Miércoles, 24 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 24 de Septiembre de 2025 a las 11:13:55 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Pedro Chacón
Lunes, 17 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura:

El palacete de París y el saqueo bancario para comprar armas

Como vimos en el capítulo anterior, la misión puesta en marcha por Juan de Ajuriaguerra en nombre del PNV, durante el verano de 1936, en vísperas de la caída de Guipúzcoa, para ir a buscar armas al extranjero con las que poder defender Vizcaya del inminente ataque del ejército sublevado, coincide en el tiempo con el trasiego de dinero de Francisco Belausteguigoitia supuestamente para comprar el palacete. Era la cuarta versión que vimos en el capítulo anterior, en la que los emisarios Antón Irala y Federico Belausteguigoitia le pidieron dinero al tío de este para comprar armas, no para el palacete. Y en esa creencia fue en la que Francisco Belausteguigoitia hizo el envío. Resulta bastante inverosímil que en un contexto de guerra como aquel le pidieran dinero a un nacionalista vasco de México para comprar un palacete en París y que este lo enviara así por las buenas, sin más, con ese fin. Si lo envió, es obvio que debió ser para la compra de armas, tal como se deduce de la explicación de aquella cuarta versión.

 

Pero este tema de la compra de armas tiene un trasfondo o, mejor dicho, un antecedente que el nacionalismo vasco nunca nos explica. Y es que no es cierto que quienes marcharon al extranjero a comprar armas fueran sin dinero. ¿Cómo iban a ir sin dinero? Lo que en realidad ocurrió fue que, para esta primera compra de armas, el PNV tuvo que realizar un saqueo del Banco de España en Bilbao.

 

José Ángel Sánchez Asiáin nos explica en su libro La financiación de la guerra civil española (p. 359) el episodio del saqueo al Banco de España en el Bilbao sitiado, por parte del PNV, para hacer frente a los gastos de la guerra y aquí se ven las dos alternativas que se barajaron en un principio: “Desde el primer momento de la sublevación, el Gobierno del País Vasco, y especialmente el PNV, trataron de dotarse de las armas necesarias para participar en la contienda, y de conseguir la financiación necesaria para ello. Antonio Irala, secretario general de la Presidencia del Gobierno vasco, fue el encargado, por designación del dirigente del PNV Juan Ajuriaguerra, de ocuparse de ambas cosas. Para resolver el problema de la financiación, diseñó dos fórmulas: pedir a un vasco «patriota de toda la vida», y hombre adinerado, la suma necesaria, o requisar unas cajas de oro del Banco de España en Bilbao que habían llegado poco antes de la sublevación. La utilizada fue la segunda opción, aceptada por Ajuriaguerra. Se puso en marcha y aportó los recursos suficientes para firmar un primer contrato con Praga de 5.000 fusiles y 6 millones de cartuchos, que inmediatamente fueron trasladados a Bilbao.”

 

Se entiende que el cargo de Antonio Irala como secretario general de la Presidencia, lo fue a partir del 7 de octubre de 1936 en que se constituyó el Gobierno vasco con Aguirre como presidente. Pero estos hechos que relatamos fueron anteriores, como veremos. Aquí están las dos alternativas que se barajaron entonces: el saqueo del Banco de España en Bilbao o pedirle el dinero a Francisco Belausteguigoitia (para deducir este nombre, como se dice en nota, Asiáin se remite al libro de González Portilla y Garmendia que veremos a continuación), que era el patriota vasco en quien se pensaba. Ya sabemos que se optó por el saqueo.

 

En el libro de Manuel González Portilla y José María Garmendia, La guerra civil en el País Vasco. Política y economía, en su página 16-17 se reproduce un relato de Antón Irala (del que tampoco se nos da referencia o procedencia) que dice: “Acababa de ocurrir el levantamiento militar del 18 de julio del 36, y Juan Ajuriaguerra, en gesto muy típicamente suyo, me dio la misión de «arreglármelas» para encontrar dinero y comprar armas. Realicé varias gestiones en esa dirección, y la principal fue el trasladarme a París con Federico Belausteguigoitia Azcue […]. Con la eficaz colaboración de Rafael Picabea, en aquellos momentos residente en París, averiguamos que existían serias posibilidades para la compra de armas. Sobre la forma de obtener dinero pensamos en dos soluciones principales: una, la de pedir por teléfono a Francisco Belausteguigoitia, residente en México, conocidísimo patriota de toda la vida, y tío de Fede, la aportación de una suma considerable con destino a la importante finalidad que se perseguía; y otra, el requisar unas cajas de oro del banco de España en Bilbao, que habían llegado poco antes de la sublevación, hecho del que nosotros nos habíamos enterado por verdadera casualidad.” Y continúan ahora los autores González Portilla y Garmendia: “Según este relato de Irala, que obra en nuestro poder, a través de la segunda opción, aceptada por Ajuriaguerra, pudo comprarse el armamento en Praga.”

 

Por estas dos fuentes que acabamos de citar, queda meridianamente claro, contra todas las versiones que vimos en el capítulo anterior, que aquí no se optó por llamar a Belausteguigoitia para que enviara dinero, sino por saquear el Banco de España en Bilbao. Y que las dos posibilidades se enmarcaban en la compra de armas, no en el palacete. Es como si todas las versiones del nacionalismo que vimos en el capítulo anterior se hubieran confabulado para ocultar lo que realmente ocurrió. No se llamó a Belausteguigoitia. Se tiró del dinero del saqueo. Pero ninguna versión nacionalista dice eso.

 

Eugenio Ibarzábal, en su biografía medio novelada de Juan Ajuriaguerra, titulada Juan Ajuriagerra, el Hermano mayor, que es de 2019, nos da en las páginas 66-67 su versión de la compra de armas, donde el asunto del dinero necesario se despacha en una frase: “Eliodoro de la Torre, que es miembro de la Junta de Defensa, prepara los formulismos necesarios para que el director del Banco de España, Crespo, no oponga inconveniente alguno a la requisa de las cajas.” O sea, formulismos necesarios para que no se oponga inconveniente alguno.

 

Lo que ahora queda en evidencia es esa extraña sucesión de acontecimientos que se desprende de las versiones nacionalistas. ¿Cómo es que se dice en ellas que los emisarios de Ajuriaguerra fueron a París primero y luego decidieron allí qué opción tomar para comprar las armas? Esto ya estamos viendo que no pudo ser así. El saqueo ya se había producido y con el dinero obtenido fueron a París. Diciendo que llegaron a París sin dinero lo que se pretende es ocultar el saqueo.

 

La existencia del saqueo la reconoce hasta el propio José Antonio Aguirre en el tomo I de sus Obras Completas (p. 640): “Una compra afortunada de fusiles y munición verificada por los emisarios vascos, Sres. Monzón, Picabea y Torre, con oro incautado y pagado a los Bancos vascos, permitió que algunos improvisados Batallones armados a toda prisa, contuvieran al enemigo en Elgueta, rechazándolo y causando al enemigo un grave descalabro. Esto sucedió el día 4 de octubre y el día 7 el Gobierno Vasco tomaba posesión de su cargo”.

 

Lo que pasa es que Aguirre dice “oro incautado y pagado”, pero ¿cómo que pagado? ¿Cuándo se pagó el oro obtenido de este saqueo al Banco de España en Bilbao?

 

Veamos cómo se explica este saqueo en el libro de Carlos Olazábal dedicado a los sucesos del 4 de enero de 1937, titulado 4 de enero de 1937, ¿el Gernika del PNV?, que en su página 328 dice: “El PNV que se encuentra rodeado por unos y otros pero sin armas, tomará la decisión el 5 de septiembre de apoderarse de las reservas en lingote y monedas de oro depositadas en la sucursal del Banco de España de Bilbao; en esa noche y usando cinco pesqueros lo trasladaran desde Ondarroa a Francia, donde enajenado servirá para comprar armas en Checoslovaquia que se embarcarán en el puerto de Hamburgo llegando a Bilbao en octubre. La cuantía de lo extraído fue valorada en 3.124.494 pesetas de la época, el PNV no dio explicación de lo invertido. Pero por fin va a tener las armas de guerra que necesitaba su gente.”

 

El cálculo de esos tres millones procede del informe elaborado luego por las autoridades franquistas, denominado Causa general de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa (p. 34). No tenemos otra forma de conocer este punto, ya que el nacionalismo oculta este tema de manera sistemática, salvo por la mención de Aguirre cuando dice “incautado y pagado”.

 

El procedimiento de saqueo y conversión del oro en dinero apto para realizar la compra de armas lo explica Vicente Talón en su obra Memoria de la Guerra de Euzkadi de 1936, en su volumen III, pp. 684-685, recurriendo al testimonio de Juan Manuel Epalza, que recordemos que también aparecía en la tercera versión de la compra del palacete que vimos en el capítulo anterior, y que era uno de los que ofrecían su testimonio para dar fe de que el dinero venía de Belausteguigoitia. Por Epalza ahora sabemos cómo se sacó el oro del Banco de España en Bilbao: “para las cuatro de la tarde salía para Ondarroa en un coche en cuyo asiento trasero iba yo con dos cajas de madera de tamaño algo mayor que las que suelen utilizarse para el transporte de botellas de vino, llenas de monedas de oro, con el consabido pistolón Mauser de culatín y un par de granadas de mano. En otros coches viajaba el resto del grupo con otras cuatro cajas de igual o parecido tamaño al de las que yo llevaba. En total fueron seis las que el entonces director de la sucursal del Banco de España en Bilbao, Sr. Crespo (gran persona, por cierto), puso a disposición de Eliodoro de la Torre. Al anochecer llegaron a Ondarroa Telesforo Monzón y Antón Irala, que embarcaron aquella misma noche con dirección a Bayona”.

 

Y continúa el relato de Epalza con la llegada a Francia: “El oro se desembarcó sin problemas, llevándolo a la Banque Gomes, de Bayona, uno de cuyos empleados me contó años después que tuvieron que quedarse toda la noche contando, pesando y clasificando las monedas una por una para valorarlas después, entregando a la mañana siguiente a Monzón e Irala un acreditativo, talón o lo que fuera por el valor total de oro en moneda de curso legal en los ambientes en los que se trafica con armas.” En este punto, Eugenio Ibarzábal, en su biografía de Ajuriaguerra, dice que el banco fue el Credit Lyonnais, cuyo director se llamaba Arrospide.

 

Por lo tanto, aquí tenemos a los dos personajes –Monzón e Irala– que aparecen en todas las versiones del nacionalismo que vimos en el capítulo anterior, en las que se nos dice que dichos emisarios llegaron sin dinero a París. Y resulta que iban con más de tres millones de pesetas en billetes, conseguidos del saqueo de las cajas de oro del Banco de España de Bilbao.

 

Prosigue el testimonio de Juan Manuel Epalza, relatado por Vicente Talón: “El lote de armas adquiridas con el producto de las seis cajas de oro se componía, entre otras armas, de una importante cantidad de fusiles de fabricación checa con su correspondiente munición y bayoneta. Creo que lo trajo hasta Bilbao Lezo de Urreztieta, y llegaron a fines de septiembre de 1936, hacia San Miguel, fecha en la que se dio el primer parón al enemigo, es decir, 4 o 5 días antes de la aprobación del Estatuto por las Cortes en Madrid y menos de quince días de la proclamación del primer Gobierno vasco en Gernika, ceremonia en la que estuve presente y en la que dos compañías de gudaris rendían honores cono estos fusiles con bayoneta calada”.

 

Lezo de Urreztieta era un nacionalista del País Vasco francés, muy amigo de Luis Arana Goiri, el hermanísimo del fundador del nacionalismo vasco, y que durante la Guerra Civil realizó labores de contrabando relacionadas sobre todo con el tráfico de armas, para el Gobierno vasco.

 

Y prosigue Vicente Talón: “En realidad, gracias a la gestión de Epalza o, lo que es lo mismo, a la de Picavea y De la Torre, se trajeron a Vizcaya veintidós mil fusiles y también dos centenares de ametralladoras, dos baterías de 75 mm, algún cañón antiaéreo y varios millones de cartuchos”.

 

Esto es en lo que estaban pensando y lo que hicieron los nacionalistas del PNV en los meses de agosto, septiembre y octubre de 1936. Y no la compra de un palacete en París, que no se realizó, como sabemos, hasta octubre de 1937.

 

Al Gobierno vasco, de los 550 millones de pesetas en dos créditos que, durante sus nueve meses de vigencia hasta su salida de Vizcaya (del 7 de octubre de 1936 a finales de junio de 1937), le había concedido el Gobierno de la Segunda República, “en el momento de la conquista de Bilbao, solo le quedaban 15 millones de pesetas” (Sánchez Asiáin, 363). No obstante, con una pequeña parte de esos 15 millones de pesetas se pudo haber comprado el palacete de París, cuyo precio en la escritura de octubre de 1937 se fijó en 1.460.000 francos. Téngase en cuenta que del mismo modo que la peseta republicana fue perdiendo valor a lo largo de la guerra, también el franco fue bajando, pero, como referencia de partida, la peseta republicana en 1936 valía más del doble que el franco, según explican Lezamiz y Azcona en su trabajo “Patrimonio incautado por el Gobierno vasco durante la Guerra Civil”.

 

Como vemos, con las versiones nacionalistas de la compra del palacete de París se nos escamotea u oculta la operación de compra de armas previa a la formación del Gobierno vasco, que se hizo mediante el saqueo del Banco de España de Bilbao, iniciado el 5 de septiembre de 1936, en una operación diseñada por Ajuriaguerra desde el PNV, Heliodoro de la Torre, desde la Junta de Defensa de Vizcaya, y con los emisarios Epalza, Monzón e Irala, que irán a París con el dinero. El envío de Belausteguigoitia desde México, si se produjo (recordemos que esta alternativa se desechó en beneficio del saqueo), tuvo que ser necesariamente también para la compra de armas en aquel momento. Lo del palacete sería un año después, completamente fuera de este contexto. El Gobierno vasco, en la reunión celebrada en Bayona la primera semana de septiembre de 1937 (Jiménez de Aberasturi, De la derrota a la esperanza, p. 23), decidió distribuirse entre Barcelona, con Aguirre y De la Torre como principales representantes, Bruselas, a donde fue Monzón, y París, con Leizaola y Juan Gracia, este último nombrado presidente de la Delegación desde julio del 37. José Antonio Aguirre necesitaba estar cerca del Gobierno de la Segunda República, instalado en Barcelona, que era el que le surtía de fondos, con los que se venía sosteniendo económicamente desde que se constituyó el Gobierno vasco el 7 de octubre de 1936. Pero empezó también a organizarse para tener que salir definitivamente de España. Y en esa coyuntura se entiende la compra del palacete del número 11 de la Avenue Marceau de París el 8 de octubre de 1937, que se venía ya utilizando en alquiler desde febrero de ese año por la Delegación del Gobierno Vasco en la capital francesa.

https://latribunadelpaisvasco.com/tag/696/Palacio-Paris-PNV

 

https://donorbox.org/ayudanos-a-decir-en-publico-lo-que-piensas-en-privado-1

 

https://amzn.to/3rvLG5t

 

Etiquetada en...

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.