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Martes, 29 de Abril de 2025 Tiempo de lectura:
Reportaje de ¿ciencia-ficción?

El día que se apagaron las luces

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Ayer, las luces se apagaron en España. Hoy, nos preguntamos: ¿y si fuera solo el principio?


En este impactante reportaje, Rusti Míguez García imagina un escenario extremo: el impacto de un pulso electromagnético global sobre nuestro mundo hiperconectado. Basado en ciencia real, pero escrito con la tensión de una crónica viva, "El día que se apagaron las luces" invita a reflexionar sobre nuestra fragilidad y la necesidad urgente de estar preparados.


 

Prólogo

 

La luz parpadeó tres veces antes de extinguirse por completo. En ese instante, María Sánchez, ingeniera de sistemas en el Centro de Control Eléctrico Nacional, supo que no se trataba de un apagón ordinario. Las pantallas que monitoreaban la red eléctrica nacional se oscurecieron una tras otra, y los sistemas de respaldo, diseñados para activarse automáticamente, permanecieron en silencio.

 

"Pulso EMP confirmado", murmuró su compañero José, mientras contemplaba con incredulidad cómo su teléfono móvil se apagaba en su mano.

 

Lo que estaban presenciando era el inicio de un evento que cambiaría el curso de la historia moderna: un pulso electromagnético masivo que acababa de barrer gran parte del hemisferio norte.

 

Primera parte: La tormenta perfecta

 

El evento

 

Dependiendo de su origen, un pulso electromagnético (EMP) puede manifestarse de diferentes maneras, pero sus efectos son devastadoramente similares. En nuestro escenario, consideraremos tres posibles causas:

 

Origen solar: Una eyección de masa coronal (CME) excepcionalmente potente, similar a la Tormenta Solar de Carrington de 1859 pero varios órdenes de magnitud más fuerte. La diferencia es que, en 1859, la tecnología dependiente de la electricidad era prácticamente inexistente. Hoy, representaría un colapso inmediato de la infraestructura crítica.

 

Origen nuclear: Una detonación nuclear a gran altitud (30-400 km) diseñada específicamente para maximizar el EMP. Esta genera tres tipos de pulsos: E1 (el más rápido y dañino para electrónicos), E2 (similar a un rayo) y E3 (más lento, pero devastador para redes eléctricas extensas).

 

Origen terrorista: Dispositivos EMP no nucleares, aunque con alcance más limitado, podrían ser desplegados estratégicamente contra infraestructuras críticas específicas.

 

La Dra. Elena Vázquez, física especializada en fenómenos electromagnéticos de la Universidad Autónoma de Madrid, explica: "Un pulso electromagnético masivo no es una explosión convencional. No veríamos destrucción física inmediata. Es más como un interruptor silencioso que apaga permanentemente nuestra tecnología. Los sistemas electrónicos simplemente dejarían de funcionar".

 

Los primeros minutos

 

El caos inicial sería relativamente silencioso. A diferencia de un desastre natural visible como un terremoto o un huracán, un EMP no produce sonidos estruendosos ni destrucción física inmediata. Lo que produciría sería un colapso tecnológico casi instantáneo:

 

Los aviones en vuelo perderían sus sistemas de navegación y comunicación. Los más modernos, con sistemas fly-by-wire completamente electrónicos, perderían control total. Un A380 con 500 pasajeros se convertiría en un planeador sin instrumentos.

 

Los automóviles fabricados después de aproximadamente 1990, dependientes de sistemas electrónicos para su funcionamiento, se detendrían en seco. Las carreteras se transformarían en estacionamientos improvisados.

 

Las redes eléctricas colapsarían debido al daño en transformadores y subestaciones, difíciles de reemplazar incluso en circunstancias normales.

 

Los hospitales perderían energía una vez que sus generadores de emergencia, también vulnerables a los EMP, fallaran.

 

"La gente esperaría que las luces volvieran en cualquier momento", comenta el Dr. Javier Rodríguez, experto en seguridad nacional. "El verdadero pánico comenzaría cuando se dieran cuenta de que este no es un apagón ordinario".

 

Segunda parte: El silencio digital

 

La sociedad desconectada

 

Nuestra dependencia de la tecnología se haría dolorosamente evidente. En las primeras horas después del evento:

 

Los sistemas de comunicación estarían fuera de servicio. No habría forma de contactar con seres queridos o servicios de emergencia.

 

Las transacciones financieras serían imposibles. Sin electricidad, los cajeros automáticos, terminales de pago y servicios bancarios en línea dejarían de funcionar.

 

Los sistemas de distribución de agua potable, dependientes de bombas eléctricas, comenzarían a fallar en cuestión de horas o días.

 

El Dr. Manuel Torres, sociólogo de la Universidad Complutense, señala: "Hemos construido una civilización que depende enteramente de sistemas que pocos comprenden y casi nadie puede reparar sin la infraestructura industrial adecuada. Un EMP expondría esta vulnerabilidad de forma dramática".

 

La reacción gubernamental

 

Los protocolos de continuidad gubernamental se activarían inmediatamente, pero su efectividad sería limitada. Los gobiernos modernos dependen de la misma infraestructura tecnológica que acaba de ser neutralizada.

 

La Dra. Carmen Ortiz, asesora en seguridad nacional, explica: "Existen búnkeres y sistemas de comunicación endurecidos contra EMP para los altos funcionarios del gobierno y militares, pero son limitados. La capacidad para coordinar una respuesta nacional estaría severamente comprometida".

 

Los militares, con algunos equipos protegidos contra EMP, serían la institución más funcional, pero enfrentarían enormes desafíos logísticos para desplegarse y ayudar a la población civil.

 

Tercera parte: La nueva normalidad

 

Adaptación a corto plazo

 

En las ciudades, los primeros días estarían marcados por desconcierto y creciente ansiedad. Los suministros en supermercados se agotarían rápidamente. Los sistemas de agua corriente fallarían a medida que las estaciones de bombeo perdieran energía.

 

El Dr. Antonio Herrera, especialista en logística de emergencias, advierte: "Las ciudades modernas tienen suministros de alimentos para aproximadamente tres días. Sin capacidad para reabastecerse debido al colapso del transporte, la situación humanitaria se deterioraría rápidamente".

 

Las comunidades rurales, especialmente aquellas con tradiciones agrícolas menos dependientes de tecnología moderna, tendrían mejores posibilidades de adaptación inmediata. Sin embargo, incluso la agricultura moderna depende de sistemas de riego eléctricos, maquinaria computarizada y cadenas de suministro globales para semillas, fertilizantes y repuestos.

 

Impacto a largo plazo

 

El daño a infraestructuras críticas no sería temporal. Los transformadores de alto voltaje, elementos críticos de las redes eléctricas modernas, son particularmente vulnerables a los pulsos EMP. Su fabricación es compleja, requiere materiales especializados y cada uno está personalizado para su ubicación específica.

 

La Ing. Luisa Martínez, especialista en infraestructura eléctrica, explica: "No tenemos transformadores de repuesto suficientes para una falla catastrófica a gran escala. Su fabricación tomaría meses o años, y eso asumiendo que las fábricas para producirlos estuvieran operativas, lo cual es improbable en este escenario".

 

Los expertos estiman que la recuperación completa podría llevar décadas, con áreas menos afectadas recuperándose primero y formando "islas de tecnología" en un mundo mayormente preindustrial.

 

Cuarta parte: El largo camino a la recuperación

 

Reconstrucción de sistemas fundamentales

 

La prioridad sería restablecer sistemas básicos: generación de energía local, comunicaciones de emergencia y cadenas de suministro para necesidades esenciales. Esto requeriría un enfoque de abajo hacia arriba, comenzando con pequeñas comunidades que gradualmente restablecerían conexiones entre sí.

El Dr. Pablo Sánchez, ingeniero de sistemas resilientes, señala: "Tendríamos que reinventar nuestra infraestructura con un enfoque en la redundancia y la resistencia. Los sistemas distribuidos y descentralizados serían cruciales en un mundo post-EMP".

 

Un nuevo orden social

 

Las sociedades se reorganizarían alrededor de nuevas prioridades. Habilidades prácticas como agricultura, reparación mecánica, medicina básica y manufactura artesanal recuperarían el valor perdido en nuestra era digital.

 

La Dra. Sofía Vega, historiadora especializada en transiciones sociales, observa: "No sería tanto un regreso al pasado como la emergencia de una sociedad híbrida. El conocimiento moderno persistiría, pero tendría que aplicarse con recursos tecnológicos más limitados. Las comunidades que mejor se adaptarían serían aquellas que pudieran combinar conocimientos ancestrales con innovación práctica".

 

Epílogo: Prevención y preparación

 

Aunque este escenario puede parecer apocalíptico, existen medidas que podrían mitigar significativamente los efectos de un EMP:

 

Jaulas de Faraday: Protecciones metálicas que pueden aislar equipos críticos de los efectos de un EMP.

 

Endurecimiento de infraestructuras críticas: Actualización de redes eléctricas y comunicaciones para resistir perturbaciones electromagnéticas.

 

Sistemas de alerta temprana: Particularmente para eventos solares, que pueden ser detectados con horas o días de antelación.

 

Preparación descentralizada: Comunidades con capacidad de generación eléctrica independiente (solar, eólica) y conocimientos de autosuficiencia básica.

 

El Dr. Fernando Torres, coordinador de resiliencia urbana, concluye: "La pregunta no es si enfrentaremos algún tipo de interrupción tecnológica masiva, sino cuándo y qué tan preparados estaremos. La verdadera resiliencia viene de las comunidades que pueden funcionar incluso cuando los sistemas centralizados fallan".


 

María Sánchez miró por la ventana del centro de control. La ciudad, normalmente iluminada por millones de luces, yacía en completa oscuridad bajo un cielo estrellado inusualmente brillante. Tomó su libreta de papel —una extravagancia anticuada que sus colegas solían bromear— y comenzó a escribir a la luz de una linterna de emergencia. El conocimiento tendría que preservarse de alguna manera, y ahora el papel y la tinta parecían sorprendentemente confiables en comparación con los discos duros y servidores silenciosos que la rodeaban.

 

"Empezamos de nuevo", pensó mientras escribía la fecha en la primera página.

 


 

Nota del autor

 

Este reportaje es una obra de especulación basada en conocimientos científicos actuales sobre pulsos electromagnéticos y sus posibles efectos. No pretende crear alarma innecesaria, sino fomentar la reflexión sobre nuestra dependencia tecnológica y la importancia de la resiliencia social. Las citas de los especialistas han sido desarrolladas con el objetivo de ilustrar y contextualizar la información técnica de manera accesible. Aunque los expertos mencionados son ficticios, sus valoraciones están fundamentadas en investigaciones reales sobre pulsos electromagnéticos y resiliencia de infraestructuras críticas. He intentado equilibrar el rigor científico con la narrativa, utilizando estas voces como recurso literario para transmitir la complejidad del tema sin caer en tecnicismos excesivamente densos. Cada especialista representa un campo de conocimiento específico cuyas perspectivas ayudan a construir una visión multidisciplinar del fenómeno descrito.

 


 

Preparación global actual frente a amenazas EMP

 

Estados Unidos

 

Estados Unidos mantiene quizás el programa más avanzado de protección contra EMPs. Desde 2019, cuando la Orden Ejecutiva 13865 estableció la necesidad de evaluar y fortalecer la resiliencia frente a estos eventos, se han implementado diversas medidas:

 

El Departamento de Defensa ha endurecido significativamente instalaciones militares críticas y sistemas de comunicación. Las bases estratégicas cuentan con protecciones tipo jaula de Faraday y generadores autónomos con blindaje electromagnético.

 

La Comisión EMP del Congreso ha desarrollado estándares para proteger infraestructuras críticas civiles, aunque su implementación ha sido irregular debido a los elevados costos.

 

Empresas privadas de servicios esenciales como PJM Interconnection y American Electric Power han comenzado a instalar transformadores resistentes a EMPs en nodos críticos de la red eléctrica.

 

El programa de "Comunidades Resilientes" entrena a municipios en la creación de microrredes energéticas capaces de operar de forma autónoma en caso de fallo general.

 

Unión Europea

 

La preparación en Europa varía considerablemente entre países:

 

Los países nórdicos, particularmente Finlandia y Suecia, han integrado la resiliencia EMP en sus programas de defensa civil. Suecia mantiene uno de los programas más completos, resultado de su histórica política de neutralidad y autoprotección.

 

Francia ha protegido su red nuclear, que proporciona aproximadamente el 70% de su electricidad, con sistemas de aislamiento electromagnético avanzados. La fuerza de disuasión nuclear francesa opera con sistemas endurecidos contra EMPs.

 

Alemania ha iniciado un programa de modernización de su red eléctrica que incluye componentes resistentes a EMPs en nodos críticos, aunque el progreso ha sido más lento de lo previsto debido a restricciones presupuestarias.

 

La OTAN ha desarrollado protocolos conjuntos de respuesta para escenarios de ataque EMP, aunque estos se centran principalmente en capacidades militares y no tanto en infraestructuras civiles.

 

Rusia y China

 

Ambas potencias han desarrollado extensas defensas contra EMPs, aunque la información disponible es limitada:

 

Rusia ha mantenido históricamente redes de comunicación analógicas paralelas a las digitales, lo que proporciona cierta redundancia inherente. Su doctrina militar incluye específicamente escenarios de guerra electromagnética.

 

China ha invertido masivamente en tecnologías de protección EMP para sus instalaciones militares y centros de datos gubernamentales. El programa "Escudo Dorado" no solo sirve para control de información, sino que también incluye protecciones contra interferencias electromagnéticas.

 

Ambos países han realizado ejercicios militares que simulan operaciones en condiciones post-EMP, sugiriendo un alto nivel de preparación táctica para estos escenarios.

 

Japón y Corea del Sur

 

La experiencia con desastres naturales ha llevado a estos países a desarrollar sistemas de resiliencia que, indirectamente, proporcionan cierta protección contra EMPs:

 

Japón, tras el terremoto y tsunami de 2011, ha reconstruido partes de su red eléctrica con estándares mejorados que incluyen protecciones contra sobretensiones electromagnéticas. Sus nuevos transformadores de alta tensión incorporan tecnologías resistentes a EMPs.

 

El programa "Smart Grid" de Corea del Sur incluye capacidades de aislamiento rápido de secciones de la red eléctrica, lo que podría limitar los daños en cascada durante un evento EMP.

 

Limitaciones y realidades actuales

 

A pesar de estos esfuerzos, los expertos coinciden en que ningún país está completamente preparado para un EMP a gran escala:

 

Los costos de protección integral son prohibitivos, incluso para las economías más avanzadas. Proteger todos los transformadores críticos en EE.UU. costaría entre 3.000 y 7.000 millones de dólares.

 

La integración global de las cadenas de suministro significa que incluso países bien preparados sufrirían graves interrupciones por el colapso de socios comerciales menos protegidos.

 

La protección tiende a concentrarse en instalaciones militares y gubernamentales, dejando más vulnerables las infraestructuras civiles y comerciales.

 

La creciente dependencia de sistemas electrónicos en todos los aspectos de la vida moderna aumenta constantemente nuestra vulnerabilidad, a menudo más rápido que las medidas de protección.

 

Como señala el Centro Conjunto de Estudios de Seguridad: "La preparación actual para eventos EMP se parece más a un archipiélago de islas fortificadas en un océano de vulnerabilidad, que a un continente de resiliencia".

 

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