si Sabino Arana hubiera sido Jesucristo resucitado, no se puede tener más fanatismo, o más poca vergüenza o más desprecio por los preceptos de la Iglesia católica. Comparar a un tarado con Jesucristo, nada menos.

 

Ya tengo demostrado en otros trabajos cómo Sabino Arana se inventó el lema a posteriori, mucho después de ese 1882, lo de Jaungoikoa eta Lagizarra y lo convirtió en santo y seña del nacionalismo vasco. Su hermano Luis no tenía ni puñetera idea de todo esto, ni participó siquiera en la elaboración del lema, ni escribió una sola línea en todos los periódicos del nacionalismo vasco. Ni una sola línea. Lo que conocemos de él lo dejó escrito en cartas a los amigos o en folletos de uso interno del partido. Ningún artículo de su autoría en todos los años del primer nacionalismo, mientras vivió su hermano. Y después de eso, con los dedos de la mano podemos juntar los textos que escribió para alguna revista. Todo lo más cartas, correspondencia a manta, siempre con un solo interlocutor cada vez, nada de exponerla en público, nada de textos para ser leídos por cualquiera. Un individuo que se supone que tenía cierto nivel cultural, que hizo una carrera como arquitectura, que, aunque le costara quince años terminarla, la terminó, parece ser. Y siendo, además, como su hermano lo dejó escrito en un alarde supremo de tomadura de pelo al personal, que era nacionalista antes que el propio fundador del nacionalismo. Que no escribiera ni una sola línea en los periódicos de su hermano, ya es suficientemente indicativo de la estafa intelectual, moral y política en que consistía todo el personaje. La pareja de hermanos, en realidad, era una estafa en sí misma.

 

Porque también tengo investigado cómo los dos hermanos todavía seguían ejerciendo de integristas españoles entre los años 1888 y 1890, en que intervinieron en varias iniciativas, de las que hay testimonio escrito, en el periódico oficial del integrismo español de Bilbao, El Euskaro, que formaba parte de la órbita de periódicos integristas de España que se intercambiaban artículos y noticias y cuya cabecera de referencia era El Siglo Futuro de Madrid. O sea que hasta 1890 los dos hermanos eran y actuaban como integristas españoles.

 

Y con estos antecedentes resulta que Sabino Arana nos quiere convencer de que en 1882 su hermano Luis ya era nacionalista y además le había transmitido la idea nacionalista, en germen pero ya aquilatada. ¿Cabe mayor superchería?

 

Y luego hay investigadores que se extrañan de que Luis, nuestro Koldo, no explicara nada nunca respecto de aquel episodio fundacional del nacionalismo. Y es que hemos tenido unos historiadores del nacionalismo vasco que no tienen perdón de Dios, por haberse tomado en serio a estos personajillos, por haberse creído todas las majaderías que dejó escritas el mamarracho integral de Sabino Arana.

 

Pero lo definitivo es lo que ya sabemos: que en 1893, once años después de la supuesta “revelación” del nacionalismo a su hermano Sabino, Luis, nuestro Koldo, el precursor del nacionalismo, el primer nacionalista vasco de la historia (hay que aguantarse la risa), no tuvo ningún reparo de conciencia ni ideológico ni político (lo de reparo moral vamos a dejarlo a un lado porque el personaje ya sabemos que no tiene de eso) en hacerle un hijo a su criada maketa (por aragonesa), lo cual le hubiera convertido, de facto (de haberse sabido, claro), en apestado para el nacionalismo, una ideología que iba a iniciar su andadura proselitista ese mismo año, en junio, con el discurso de Larrazabal, al que asistió el propio Luis, nuestro Koldo, llevando, como quien dice, de la mano a su hermano Sabino, que sin Luis no era capaz de dar un paso en la escena pública, parece ser.

 

Es más, Sabino Arana siempre decía que para 1890 ya tenía redactado el Reglamento del Euskeldun Batzokija, o primer reglamento del nacionalismo vasco, donde estaba establecida la jerarquización de los socios y las condiciones de acceso, por las que Luis habría quedado convertido en un socio de tercera división, en un socio accesorio, de esos que solo sirven para hacer bulto, sin posibilidades ni siquiera remotas de ser vicepresidente y mano derecha de su hermano, como luego fue. Siempre y cuando hubiéramos sabido, claro está, la verdadera realidad de su doble vida, algo que siempre ocultó y que solo dio a conocer, muy poco a poco, y solo a sus más íntimos y falsificando los apellidos y el lugar de nacimiento de su mujer y, sobre todo, ocultando la fecha de su boda.

 

Los dos hermanos tomaron el pelo bien tomado a todos los que les siguieron, pero especialmente Luis, que se lo tomó incluso a su propio hermano Sabino. ¿Qué clase de relación había entre los dos hermanos, para tener oculta entre ellos una situación como la que Luis vivió con su mujer y de la que Sabino Arana no supo nada hasta pasados siete años nada menos?

 

Y cómo se puede tener la jeta que tenía Luis, de convertirse en vicepresidente de un partido que colocaba la moral católica por encima de todo y que jerarquizaba a los socios, en el caso de estar casados, teniendo en cuenta también los apellidos de sus mujeres respectivas, cuando él tenía la situación personal que tenía.

 

En fin, qué más se puede decir de esta pareja.

 

Lo que sí se puede hacer es seguir propagando esta superchería, esta auténtica tomadura de pelo que ha estado practicando el nacionalismo vasco con todos los ciudadanos que vivimos aquí durante demasiado tiempo, no solo con sus seguidores directos, que por supuesto, sino con todos los demás también, que tenemos que aguantar estoicamente la gilipollez de esta historia del nacionalismo vasco. Una historia que incluso ha causado muertos, algunos de ellos por manipulación de artefactos explosivos, porque durante la dictadura franquista el Aberri Eguna era un símbolo de lucha del pueblo vasco oprimido, imagínense hasta dónde llegó la cosa. Así que por lo menos que conste en acta que algunos no nos creemos absolutamente nada de todo este montaje confabulado por un par de truculentos personajes, verdaderamente salidos de una película de ciencia-ficción pero al revés, o sea, casposa, rancia y como de pesadilla, y llevada al pasado en lugar de al futuro. Y continuado luego por una legión de gente crédula, poco informada, fácilmente manipulable y, por lo tanto, capaz de cualquier cosa.

 

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