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Winston Galt
Martes, 18 de Junio de 2024 Tiempo de lectura:

Panorama desde el abismo o las consecuencias de mirar hacia otro lado

Tras las recientes elecciones europeas el panorama que se divisa desde el abismo de la política española y europea no augura un futuro prometedor precisamente.

 

Tres son los problemas más serios para los españoles y los europeos: la inmigración masiva, la Agenda 2030 y la implantación en España de un régimen autoritario de facto.

 

Sobre la última cuestión, los órdagos de Hugo Sánchez a los dos últimos bastiones que se le resisten: los pocos periodistas libres que quedan y algunos jueces, no deja lugar a dudas sobre el carácter totalitario  del personaje y la naturaleza delincuencial de la organización que dirige. Se dice que lo hace para buscar la impunidad por la corrupción más que evidente de sus familiares, pero no es cierto. El proceso comenzó al poco de llegar al poder, como denunciamos aquí hace ya varios años: el paralelismo de su acción de gobierno con la de Hugo Chávez no dejaba lugar a dudas (también hay paralelismos claros con las leyes instauradas por el PSOE durante el final de la segunda república contra periodistas y jueces). Los casos de corrupción de su mujer, que no son de su mujer sino suyos (ella no hubiera sido capaz de hacer la o con un canuto sin su anuencia y complicidad), y la evidente figura de testaferro del hermano sólo han propiciado que se vea forzado a acelerar el proceso, pero éste comenzó nada más llegar al poder. Dijimos entonces que lo tenía muy claro: seguir la ruta que inició Zapatero (aislar al PP, entonces único partido en la oposición) y aliarse con toda la izquierda comunista, proterrorista, nacionalista e independentista. Zapatero vio interrumpida su trayectoria por la crisis de 2008 y las elecciones de 2011, pero el proyecto seguía ahí para quien quisiera retomarlo. Hasta Rubalcaba lo advirtió.

 

No es descabellado pensar que pueda conseguirlo. En el interior, la única oposición de algunos tribunales puede ser superada, aunque cueste algo de tiempo, por el TC, que está al servicio de la causa.

 

Pensar que la legislatura se agota es seguir plantado en la ensoñación de que España es un país normal, pues en cualquier país normal Sánchez se habría visto forzado a dimitir, pues lo cierto es que razones para dimitir, retirarse de la política e, incluso, ser procesado, ha dado muchas y hace tiempo, y ninguna de ellas lo tumbó. Creer que ahora será distinto porque hay casos de corrupción en su familia es ignorar deliberadamente el sectarismo de su partido y la naturaleza fanática de sus bases. Que el PSOE es un partido totalitario lo prueba que su electorado le perdona todos los delitos.

 

El verdadero problema de España es que aún hay siete millones de personas que votan a un individuo como éste. Del mismo modo que el problema de Venezuela fue que hubo millones que votaron a Chávez, no una primera vez, en la que pudieron ser engañados, sino muchas veces.

 

Las mayorías o las grandes minorías pueden ser totalitarias y arruinar una democracia, habiendo ejemplos múltiples de ello. España no tiene por qué ser una excepción. Mucho nos tememos que tenemos Hugo Sánchez para rato.

 

No parece tampoco que los otros dos graves problemas a los que nos enfrentamos vayan a encontrar solución en breve. Si bien la derecha conservadora ha crecido mucho en Europa y tendrá más peso en el Parlamento, lo cierto es que entre el PP europeo y los socialistas y verdes mantendrán la mayoría parlamentaria.

 

Si continúan los acuerdos entre estas formaciones estaremos ante una traición más del PP a los electores y a los intereses reales de las sociedades europeas, en particular la española. De momento, la impresentable Úrsula von Der Leyen ya ha dicho que continuará con su pacto con las formaciones de izquierda, socialistas y verdes (por cierto, quiere ahora imponer aranceles a los coches eléctricos chinos, pero no a los tomates de Marruecos. ¿Tal vez este país no esté pagando sólo a socialistas?). Esto implica que no se modificará la Agenda 2030 más que en algunos detalles, como la ralentización de la imposición del fraude del coche eléctrico o se quitarán algunas regulaciones menores que no cambiarán la magnitud de la ruina a la que nos dirigen. En cualquier caso, no podemos confiar en el PP, quien acaba de votar a favor de regularizar a 500.000 inmigrantes (si han de ser regularizados es porque eran ilegales), sin rubor alguno. Hasta Ayuso ha tenido que advertir que el PP no debe seguir siendo el apéndice de la socialdemocracia, lo cual demuestra dos cosas: que es verdad que lo es y que su partido seguramente volverá caer en los mismos vicios. Las últimas actuaciones de Feijóo así lo parecen demostrar, pues mantiene el apoyo a Von Der Leyen.

 

Respecto a la inmigración, Fabrice Leggeri, que ha sido director de la Agencia Frontex hasta 2022, ha dicho que la comisaria de Interior Ilva Johansson le dijo: "No se preocupe. No necesitan armas y uniformes porque los migrantes vienen en busca de amor. Europa es un continente envejecido, así que, tanto si le gusta como si no, su trabajo es dar la bienvenida a los migrantes."

 

En la entrevista a Álvaro Peñas, Leggeri también dice algo tan siniestro como que "cuando no estás dentro del sistema no puedes ni imaginar lo que pasa dentro". También habló de las fases de la inmigración: la primera parte del viaje es organizada por las mafias del tráfico de personas; la segunda por las ONG para cruzar el mar; la tercera son los Estados que se encargan de ubicar a los inmigrantes.

 

La verdad de lo que está ocurriendo es muy sencilla: la primera fase depende de la permisividad de los Estados africanos, que no podría darse sin el consentimiento expreso o tácito de Europa; las dos últimas fases dependen de los Estados europeos, pues son éstos quienes financian a las ONG sabiendo que hacen lo que hacen; y la tercera es decisión abierta: en lugar de confinarlos y devolverlos los reubican, como vemos a diario.

 

No queremos creer que la suplantación poblacional y el efecto llamada y las puertas abiertas son decisiones deliberadas de nuestros políticos. Se llama técnica de la gran mentira, que acepta que la gente piensa que un mal tan grande no puede ser verdad.

 

Ayn Rand decía que se puede obviar la verdad, pero no se pueden obviar las consecuencias de obviar la verdad. Las consecuencias las estamos empezando a ver con ciudades que ya parecen más africanas y musulmanas que europeas, con auténticos guetos superpoblados donde ya no rigen las leyes europeas ni los modos de vida europeos, el incremento exponencial de los delitos contra la salud y contra la libertad sexual, siendo ya tan numerosos que no pueden ocultarlos los medios afines al poder, aunque lo intenten.

 

La UE acaba de sancionar a Hungría porque su gobierno se niega a admitir inmigración que no ha pedido. Pero no mira que en España se está implantando una dictadura, ya bastante asentada de facto en muchos sectores.

 

Hay quienes quieren acabar con nosotros y no queremos verlo. Podremos mirar para otro lado, pero pronto no podremos evitar las consecuencias de haber mirado hacia otro lado.

 

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