Silencio en la oscuridad: ¿dónde está el Gobierno Vasco?
Cuatro horas después de que la península ibérica quedara sumida en la oscuridad, cuando hospitales, trenes y comunicaciones colapsaban, el Gobierno Vasco seguía en silencio.
Ni una comparecencia pública.
Ni una explicación.
Ni una palabra dirigida a los ciudadanos vascos que, desconcertados, miraban sus teléfonos sin señal y sus ciudades paralizadas.
El gran apagón no solo ha puesto a prueba la resistencia de nuestras infraestructuras: ha puesto a prueba —y ha evidenciado— la falta de reflejos y liderazgo de quienes tienen la responsabilidad de protegernos en momentos críticos.
En situaciones como la vivida hoy, lo primero que esperan los ciudadanos es información clara, instrucciones básicas de seguridad y una presencia institucional que tranquilice y coordine. No hubo nada de eso.
El Gobierno Vasco, tan locuaz para tantas estupideces y que tantas veces presume de anticipación y eficiencia, ha fallado en el primer requisito de cualquier gestión de crisis: comunicar.
El vacío institucional no solo agrava la incertidumbre: genera miedo, rumores, desinformación. Deja a la sociedad huérfana cuando más necesita a sus representantes.
¿Dónde estaban los responsables de Energía? ¿Dónde los encargados de Seguridad? ¿Dónde el Lehendakari?
Su silencio fue tan atronador como el apagón mismo.
Exigimos explicaciones. Exigimos protocolos públicos de actuación en crisis eléctricas. Exigimos que, si alguna lección queda de esta jornada, sea la certeza de que la comunicación en emergencias no es un adorno: es una obligación democrática.
La oscuridad se combate con luz. Y hoy, lamentablemente, el Gobierno Vasco no encendió ninguna.
Cuatro horas después de que la península ibérica quedara sumida en la oscuridad, cuando hospitales, trenes y comunicaciones colapsaban, el Gobierno Vasco seguía en silencio.
Ni una comparecencia pública.
Ni una explicación.
Ni una palabra dirigida a los ciudadanos vascos que, desconcertados, miraban sus teléfonos sin señal y sus ciudades paralizadas.
El gran apagón no solo ha puesto a prueba la resistencia de nuestras infraestructuras: ha puesto a prueba —y ha evidenciado— la falta de reflejos y liderazgo de quienes tienen la responsabilidad de protegernos en momentos críticos.
En situaciones como la vivida hoy, lo primero que esperan los ciudadanos es información clara, instrucciones básicas de seguridad y una presencia institucional que tranquilice y coordine. No hubo nada de eso.
El Gobierno Vasco, tan locuaz para tantas estupideces y que tantas veces presume de anticipación y eficiencia, ha fallado en el primer requisito de cualquier gestión de crisis: comunicar.
El vacío institucional no solo agrava la incertidumbre: genera miedo, rumores, desinformación. Deja a la sociedad huérfana cuando más necesita a sus representantes.
¿Dónde estaban los responsables de Energía? ¿Dónde los encargados de Seguridad? ¿Dónde el Lehendakari?
Su silencio fue tan atronador como el apagón mismo.
Exigimos explicaciones. Exigimos protocolos públicos de actuación en crisis eléctricas. Exigimos que, si alguna lección queda de esta jornada, sea la certeza de que la comunicación en emergencias no es un adorno: es una obligación democrática.
La oscuridad se combate con luz. Y hoy, lamentablemente, el Gobierno Vasco no encendió ninguna.