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Pedro Chacón
Viernes, 18 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

El europeísmo de chichinabo del PNV y el papanatismo español (con una carta de Ortuzar a Abascal)

El Parlamento europeo le ha puesto al Gobierno español unos deberes muy especiales últimamente. Se trata del porcentaje mínimo de voto que se requiere para salir elegido en las elecciones europeas. El Gobierno español es el único de los 27 Estados miembros de la Unión Europea que se opone a aceptar la legislación electoral común. Porque el PNV le prohíbe a Sánchez, por su pacto de ayuda mutua, a que acepte nada en ese sentido, lo cual supondría que el partido de Sabino Arana lo tendría muy difícil para sacar su único escaño que ha venido consiguiendo históricamente.

 

Si el Gobierno de España aceptara la legislación europea en materia electoral, sería necesario conseguir un mínimo de 2% de voto para conseguir escaño. Y en las últimas elecciones europeas de 2024 el PNV, con ayuda de Coalición Canaria y otros micropartidos que le apoyaron, solo llegó al 1,63%.

 

Además es que en esto el PNV es, como siempre, un aprovechategui de primera. Porque quiere conseguir representación sin tener que hacer coalición con ningún partido que difumine su mensaje. Así, no se alía con EH Bildu, ni con ERC, ni con el BNG. Tampoco con Junts, porque ahora su líder Puigdemont no resulta muy presentable. O sea, que no le toquen la legislación, que él quiere presentarse prácticamente solo. Con la única ayuda de los canarios, que no sé yo qué se les habrá perdido en toda esta historia: algo conseguirán, digo yo, a cambio. No serán tan tontos como para hacerle el caldo gordo al partido de los hermanos Arana. Pero vete tú a saber, con lo de papanatas que rodean al PNV y le ponen alfombra roja desde que se fundó este partido que dentro de poco celebrará su 130 aniversario (de lo que daremos cuenta cumplidamente, no tengan la más mínima duda).

 

De modo que los señoritos Pradales y Esteban tienen paralizada la legislación europea porque no quieren aliarse con nadie que difumine su nanomensaje ideológico-supremacista en Europa. Y mientras hacen esto, ellos pasan por europeístas, muy europeístas.

 

Aunque parezca increíble, un partido fundado por un pirado con el expreso objetivo de humillar y excluir de la vida pública en el País Vasco a las personas nacidas en (u originarias de) otras partes de España que vivieran aquí y no tragaran con sus ruedas de molino, ha conseguido con el tiempo que muchos de esos españoles que eran blanco de sus invectivas y ensoñaciones supremacistas se sumen a sus filas y sigan a sus líderes, hasta el punto de que ha llegado el día de hoy en que ese partido lo dirige un oriundo de Soria por parte de madre (Aitor Esteban) y el lendacari que manda en el Gobierno Vasco en nombre de ese mismo partido es oriundo de Burgos: un tal Pradales.

 

Esto es único en el mundo. Estoy convencido. Del mismo modo que es único en el mundo un país como España que consiente, anima, financia y glorifica a partidos como los nacionalistas, fundados expresamente para destruirlo.

 

Si me preguntaran qué rasgo define más la singularidad de España en el mundo a día de hoy, diría sin dudar que sus nacionalismos periféricos, que se ríen a mandíbula batiente de España, que la denigran, que la desprecian, que desean su destrucción y que sin embargo son considerados la llave imprescindible para el gobierno, debido a que al frente de este está un perfecto irresponsable que se llama Pedro Sánchez que les necesita para mantenerse ahí, puesto que para este individuo lo único que cuenta es acumular días en el cargo, mientras que lo que sea de su país le trae completamente al pairo. Baste afirmar hechos incontrovertibles que lo demuestran, como, por ejemplo, el incremento exponencial de la deuda pública, que cargará sobre las espaldas de las generaciones españolas futuras; una ley de amnistía para pedir perdón a quienes organizaron una revuelta para independizar Cataluña; o un concierto económico a la medida de los catalanes y copiando el de los vascos y que supondrá la ruptura de la Agencia Tributaria.

 

A ese punto hemos llegado como país.

 

Papanatismo, que es la palabra que utilizo en el título de hoy, significa, según el Diccionario de la RAE, “actitud que consiste en admirar algo o a alguien de manera excesiva, simple y poco crítica”. Eso es exactamente lo que hacen ciertos españoles muy influyentes con respecto a los partidos nacionalistas y que es sin duda lo que contribuye más decisivamente a la durabilidad y al empoderamiento de estos movimientos políticos que surgen, como decimos, con el único afán de despreciar, y si pueden hundir, a quien les sostiene económica y políticamente.

 

Hoy les traigo un ejemplo supremo de papanatismo según el cual españoles prominentes convierten al PNV en un partido europeísta y amante de las libertades y la democracia. Cuando resulta que este partido utiliza descaradamente lo que llama europeísmo para hacer, principal o únicamente, propaganda pagada por España de sus objetivos políticos programáticos, consistentes en que España (o lo que quedara de España una vez que ellos se independizaran) y Europa reconozcan lo que ellos llaman nación vasca. Y si alguien duda del europeísmo de pacotilla del PNV, a los hechos me remito: tienen paralizada la reforma de la legislación electoral europea por su interés único y exclusivo de no poder llegar siquiera (por no querer aliarse con otros) al 2% de voto en España.

 

[Img #28539]El ejemplo supremo de papanatismo del que les hablo es el libro 75 años del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, París, febrero de 1949, aparecido en 2024 y que tiene su motivo central, como reza el título, en el aniversario de la fundación de dicho movimiento en tal fecha precisamente en el edificio del número 11 de la Avenue Marceau de París, regentado entonces por el Gobierno vasco en el exilio, a cuyo frente estaba José Antonio Aguirre. Un movimiento federal europeo que a día de hoy todavía no se ha enterado que para el PNV el federalismo es una especie de peste ideológica que, si bien aceptan como pantomima para dárselas de europeístas, no quieren ni verlo como fórmula de solución del encaje del País Vasco en España.

 

Estos federalistas europeos de pedigrí no saben que para el PNV el federalismo es tan malo como el autonomismo o como el republicanismo o como el fuerismo. Que no quieren saber nada de ninguna fórmula que pueda integrar, con ellos dentro, al País Vasco en España. Porque ellos lo que quieren es no tener nada que ver con España. Y con Europa aceptan eso del federalismo porque a ellos no les supone prácticamente ninguna cesión en sus fundamentos ideológicos, porque lo de Europa es para ellos como una pose, algo de lo que se sirven para seguir propagando su mensaje onanista y supremacista, disfrazándolo de democrático, inclusivo y defensor de las libertades. Y todavía hay gente –muy prominente incluso– que no se entera de nada de esto y que se cree a pies juntillas la versión peneuvista, como por ejemplo los autores de este libro que comentamos. Veamos cómo.

 

Uno de los dos editores del libro –en el sentido de recopiladores de los artículos contenidos en el mismo– es Francisco Aldecoa Luzárraga, catedrático de Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Siendo decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología le otorgaron en 2004 la Medalla Internacional de la Universidad Complutense de Madrid a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, a propuesta del profesor de dicha facultad Juan Carlos Monedero. Esto fue antes de que existiera Podemos, pero el tema ya apuntaba maneras en 2004.

 

Entre los que participan en el libro con un artículo recordando la efeméride a que se hace mención en el título están también dos políticos, uno del partido socialista, Enrique Barón, y otro del Partido Popular, Eugenio Nasarre. El primero es desde 2018 presidente de la Unión de Europeístas y Federalistas de España. Ha sido presidente del Parlamento Europeo entre 1989 y 1992. Eugenio Nasarre Goicoechea, por su parte, fallecido en 2024, fue Secretario General de Educación en el primer gobierno de José María Aznar y diputado por el PP durante cuatro legislaturas, además de presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME) entre 2012 y 2018 y antes entre 2002 y 2004.

 

El caso es que el PNV, como forma de hacerse presente en Europa durante el exilio, participó activamente, como ya hemos comentado, en la fundación en 1949 del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, que se celebró precisamente en el palacete de la Avenue Marceau de París que ahora Pedro Sánchez le ha dado al PNV sin ninguna justificación de tipo jurídico o documental que acredite dicha propiedad, simplemente, como dice el decreto de concesión de 24 de diciembre de 2024, por la vinculación histórica del PNV a dicho edificio. Aunque luego, como hemos analizado en esta serie de “El balle del ziruelo” en capítulos anteriores dedicados al tema del palacete, hubo un informe técnico que tampoco aclaró nada porque estaba basado en presupuestos indemostrables.

 

En 1949 el palacete estaba ocupado por el primer Gobierno vasco del lendacari Aguirre, pero por poco tiempo, ya que en 1951 el Estado francés, por sentencia judicial firme, se lo adjudicó al Estado español como su legítimo propietario.

 

El papanatismo español en este caso que nos ocupa tiene que ver con que todos los autores que colaboran en el libro, al menos los más importantes desde el punto de vista político, coinciden en que, dado que la fundación del CFEME tuvo lugar en el palacete de la Avenue Marceau de París, dicho edificio corresponde al PNV. Ni siquiera al Gobierno vasco, al PNV.

 

En el libro hay un informe del archivero del PNV, Eduardo Jáuregui, que da su versión, interesada por supuesto, acerca de la propiedad del palacete y que en el libro se considera poco menos que canónica, ya que no hay ninguna otra que cuestione todo lo que ahí se dice. La cuestión clave de la propiedad del palacete la dirime Eduardo Jáuregui así: “El que fuera secretario general de la presidencia del Gobierno de Agirre, Antón Irala, escribió en 1984: «Telesforo de Monzón llamó desde París a Francisco de Belaustegigoitia en México, que le envió la totalidad de su cuenta bancaria en dólares. Estos fondos, puestos a disposición desde antes de la formación del Gobierno Vasco sirvieron para adquirir el edificio de la Delegación vasca del 11, Avenue Marceau. Belaustegigoitia y su familia nunca han dado a conocer, que yo sepa, este gesto histórico»” (p. 165).

 

O sea, aquí se nos da la versión de la mano derecha de Agirre, Antón Irala, como el argumento principal de todo el artículo, ¡pero sin referencia bibliográfica de ningún tipo! (no sabemos de dónde la saca Jáuregui, no se dice, lo cual es alucinante en un artículo que se pretenda científico o académico), y con ella se quiere demostrar que el palacete es del PNV y no del Gobierno Vasco. Y pensarán que con eso ya está dicho todo.

 

Pues los autores de este libro desde luego que sí que lo piensan: se lo tragan todo. De hecho, dos de ellos, el citado Enrique Barón y otro autor que no hemos citado pero que también participa en el libro, Jordi Xuclá, presidente del Consejo Catalán  del Movimiento Europeo, escribieron un artículo en La Vanguardia, de fecha 28 de enero de 2025, por lo tanto un mes después de la concesión del palacete por el gobierno de Pedro Sánchez al PNV, titulado “El palacete de la libertad”, donde dicen, refiriéndose al edificio que nos ocupa y a su entrega al PNV por Sánchez: “Esa es una vieja reivindicación del Movimiento Europeo, con el apoyo de todos los grupos políticos –incluido el PP– desde hace muchos años. Incluso en el 2012, el presidente del Movimiento Europeo español Eugenio Nasarre, siendo diputado del PP, consiguió colocar una placa en el sonado edificio con presencia del Movimiento vasco y español, donde se reivindicaba una vez más la restitución del inmueble a su propietario, la formación jeltzale”.

 

Este es el ejemplo más palmario de papanatismo español en relación con una reclamación del PNV sin justificación histórica ni documental, basada en los testimonios de los propios interesados, a los que se añaden los testimonios de una serie de políticos españoles prominentes que no tienen ningún problema en ratificar la versión nacionalista de los hechos: es que ni se les pasa por la imaginación cuestionársela siquiera.

 

Y recordemos que incluso la versión nacionalista de los hechos no es tal, sino que hay varias versiones nacionalistas que incluso se contradicen continuamente entre sí (me remito a un artículo específico publicado en mi serie de “El balle del ziruelo” titulado “Las versiones del nacionalismo vasco sobre el palacete de París”. Pero da igual. Al PNV se le da la razón, porque participó desde primera hora en la fundación del Movimiento Federal Europeo y no hay más que hablar.

 

Fijémonos hasta qué punto llega el papanatismo español y la falta de crítica de las versiones nacionalistas de los hechos. Y vamos a dar un ejemplo palmario, no de cualquiera sino de alguien muy importante en el PNV. Lo tenemos recogido del blog de Iñaki Anasagasti, uno de los peneuvistas históricos más activos con este tema, y donde se reproduce la carta del entonces presidente el PNV, Andoni Ortuzar, de fecha 30 de enero de 2025, dirigida al presidente de Vox, Santiago Abascal, en respuesta a otra previa de este, con la que intenta justificar una vez más la adjudicación gratuita y graciosa de Pedro Sánchez del palacete al PNV con un tono sobrado, autosuficiente, lleno de soberbia y también como creyéndose que lo que dice es poco menos que el texto de la Biblia. Dice lo siguiente Ortuzar dirigiéndose a Abascal:

 

“De acuerdo con el informe historiográfico elaborado a petición de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática del Gobierno español, el 12 de septiembre de 1936, Francisco Belausteguigoitia Landaluce, emigrante vasco residente en México, envió 65.000 dólares a Heliodoro de la Torre, tesorero de EAJ-PNV. A su vez, De la Torre traspasó este dinero a Marino de Gamboa, quien adquirió el edificio del número 11 de la Avenida Marceau, en París, y puso en marcha un entramado societario para protegerlo, consciente del complejo contexto político y social, iniciada ya la Guerra Civil en España. Preste usted especial atención a las fechas y cotéjelas con esta otra: 7 de octubre de 1936, día en que se constituye el primer Gobierno Vasco.”

 

“Preste usted especial atención…” le dice Ortuzar a Abascal, para demostrar que el palacete es del PNV y no del Gobierno Vasco. Y utiliza para ello el argumento de que la compra se realizó antes de que se constituyera el primer Gobierno Vasco el 7 de octubre de 1936. Fíjense cómo resulta increíble una vez más la caradura de los peneuvistas. Y es que el propio presidente del PNV, en esos momentos en que escribe esta carta, está demostrando ignorar supinamente lo que se dice en el informe al que él mismo alude como nota de autoridad, puesto que el informe si en algo se basa es en tener que demostrar qué pudo pasar con el dinero desde que llegó de México hasta que se firmaron las escrituras de compra. Esa es su principal preocupación. Y va Ortuzar y tira de una de las versiones más viejas del PNV, soslayando justo todo lo que el informe pretende denodadamente argumentar.

 

En efecto, las primeras escrituras de compra del palacete a favor de alguien relacionado con los nacionalistas vascos, fuera Gobierno vasco (y por tanto Gobierno español de la época, como creemos nosotros) o fuera PNV (como creen todos los nacionalistas) se produjo el 8 de octubre de 1937, es decir, justo un año después de que se constituyera el primer Gobierno vasco. Y por eso, la cuestión que se dirime en el informe técnico elaborado por esos historiadores que se prestan de modo tan lamentable a justificar la cacicada, es precisamente intentar demostrar qué pasó con ese dinero que llegó de México en septiembre de 1936, al que aluden todos los nacionalistas, y que no se utilizó hasta octubre de 1937, cuando se firmaron las escrituras. Consulten mis artículos en esta serie sobre el palacete y en especial, para este caso, el titulado “El palacete de París y los tesoreros del PNV”.

 

Que todo un presidente del PNV no se entere en este tema del palacete de París de cosas tan básicas como la de la fecha de la primera escritura del palacete y que le escriba al presidente de Vox, todo ufano, demostrando justamente que no lo sabe, da idea de hasta qué punto todo lo que ha pasado con el palacete es una grandiosa tomadura de pelo de unos ignorantes que han querido pasar por listillos delante de todos.

 

Y lo triste del caso es que lo han logrado. Creo que Santiago Abascal perdió una maravillosa oportunidad de replicarle al carnicero de Sanfuentes. Pero ahora ya es demasiado tarde, porque ni Ortuzar está ya de presidente del PNV siquiera, para poder hacerlo.

 

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