El palacete de París y la sociedad Finances et Entreprises
![[Img #27347]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/02_2025/8406_vita.jpg)
En el capítulo anterior vimos el papel de Marino Gamboa como testaferro de una compra realizada a expensas del Gobierno Vasco, demostrando que el PNV aquí no tuvo ese papel protagonista que le quieren dar los que han elaborado el informe para justificar el decreto del gobierno de Pedro Sánchez, que le ha dado ahora a ese partido la propiedad del palacete de París en exclusiva.
Hay luego una segunda compra del palacete que se lleva a cabo el 14 de febrero de 1939 a nombre de la sociedad Finances et Entreprises. Coincidió con la llegada a París de José Antonio Aguirre, que entró en Francia desde Cataluña el 5 de febrero, tras el derrumbe del frente de Cataluña en los últimos compases de la Guerra Civil.
Frente al informe del Secretario de Estado de Memoria Democrática, al servicio del gobierno de Pedro Sánchez, que afirma que la propiedad de la sociedad Finances et Entreprises es también del PNV, tenemos dos testimonios muy poderosos que colocan a esta sociedad directamente bajo la autoridad del Gobierno Vasco. Uno es el ya citado por mí en otros artículos sobre el palacete, Jean-Claude Larronde, premio Sabino Arana de este año, que en su obra Exilio y solidaridad no lo puede decir más claro: “A principios del año 1939, ante la inminencia del reconocimiento de jure del régimen franquista por los países democráticos occidentales, el gobierno vasco consideró que convenía constituir una sociedad según el derecho francés que tomase a su cargo los bienes pertenecientes al gobierno vasco que se encontraban en suelo francés” (303-304).
De hecho, esta sociedad es una entidad ficticia, formada por navieros y empresarios mayoritariamente británicos y alguno francés y que aparece domiciliada, como nos dice también Jean-Claude Larronde, en su ya citado Exilio y solidaridad, en el mismísimo despacho en París de Heliodoro de la Torre, el todopoderoso consejero de Finanzas del Gobierno Vasco: “Se observa que el domicilio social de la Sociedad se ha fijado en París, en el número 33 de la Avenue Pierre 1er de Serbie, en el 1er piso, en las oficinas que ocupan los servicios del Departamento de Finanzas del gobierno vasco, bajo la responsabilidad de Eliodoro de la Torre” (306). Con lo que la vinculación entre la sociedad Finances et Entreprises y el Gobierno Vasco no puede ser más estrecha. Esto tira abajo cualquier otra consideración que se haga al respecto en el informe del Secretario de Estado de Memoria Democrática, que se empeña en atribuir esta sociedad al PNV. Utiliza para ello testimonios de Agustín Alberro, el responsable de la contabilidad en la Delegación del Gobierno Vasco en París al que considera también únicamente tesorero del PNV, cuestión que hemos refutado suficientemente en el primer artículo de esta miniserie del palacete, el referido justamente a los tesoreros del PNV.
Pero la noticia está ahora en uno de los dos historiadores que utiliza el Secretario de Estado de Memoria Democrática para avalar su informe y darle el palacete al PNV en exclusiva. Y nos referimos en este caso no al que ya hemos citado aquí en el artículo anterior –Óscar Álvarez Gila– sino al otro, que se llama Xabier Hualde Amunárriz, que tiene un artículo titulado “La question basque, un factor de tensión entre Francia y la España franquista (1945-1975)”, de 2010, donde afirma dos veces que la sociedad Finances et Entreprises es una tapadera del Gobierno Vasco. La primera es cuando dice que la sociedad Finances et Entreprises compra el palacete. Aunque da la fecha errónea de 1937, en lugar de 1939, nos interesa porque vincula la sociedad al Gobierno Vasco. Dice así: “Este edificio, adquirido en 1937 por una sociedad (Finances et Entreprise), que actuó como testaferro del Gobierno vasco, fue alquilado en 1939 a la Liga Internacional de Amigos de los Vascos”. Pero donde más claro lo manifiesta es en esta otra cita, que viene un poco más adelante: “De hecho, anteriormente, en 1947, la citada sociedad Finances et Entreprise (es decir, el Gobierno vasco de manera encubierta) había presentado un recurso ante los tribunales”. Ambas citas están en la página 103 del número 32 de la revista Sancho el Sabio, donde aparece el citado artículo.
De manera que uno de los dos historiadores de la Universidad del País Vasco utilizado para avalar el informe del Secretario de Estado de Memoria Democrática que atribuye en exclusiva el palacete al PNV, tiene publicado un artículo el año 2010 donde dice expresamente que la sociedad Finances et Entreprises, que compra el edificio a Marino Gamboa en 1939, no es del PNV sino del Gobierno Vasco.
Pero la pregunta clave que aquí nos podemos hacer es la de ¿por qué, si ya tenían comprado el edificio a nombre de un testaferro, Marino Gamboa, decidieron en febrero de 1939 ponerlo a otro nombre? La respuesta principal no está en que, como dice Jean-Claude Larronde, era inminente el reconocimiento del régimen franquista por parte de Francia e Inglaterra. Aunque, obviamente, ese tema influyó, pienso que la respuesta verdadera es otra. Ya que, si se trataba de ocultar la verdadera propiedad del palacete, con una persona privada como Marino Gamboa podría haber sido suficiente, como lo venía siendo desde 1937, como se había pensado en un principio, cuando se compró por primera vez en octubre de ese año.
Pero ya no era suficiente a principios de 1939, porque Marino Gamboa para esas fechas estaba completamente quemado al ser perfectamente conocido por los agentes franquistas. ¿Por qué? Pues porque aparecía ya para entonces como propietario del yate “Vita”, como testaferro en este caso del gobierno de la Segunda República, presidido por Negrín, que pensaba sacar de España un tesoro de proporciones fabulosas, como de hecho hizo, llevándolo a México, donde cayó en manos de Indalecio Prieto, que ya residía allí. El tesoro estaba formado por las cajas fuertes requisadas del Banco de España y del Monte de Piedad de Madrid, así como por los tesoros del Palacio Real de Madrid, de las catedrales de Toledo o de Tortosa y por las piezas de oro del Museo Arqueológico de Madrid. Todo estaba embalado en más de cien maletas que se depositaron en las bodegas del “Vita”.
Lo cuentan los autores del libro El tesoro del «Vita», Francisco Gracia y Gloria Munilla. Ahí se dice que el Ministro de Hacienda, Méndez Aspe, por indicaciones del presidente de Gobierno, Negrín, envió a Londres al capitán santanderino Mariano Manresa, militante socialista, a mediados de 1938, quien entró en contacto allí con Marino Gamboa. Y ambos localizaron al yate “Vita” en el puerto de Southampton, procediendo a su adquisición el 1 de agosto de 1938 “para ponerlo al servicio de actividades especiales de los dirigentes republicanos” (214-215). Para esa fecha, la batalla del Ebro, que decidiría el curso de la guerra, estaba en todo su apogeo, sin un vencedor claro aún.
Marino Gamboa se convirtió, por tanto, en el testaferro del yate “Vita” en representación del gobierno de la Segunda República, con el que este pensaba sacar de España un enorme alijo de oro, dinero y piezas de arte, mientras era al mismo tiempo propietario del palacete del número 11 de la Avenue Marceau en representación del Gobierno vasco. Por eso no tendría sentido ninguno que dijéramos que Marino Gamboa era testaferro del PSOE en un caso y del PNV en otro, puesto que ambos partidos recibían sus fondos de los organismos públicos que controlaban.
En el libro “El tesoro del Vita” se explica cómo a finales de julio de 1938 los agentes franquistas ya habían informado a sus superiores de las gestiones republicanas sobre el yate “Vita” y de la propiedad del mismo por Marino Gamboa. Mientras tanto se había ido reclutando a la tripulación y haciendo acopio del material a trasladar lejos de España. Hubo un par de idas y venidas durante el mes de febrero entre Southampton, donde estaba el “Vita” atracado desde su compra, y los puertos franceses de El Havre, primero y de Rouan, después, remontando el río Sena, para cargar el tesoro y la tripulación española, de fidelidad socialista, al margen del capitán, José Ordorika, reclutado desde el principio por su fidelidad nacionalista, de la confianza de Marino Gamboa. A finales de febrero el “Vita” zarpó de Southampton, llegando a Veracruz (México) a finales de marzo.
La descomposición del gobierno republicano a principios de 1939, con la salida del presidente de la República, Manuel Azaña, hacia Francia a principios de febrero de ese año, es lo que llevó a los nacionalistas vascos a intentar hacerse con el cargamento del “Vita”, tal como se expresa fehacientemente por el propio Manuel de Irujo en carta a Heliodoro de la Torre de 6 de marzo de 1939, cuando el “Vita” estaba en plena travesía del Atlántico para llegar a México: “Llamarle a Marino Gamboa, el yate es legalmente suyo. Confidencialmente del Gobierno de la República. Mientras existiera éste, Marino podía y debía mantenerlo en su puesto. Liquidado de modo tan desastroso aquél (el Gobierno republicano), Marino no tiene hoy más superior político que el Gobierno de Euzkadi, a cuyo servicio se abrió la oficina de Londres. El Vita, en su nombre actual, con todo su contenido, debe ponerse, sin pérdida de tiempo, a disposición del Gobierno Vasco, tomando tú (E. Torre) como ministro de Hacienda la iniciativa”. Esta carta se recoge en la página 134 del libro “Exilio vasco en América” de Koldo San Sebastián, autor nacionalista que no tiene ningún problema en reconocer el intento del Gobierno vasco por quedarse con el alijo en dinero, lingotes de oro y joyas fletado por el gobierno español. Pero los nacionalistas vascos no consiguieron su propósito porque a bordo del barco iban militantes socialistas armados y miembros de la célebre “Motorizada”.
Por el riesgo que suponía la implicación de Marino Gamboa en la operación del “Vita”, donde figuraba como propietario, testaferro del gobierno de la República, es por lo que el Gobierno Vasco decidió hacer un cambio de propiedad sobre el palacete en febrero de 1939, fecha en la que también José Antonio Aguirre salió de Cataluña, como dijimos antes, para establecerse con su gobierno en París.
Y así es como llegamos a la escritura notarial de 14 de febrero de 1939 por la que el palacete de París pasa de ser propiedad de Marino Gamboa a serlo de la sociedad Finances et Entreprises. Quienes realizaron las tareas de cambio de titularidad fueron Heliodoro de la Torre, como responsable del departamento de Finanzas del Gobierno Vasco y Agustín Alberro, como responsable de la tesorería de la Delegación del Gobierno Vasco en París, sita en el palacete de la Avenue Marceau, que ya con la estancia de José Antonio Aguirre se convertiría en sede propiamente dicha del Gobierno Vasco en el exilio.
En el capítulo anterior vimos el papel de Marino Gamboa como testaferro de una compra realizada a expensas del Gobierno Vasco, demostrando que el PNV aquí no tuvo ese papel protagonista que le quieren dar los que han elaborado el informe para justificar el decreto del gobierno de Pedro Sánchez, que le ha dado ahora a ese partido la propiedad del palacete de París en exclusiva.
Hay luego una segunda compra del palacete que se lleva a cabo el 14 de febrero de 1939 a nombre de la sociedad Finances et Entreprises. Coincidió con la llegada a París de José Antonio Aguirre, que entró en Francia desde Cataluña el 5 de febrero, tras el derrumbe del frente de Cataluña en los últimos compases de la Guerra Civil.
Frente al informe del Secretario de Estado de Memoria Democrática, al servicio del gobierno de Pedro Sánchez, que afirma que la propiedad de la sociedad Finances et Entreprises es también del PNV, tenemos dos testimonios muy poderosos que colocan a esta sociedad directamente bajo la autoridad del Gobierno Vasco. Uno es el ya citado por mí en otros artículos sobre el palacete, Jean-Claude Larronde, premio Sabino Arana de este año, que en su obra Exilio y solidaridad no lo puede decir más claro: “A principios del año 1939, ante la inminencia del reconocimiento de jure del régimen franquista por los países democráticos occidentales, el gobierno vasco consideró que convenía constituir una sociedad según el derecho francés que tomase a su cargo los bienes pertenecientes al gobierno vasco que se encontraban en suelo francés” (303-304).
De hecho, esta sociedad es una entidad ficticia, formada por navieros y empresarios mayoritariamente británicos y alguno francés y que aparece domiciliada, como nos dice también Jean-Claude Larronde, en su ya citado Exilio y solidaridad, en el mismísimo despacho en París de Heliodoro de la Torre, el todopoderoso consejero de Finanzas del Gobierno Vasco: “Se observa que el domicilio social de la Sociedad se ha fijado en París, en el número 33 de la Avenue Pierre 1er de Serbie, en el 1er piso, en las oficinas que ocupan los servicios del Departamento de Finanzas del gobierno vasco, bajo la responsabilidad de Eliodoro de la Torre” (306). Con lo que la vinculación entre la sociedad Finances et Entreprises y el Gobierno Vasco no puede ser más estrecha. Esto tira abajo cualquier otra consideración que se haga al respecto en el informe del Secretario de Estado de Memoria Democrática, que se empeña en atribuir esta sociedad al PNV. Utiliza para ello testimonios de Agustín Alberro, el responsable de la contabilidad en la Delegación del Gobierno Vasco en París al que considera también únicamente tesorero del PNV, cuestión que hemos refutado suficientemente en el primer artículo de esta miniserie del palacete, el referido justamente a los tesoreros del PNV.
Pero la noticia está ahora en uno de los dos historiadores que utiliza el Secretario de Estado de Memoria Democrática para avalar su informe y darle el palacete al PNV en exclusiva. Y nos referimos en este caso no al que ya hemos citado aquí en el artículo anterior –Óscar Álvarez Gila– sino al otro, que se llama Xabier Hualde Amunárriz, que tiene un artículo titulado “La question basque, un factor de tensión entre Francia y la España franquista (1945-1975)”, de 2010, donde afirma dos veces que la sociedad Finances et Entreprises es una tapadera del Gobierno Vasco. La primera es cuando dice que la sociedad Finances et Entreprises compra el palacete. Aunque da la fecha errónea de 1937, en lugar de 1939, nos interesa porque vincula la sociedad al Gobierno Vasco. Dice así: “Este edificio, adquirido en 1937 por una sociedad (Finances et Entreprise), que actuó como testaferro del Gobierno vasco, fue alquilado en 1939 a la Liga Internacional de Amigos de los Vascos”. Pero donde más claro lo manifiesta es en esta otra cita, que viene un poco más adelante: “De hecho, anteriormente, en 1947, la citada sociedad Finances et Entreprise (es decir, el Gobierno vasco de manera encubierta) había presentado un recurso ante los tribunales”. Ambas citas están en la página 103 del número 32 de la revista Sancho el Sabio, donde aparece el citado artículo.
De manera que uno de los dos historiadores de la Universidad del País Vasco utilizado para avalar el informe del Secretario de Estado de Memoria Democrática que atribuye en exclusiva el palacete al PNV, tiene publicado un artículo el año 2010 donde dice expresamente que la sociedad Finances et Entreprises, que compra el edificio a Marino Gamboa en 1939, no es del PNV sino del Gobierno Vasco.
Pero la pregunta clave que aquí nos podemos hacer es la de ¿por qué, si ya tenían comprado el edificio a nombre de un testaferro, Marino Gamboa, decidieron en febrero de 1939 ponerlo a otro nombre? La respuesta principal no está en que, como dice Jean-Claude Larronde, era inminente el reconocimiento del régimen franquista por parte de Francia e Inglaterra. Aunque, obviamente, ese tema influyó, pienso que la respuesta verdadera es otra. Ya que, si se trataba de ocultar la verdadera propiedad del palacete, con una persona privada como Marino Gamboa podría haber sido suficiente, como lo venía siendo desde 1937, como se había pensado en un principio, cuando se compró por primera vez en octubre de ese año.
Pero ya no era suficiente a principios de 1939, porque Marino Gamboa para esas fechas estaba completamente quemado al ser perfectamente conocido por los agentes franquistas. ¿Por qué? Pues porque aparecía ya para entonces como propietario del yate “Vita”, como testaferro en este caso del gobierno de la Segunda República, presidido por Negrín, que pensaba sacar de España un tesoro de proporciones fabulosas, como de hecho hizo, llevándolo a México, donde cayó en manos de Indalecio Prieto, que ya residía allí. El tesoro estaba formado por las cajas fuertes requisadas del Banco de España y del Monte de Piedad de Madrid, así como por los tesoros del Palacio Real de Madrid, de las catedrales de Toledo o de Tortosa y por las piezas de oro del Museo Arqueológico de Madrid. Todo estaba embalado en más de cien maletas que se depositaron en las bodegas del “Vita”.
Lo cuentan los autores del libro El tesoro del «Vita», Francisco Gracia y Gloria Munilla. Ahí se dice que el Ministro de Hacienda, Méndez Aspe, por indicaciones del presidente de Gobierno, Negrín, envió a Londres al capitán santanderino Mariano Manresa, militante socialista, a mediados de 1938, quien entró en contacto allí con Marino Gamboa. Y ambos localizaron al yate “Vita” en el puerto de Southampton, procediendo a su adquisición el 1 de agosto de 1938 “para ponerlo al servicio de actividades especiales de los dirigentes republicanos” (214-215). Para esa fecha, la batalla del Ebro, que decidiría el curso de la guerra, estaba en todo su apogeo, sin un vencedor claro aún.
Marino Gamboa se convirtió, por tanto, en el testaferro del yate “Vita” en representación del gobierno de la Segunda República, con el que este pensaba sacar de España un enorme alijo de oro, dinero y piezas de arte, mientras era al mismo tiempo propietario del palacete del número 11 de la Avenue Marceau en representación del Gobierno vasco. Por eso no tendría sentido ninguno que dijéramos que Marino Gamboa era testaferro del PSOE en un caso y del PNV en otro, puesto que ambos partidos recibían sus fondos de los organismos públicos que controlaban.
En el libro “El tesoro del Vita” se explica cómo a finales de julio de 1938 los agentes franquistas ya habían informado a sus superiores de las gestiones republicanas sobre el yate “Vita” y de la propiedad del mismo por Marino Gamboa. Mientras tanto se había ido reclutando a la tripulación y haciendo acopio del material a trasladar lejos de España. Hubo un par de idas y venidas durante el mes de febrero entre Southampton, donde estaba el “Vita” atracado desde su compra, y los puertos franceses de El Havre, primero y de Rouan, después, remontando el río Sena, para cargar el tesoro y la tripulación española, de fidelidad socialista, al margen del capitán, José Ordorika, reclutado desde el principio por su fidelidad nacionalista, de la confianza de Marino Gamboa. A finales de febrero el “Vita” zarpó de Southampton, llegando a Veracruz (México) a finales de marzo.
La descomposición del gobierno republicano a principios de 1939, con la salida del presidente de la República, Manuel Azaña, hacia Francia a principios de febrero de ese año, es lo que llevó a los nacionalistas vascos a intentar hacerse con el cargamento del “Vita”, tal como se expresa fehacientemente por el propio Manuel de Irujo en carta a Heliodoro de la Torre de 6 de marzo de 1939, cuando el “Vita” estaba en plena travesía del Atlántico para llegar a México: “Llamarle a Marino Gamboa, el yate es legalmente suyo. Confidencialmente del Gobierno de la República. Mientras existiera éste, Marino podía y debía mantenerlo en su puesto. Liquidado de modo tan desastroso aquél (el Gobierno republicano), Marino no tiene hoy más superior político que el Gobierno de Euzkadi, a cuyo servicio se abrió la oficina de Londres. El Vita, en su nombre actual, con todo su contenido, debe ponerse, sin pérdida de tiempo, a disposición del Gobierno Vasco, tomando tú (E. Torre) como ministro de Hacienda la iniciativa”. Esta carta se recoge en la página 134 del libro “Exilio vasco en América” de Koldo San Sebastián, autor nacionalista que no tiene ningún problema en reconocer el intento del Gobierno vasco por quedarse con el alijo en dinero, lingotes de oro y joyas fletado por el gobierno español. Pero los nacionalistas vascos no consiguieron su propósito porque a bordo del barco iban militantes socialistas armados y miembros de la célebre “Motorizada”.
Por el riesgo que suponía la implicación de Marino Gamboa en la operación del “Vita”, donde figuraba como propietario, testaferro del gobierno de la República, es por lo que el Gobierno Vasco decidió hacer un cambio de propiedad sobre el palacete en febrero de 1939, fecha en la que también José Antonio Aguirre salió de Cataluña, como dijimos antes, para establecerse con su gobierno en París.
Y así es como llegamos a la escritura notarial de 14 de febrero de 1939 por la que el palacete de París pasa de ser propiedad de Marino Gamboa a serlo de la sociedad Finances et Entreprises. Quienes realizaron las tareas de cambio de titularidad fueron Heliodoro de la Torre, como responsable del departamento de Finanzas del Gobierno Vasco y Agustín Alberro, como responsable de la tesorería de la Delegación del Gobierno Vasco en París, sita en el palacete de la Avenue Marceau, que ya con la estancia de José Antonio Aguirre se convertiría en sede propiamente dicha del Gobierno Vasco en el exilio.