"Basken": el mapa más antiguo de Euskal Herria deja fuera a Tudela
![[Img #26615]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/10_2024/5812_imagen1.png)
Aquí lo tienen. Pero no se piensen que es de la Edad Media o algo así. Nada de eso. Este mapa está sacado de un libro titulado Physikalischer Atlas, que es de 1848, cuyo autor es Heinrich Berghaus y editado por Justus Perthes en Gotha, ciudad que está enclavada en el centro mismo de la actual Alemania. La edición que revisamos a través de la página web de Harvard Library aparece fechada en 1851. Y este es el mapa más antiguo donde salen reunidas la zona española y la francesa de Euskal Herria.
Se puede consultar tranquilamente en Internet sin necesitar el libro que citábamos en el artículo anterior de esta serie de El balle del ziruelo, ya saben, el de Jose Mari Esparza Zabalegi, el editor de Txalaparta, titulado Mapas para una nación, donde aparece incluido este mapa en su página 103, y del que el autor se lamenta porque Navarra pierde protagonismo, por incluirse su eusquera, junto con los de Iparralde, en el dialecto Labortanisch.
Porque es que, en efecto, estamos ante un mero mapa lingüístico, pero mucho menos sofisticado, y por supuesto mucho menos útil para el nacionalismo, que el de los dialectos del eusquera que unos años después, en 1863, de la mano de Luis Luciano Bonaparte, se convertirá en el mapa por excelencia de Euskal Herria.
En este mapa, en cambio, solo aparece coloreado en gris el territorio de los vascos (“Basken”) que hablan eusquera. Y está dividido en tres zonas con los números 1, 2 y 3 que corresponden a los dialectos que distinguen estos alemanes: 1 – Labortanisch, 2 – Guipuzcoanisch y 3 – Vizcayisch. Estos esquemas explicativos que reproducimos vienen en otro mapa genérico para toda Europa del mismo atlas alemán cuya referencia hemos dado al principio.
![[Img #26613]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/10_2024/6386_imagen2.png)
Pero lo más decisivo, como puede comprobarse, es que en el mapa quedan fuera del entorno lingüístico del eusquera las comarcas navarras de las Bárdenas Reales y de Tudela. Estas últimas, de hecho, están dentro de una zona punteada en amarillo con el número 4, que es la de uno de los dialectos que integran el mapa dialectal de toda la península ibérica, desglosado en este esquema:
![[Img #26614]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/10_2024/6127_imagen3.png)
Como puede apreciarse, Tudela queda en la zona correspondiente al dialecto número 4, que es propiamente el Aragonisch, y que está al mismo nivel que el dialecto Castilisch, el Portugiesisch, el Galizisch o el Dialect der Maragatos, que abarca Astorga y La Puebla de Sanabria, entre León y Zamora. ¿No es increíble que se ponga en este mapa al mismo nivel al castellano o al portugués con el dialecto de los Maragatos, o con el murciano? Es muy divertido. También este mapa pone al catalán (catalanisch) no en relación con el resto de “dialectos” de la península ibérica sino con los de Francia. En cualquier caso, sobre el detalle este del Aragonisch para Tudela, nuestro Jose Mari Esparza Zabalegi como que ni se preocupa en considerar. Suponemos que es porque no le hace demasiada gracia. Porque él, para describir este mapa, nos dice muy ufano en su libro Mapas para una nación, en un recuadrito de su página 103: “Aparece coloreado todo el territorio vasco al norte del Ebro, hasta Iparralde”. Sí claro, ya, pero con el “pequeño detalle”, del que por si acaso no nos advierte el muy cuco, de que se está dejando fuera a Tudela.
Como siempre, el amigo Jose Mari interpretando la cosa a su manera y como siempre pasándose de listo. Porque qué entenderá aquí este buen hombre por “todo el territorio vasco”. En este mapa, si se fijan, la línea del Ebro en la que termina el color gris solo hace de límite sur por la zona de Haro en La Rioja. Y a la derecha, en la parte española, la referencia es el río Aragón, que es el principal afluente del Ebro por su margen izquierda en esa zona. Este río, siguiendo la toponimia del mapa, nace cerca de Canfranc, en pleno Pirineo de Huesca, pasa por Jaca, se mete en Navarra por Sangüesa y sigue luego hasta buscar la confluencia con el Ebro. Como vemos, toda la zona navarra al sur de este río Aragón queda fuera de este mapa alemán de los dialectos del eusquera. Y por la parte de la izquierda del mapa, el punteado va desde Miranda para Vitoria y luego de ahí coge por Orduña hasta Bilbao, dejando fuera todo el valle alavés de Valdegovía pero, en cambio, y esto sí que es curioso también, abarcando toda la cuenca del río Cadagua, en las Encartaciones vizcaínas, desde más al occidente incluso del propio nacimiento de este río, que no olvidemos que es en la Sierra de la Magdalena, bien metido ya en la provincia de Burgos. Yo diría que por ahí llega el vértice occidental del mapa casi hasta Espinosa de los Monteros, si es que no incluye también a esta localidad, situada en plena comarca de Las Merindades burgalesas, lo cual constituye todo un exceso de estos cartógrafos alemanes.
Ese es el mapa de Euskal Herria que, casi con forma de patata podríamos decir y sin atenerse a los límites provinciales, recoge este atlas alemán de mediados del siglo XIX, porque con él se representa la presencia de los vascos (“Basken”) desde un punto de vista lingüístico.
Y no sé por qué me da que esa representación no le gusta mucho al amigo Jose Mari. Porque la intención imperialista del nacionalismo vasco con el mapa de Euskal Herria, cuyo primer ejemplo histórico es el del príncipe Luis Luciano de Bonaparte, de 1863, es la de que, partiendo de la presencia del eusquera, extenderse, aprovechando los límites provinciales españoles, y arramplar con todo para el convento, haya o no, en esas partes añadidas, influencia de los llamados “basken” o del eusquera.
En el mismo atlas alemán que estamos viendo hay otro mapa de Euskal Herria, en el que se refiere a los “Vasken” (esta vez con “uve”, no con “be”) en un sentido étnico más que lingüístico. Está en la página 101 del libro de Esparza. Y aquí la única diferencia es que, por la parte sur, en lugar de llegar el supuesto territorio vasco al Ebro solo por la zona de Haro, como hace el mapa lingüístico, toca un poco más hasta Calahorra. Jose Mari Esparza lo comenta así: “Coloreado aparece “Vasken”, que abarca los siete territorios vascos, desde Baiona a la línea del Ebro”. Pero qué ilusiones se hace de nuevo este auténtico propagandista del nacionalismo. Porque aquí los alemanes también se dejan fuera las Bárdenas Reales y la comarca de Tudela. Veámoslo:
![[Img #26616]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/10_2024/1676_imagen4.png)
Como vemos, aquí los “Basken” del primer mapa son ahora “Vasken”. Pero tanto el de los “Basken” como este de estos “Vasken” se parecen en algo sustancial, y es que ambos mapas alemanes de mediados del siglo XIX, que son, como decíamos al principio, los más antiguos que hay donde se abarca por primera vez en un solo mapa tanto la parte española como la francesa de Euskal Herria, no le gustan ni un pelo al nacionalismo, sencillamente porque acota las fronteras a la presencia del eusquera o de los vasken-basken –etnográfica o lingüísticamente considerados (a pesar del exceso de irse por occidente casi hasta Espinosa de los Monteros o más allá, muy adentro de la provincia de Burgos)–, pero lo que no hacen estos mapas es aprovechar las fronteras de las provincias españolas, como se verán luego, unos años después, bien marcaditas en el mapa de los dialectos del eusquera de Luis Luciano Bonaparte.
Con estos mapas alemanes el nacionalismo vasco se queda sin territorio oficial que reivindicar porque sus límites están pintados sobre el papel de tal manera que con eso solo no se sabría por dónde va la línea de demarcación en el terreno real o administrativamente consolidado y así no sirve para ningún proyecto político nacionalista que se precie. Qué fronteras va a reivindicar como propias el nacionalismo con un mapa así. Ninguna. De la otra forma, con el mapa de 1863, el definitivo que luego sale en todas las siluetas de Euskal Herria que tanto le gusta dibujar al nacionalismo, con las Bárdenas Reales y la comarca de Tudela incluidas, se puede reivindicar algo sólido, bien delimitado, con fronteras conocidas y que se podrían hipotéticamente desgajar de donde siempre estuvieron incluidas, o sea de España. Y si en Francia no se reconocen las fronteras de los territorios históricos eusquéricos no importa. Porque lo de Francia ya sabemos que siempre quedaría para después.
Aquí lo tienen. Pero no se piensen que es de la Edad Media o algo así. Nada de eso. Este mapa está sacado de un libro titulado Physikalischer Atlas, que es de 1848, cuyo autor es Heinrich Berghaus y editado por Justus Perthes en Gotha, ciudad que está enclavada en el centro mismo de la actual Alemania. La edición que revisamos a través de la página web de Harvard Library aparece fechada en 1851. Y este es el mapa más antiguo donde salen reunidas la zona española y la francesa de Euskal Herria.
Se puede consultar tranquilamente en Internet sin necesitar el libro que citábamos en el artículo anterior de esta serie de El balle del ziruelo, ya saben, el de Jose Mari Esparza Zabalegi, el editor de Txalaparta, titulado Mapas para una nación, donde aparece incluido este mapa en su página 103, y del que el autor se lamenta porque Navarra pierde protagonismo, por incluirse su eusquera, junto con los de Iparralde, en el dialecto Labortanisch.
Porque es que, en efecto, estamos ante un mero mapa lingüístico, pero mucho menos sofisticado, y por supuesto mucho menos útil para el nacionalismo, que el de los dialectos del eusquera que unos años después, en 1863, de la mano de Luis Luciano Bonaparte, se convertirá en el mapa por excelencia de Euskal Herria.
En este mapa, en cambio, solo aparece coloreado en gris el territorio de los vascos (“Basken”) que hablan eusquera. Y está dividido en tres zonas con los números 1, 2 y 3 que corresponden a los dialectos que distinguen estos alemanes: 1 – Labortanisch, 2 – Guipuzcoanisch y 3 – Vizcayisch. Estos esquemas explicativos que reproducimos vienen en otro mapa genérico para toda Europa del mismo atlas alemán cuya referencia hemos dado al principio.
Pero lo más decisivo, como puede comprobarse, es que en el mapa quedan fuera del entorno lingüístico del eusquera las comarcas navarras de las Bárdenas Reales y de Tudela. Estas últimas, de hecho, están dentro de una zona punteada en amarillo con el número 4, que es la de uno de los dialectos que integran el mapa dialectal de toda la península ibérica, desglosado en este esquema:
Como puede apreciarse, Tudela queda en la zona correspondiente al dialecto número 4, que es propiamente el Aragonisch, y que está al mismo nivel que el dialecto Castilisch, el Portugiesisch, el Galizisch o el Dialect der Maragatos, que abarca Astorga y La Puebla de Sanabria, entre León y Zamora. ¿No es increíble que se ponga en este mapa al mismo nivel al castellano o al portugués con el dialecto de los Maragatos, o con el murciano? Es muy divertido. También este mapa pone al catalán (catalanisch) no en relación con el resto de “dialectos” de la península ibérica sino con los de Francia. En cualquier caso, sobre el detalle este del Aragonisch para Tudela, nuestro Jose Mari Esparza Zabalegi como que ni se preocupa en considerar. Suponemos que es porque no le hace demasiada gracia. Porque él, para describir este mapa, nos dice muy ufano en su libro Mapas para una nación, en un recuadrito de su página 103: “Aparece coloreado todo el territorio vasco al norte del Ebro, hasta Iparralde”. Sí claro, ya, pero con el “pequeño detalle”, del que por si acaso no nos advierte el muy cuco, de que se está dejando fuera a Tudela.
Como siempre, el amigo Jose Mari interpretando la cosa a su manera y como siempre pasándose de listo. Porque qué entenderá aquí este buen hombre por “todo el territorio vasco”. En este mapa, si se fijan, la línea del Ebro en la que termina el color gris solo hace de límite sur por la zona de Haro en La Rioja. Y a la derecha, en la parte española, la referencia es el río Aragón, que es el principal afluente del Ebro por su margen izquierda en esa zona. Este río, siguiendo la toponimia del mapa, nace cerca de Canfranc, en pleno Pirineo de Huesca, pasa por Jaca, se mete en Navarra por Sangüesa y sigue luego hasta buscar la confluencia con el Ebro. Como vemos, toda la zona navarra al sur de este río Aragón queda fuera de este mapa alemán de los dialectos del eusquera. Y por la parte de la izquierda del mapa, el punteado va desde Miranda para Vitoria y luego de ahí coge por Orduña hasta Bilbao, dejando fuera todo el valle alavés de Valdegovía pero, en cambio, y esto sí que es curioso también, abarcando toda la cuenca del río Cadagua, en las Encartaciones vizcaínas, desde más al occidente incluso del propio nacimiento de este río, que no olvidemos que es en la Sierra de la Magdalena, bien metido ya en la provincia de Burgos. Yo diría que por ahí llega el vértice occidental del mapa casi hasta Espinosa de los Monteros, si es que no incluye también a esta localidad, situada en plena comarca de Las Merindades burgalesas, lo cual constituye todo un exceso de estos cartógrafos alemanes.
Ese es el mapa de Euskal Herria que, casi con forma de patata podríamos decir y sin atenerse a los límites provinciales, recoge este atlas alemán de mediados del siglo XIX, porque con él se representa la presencia de los vascos (“Basken”) desde un punto de vista lingüístico.
Y no sé por qué me da que esa representación no le gusta mucho al amigo Jose Mari. Porque la intención imperialista del nacionalismo vasco con el mapa de Euskal Herria, cuyo primer ejemplo histórico es el del príncipe Luis Luciano de Bonaparte, de 1863, es la de que, partiendo de la presencia del eusquera, extenderse, aprovechando los límites provinciales españoles, y arramplar con todo para el convento, haya o no, en esas partes añadidas, influencia de los llamados “basken” o del eusquera.
En el mismo atlas alemán que estamos viendo hay otro mapa de Euskal Herria, en el que se refiere a los “Vasken” (esta vez con “uve”, no con “be”) en un sentido étnico más que lingüístico. Está en la página 101 del libro de Esparza. Y aquí la única diferencia es que, por la parte sur, en lugar de llegar el supuesto territorio vasco al Ebro solo por la zona de Haro, como hace el mapa lingüístico, toca un poco más hasta Calahorra. Jose Mari Esparza lo comenta así: “Coloreado aparece “Vasken”, que abarca los siete territorios vascos, desde Baiona a la línea del Ebro”. Pero qué ilusiones se hace de nuevo este auténtico propagandista del nacionalismo. Porque aquí los alemanes también se dejan fuera las Bárdenas Reales y la comarca de Tudela. Veámoslo:
Como vemos, aquí los “Basken” del primer mapa son ahora “Vasken”. Pero tanto el de los “Basken” como este de estos “Vasken” se parecen en algo sustancial, y es que ambos mapas alemanes de mediados del siglo XIX, que son, como decíamos al principio, los más antiguos que hay donde se abarca por primera vez en un solo mapa tanto la parte española como la francesa de Euskal Herria, no le gustan ni un pelo al nacionalismo, sencillamente porque acota las fronteras a la presencia del eusquera o de los vasken-basken –etnográfica o lingüísticamente considerados (a pesar del exceso de irse por occidente casi hasta Espinosa de los Monteros o más allá, muy adentro de la provincia de Burgos)–, pero lo que no hacen estos mapas es aprovechar las fronteras de las provincias españolas, como se verán luego, unos años después, bien marcaditas en el mapa de los dialectos del eusquera de Luis Luciano Bonaparte.
Con estos mapas alemanes el nacionalismo vasco se queda sin territorio oficial que reivindicar porque sus límites están pintados sobre el papel de tal manera que con eso solo no se sabría por dónde va la línea de demarcación en el terreno real o administrativamente consolidado y así no sirve para ningún proyecto político nacionalista que se precie. Qué fronteras va a reivindicar como propias el nacionalismo con un mapa así. Ninguna. De la otra forma, con el mapa de 1863, el definitivo que luego sale en todas las siluetas de Euskal Herria que tanto le gusta dibujar al nacionalismo, con las Bárdenas Reales y la comarca de Tudela incluidas, se puede reivindicar algo sólido, bien delimitado, con fronteras conocidas y que se podrían hipotéticamente desgajar de donde siempre estuvieron incluidas, o sea de España. Y si en Francia no se reconocen las fronteras de los territorios históricos eusquéricos no importa. Porque lo de Francia ya sabemos que siempre quedaría para después.