Ucronía: Crónica del líder invencible
Artículo publicado en latribunaldelpaisvasco.com en diciembre de 2027
"Crónica del líder invencible"
Tras las elecciones de octubre de 2027 conviene realizar la crónica de estos nueve años de gobierno del presidente don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, quien accedió al poder mediante una moción de censura en junio de 2018, motivada por la corrupción del PP, y que, tras nueve años en el poder, ha cambiado el mapa político de la nación, ocupando la Moncloa casi sin oposición y sin límite temporal que se pueda prever.
Recordemos que accedió a la presidencia del gobierno tras la citada moción de censura prometiendo nuevas elecciones en un periodo corto de tiempo, lo que cumplió, obteniendo un resultado insuficiente para gobernar. Necesitaba entonces una alianza de gobierno o, cuando menos, de legislatura, y tenía dos opciones: la izquierda radical y comunista de Podemos, los proetarras de Bildu y el apoyo de los nacionalistas o apoyarse en Ciudadanos, quien había tenido un resultado electoral que lo dejaba a un paso del PP, el cual obtuvo el peor resultado de su historia.
Frente a quienes auguraban que, a pesar de sus negativas, Pedro Sánchez se inclinaría por pactar con etarras, comunistas y nacionalistas, tensionando la nación, ofreció un pacto irrechazable a Ciudadanos. Albert Rivera, a regañadientes según algunos, se vio obligado a aceptar el pacto. Se convirtió en vicepresidente de un gobierno que asumió gran parte del programa electoral de Ciudadanos, por lo que no tuvo otra opción.
Sánchez dijo aquello de "España plural pero una" y todo el mundo aplaudió. Los de Ciudadanos, encantados de sentirse útiles por primera vez en su vida. Los del PSOE, votan lo que les diga Ferraz siempre que les asegure ocupar puestos en la política y la administración.
Sánchez se inclinó desde el primer momento por una política de amplios consensos, convencido, como así ha sido, de que dejaba sin actividad política y sin programa al PP, el otro partido socialdemócrata. Consenso en educación, en seguridad, en política exterior, centrada en el europeísmo y la OTAN (de la cual se dice que será el próximo Secretario General, salvo que opte por ser el Presidente de la Unión Europea, y quien sabe si ostentará ambos puestos debido a su juventud y a su prestigio nacional e internacional como dirigente moderado y pro-occidental). Consensos en materia de reprogramación industrial, de energía centrándose en la prórroga de las centrales nucleares y construcción de otras nuevas para no depender de la energía extranjera. Una ley trans suave, sin apenas contenido sólido, para contentar a su flanco de la izquierda. Una ley de vivienda que liberaba suelo para abaratar costes y una ley de alquileres que facilitaba el acceso a la vivienda de jóvenes y capas de población menos favorecidas a través de beneficios fiscales para arrendatarios y propietarios.
Sánchez se ha caracterizado por su apoyo a los autónomos, a los que ha liberado de la alta presión fiscal que soportaron bajo Zapatero y Rajoy, ha bajado los tramos de IRPF, ha apoyado al sector primario enfrentándose, cuando ha sido necesario, a la UE, lo que le ha valido el apoyo de millones de autónomos, agricultores, ganaderos, pescadores y cazadores. Caladeros de votos que ha hecho suyos con gran inteligencia y un sentido extraordinario de la estrategia política.
También enfrentándose a la UE ha modificado la política de inmigración, lo que le ha valido que hoy España sea reconocido como el país más seguro de Europa y minimizando los conflictos con los inmigrantes de origen musulmán, cuya presencia se ha visto reducida en gran medida (gracias a la limitación de incentivos de ayudas sociales) frente a los ejemplos de otros países europeos. Esto también le ha valido la simpatía de gran parte del electorado de derechas más conservador y también de las clases populares que veían invadidos sus barrios y que soportaban el grueso de los conflictos diarios.
Ocupar todo el espacio de la izquierda moderada, del centro, y de los conservadores moderados, le ha valido para fagocitar a Ciudadanos, quien obtuvo un resultado minúsculo en las elecciones de marzo de 2023. Sánchez alcanzó los 180 diputados. Mayoría absoluta. Los que decían que a partir de tal momento iba a cambiar el rumbo de su política y escorarse a la izquierda, se equivocaron.
Por el contrario, durante los siguientes cuatro años, Sánchez afianzó su liderazgo de izquierda moderada, se aseguró de continuar inmovilizando al PP, que no podía recurrir para hacer oposición sino a cuestiones menores e intrascendentes, y dio cierta cancha a la izquierda radical para que continuaran siendo los pepito grillo de la política y a Vox para que continuara reivindicando políticas que ahora nadie echaba de menos.
Sánchez, con gran instinto, comprendió que el poder duradero se construye sobre la mayoría silenciosa que sólo quiere su pan, su hembra y la fiesta en paz, como decía aquella canción. Por otra parte, su reducto de siete millones de votantes del PSOE era seguro, de modo que se garantizaba el apoyo de once millones de votantes de forma casi permanente. Un colchón inmenso mientras no cometiera errores graves.
El colofón fue la reforma de la Ley electoral, que incidió en establecer un mínimo de porcentaje de votos para acceder al Parlamento, con lo cual ha minimizado el poder de los nacionalismos, y estableció una segunda vuelta al estilo francés que ha provocado que se enfrenten un gigante, el PSOE renovado de Sánchez y el PP minimizado de no se sabe muy bien qué líder, pues Sánchez los fulmina casi sin inmutarse, como un Zeus perezoso.
El resultado: más de doscientos diputados en las elecciones de octubre de 2027.
La consecuencia: un país próspero, que crece al 5% anual mínimo, la inversión extranjera se vuelca en España, un país sin grandes tensiones desde que el nacionalismo se ha visto confinado a sus reductos, una sociedad tan serena que casi no se ocupa de la política, con una amplísima mayoría que comparte los principios básicos de la socialdemocracia tradicional (que han abandonado otros países, como Francia o Alemania): pactista, europeísta, defensora de los consensos amplios. Y un presidente respetado incluso por los que nunca lo votarían, capaz de gobernar sin ruido, sin sobresaltos, sin apenas crisis políticas.
Sánchez fue tan hábil que se deshizo a las primeras de cambio de aquéllos que lo ayudaron a llegar al poder. Tenía que soltar lastre para llevar adelante su proyecto. Hoy puede presumir de ser el presidente con el gobierno más transparente y con menos casos de corrupción de la democracia española, y sólo algunos asuntos de menor importancia, de personajes subalternos, han podido perturbarle su paz de líder sin oposición. La estabilidad institucional que ha instaurado el presidente Sánchez no se había conocido jamás en España.
Desde esta crónica no podemos decir otra cosa de estos nueve años de presidencia de Sánchez. Decir lo contrario sería faltar a la verdad.
Se avecina otra legislatura con el mismo tono neutro, cordial y de progreso económico que se ha visto en los cuatro años anteriores. No se ve en el horizonte nada que perturbe la paz del líder más sólido y mayoritariamente aceptado que ha tenido España. Ni siquiera Felipe González en 1982 pudo tener más apoyo y mayor prestigio que el que hoy ostenta Sánchez y, lo más difícil, tras nueve años en el poder. Insólito.
Los socios europeos miran atónitos el ejemplo. En América del Sur rezan para encontrar un líder similar. En Estados Unidos se muestran confiados en su mejor socio europeo. En Europa del Este es un modelo. Respetado en el mundo entero, el presidente Sánchez acomete su nueva legislatura sin sombras en el horizonte. Muchos no vemos límite a su futuro y, si todo continúa igual, sólo Sánchez pondrá fin a su presidencia cuando lo considere conveniente o cuando quiera enfrentar otro reto (¿OTAN, UE?).
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Esto podría haber sido la crónica de un periodista extranjero en España en diciembre de 2027. ¿Pudo Sánchez hacer lo que hemos descrito en esta ucronía? Sin duda. Cualquier líder del PSOE puede hacer lo que le venga en gana, puesto que sus siete millones de votos fieles le aseguran un mínimo común denominador que no tiene ningún otro partido.
No me gustaría soportar una fina socialdemocracia como la que he descrito, pero sería menos malo que lo que soportamos ahora, mucho menos malo que esto en lo que Sánchez ha convertido a España, una sucursal de tiranía bolivariana a medio gas.
No inventamos nada si decimos que un líder del PSOE socialdemócrata y moderado apenas tendría oposición. Mucho menos cuando en su momento el PP era dirigido por Pablo Casado, otra inanidad cobarde y traidora a su partido y a sus votantes. Ciudadanos se hubiera desvanecido como un azucarillo en brazos de un PSOE moderado y con ciertos rasgos liberales, puesto que nunca fue realmente un partido crudamente liberal, más allá de cuatro gestos que le valieron para restar votos al PP de la nada de Rajoy.
Si Sánchez hubiera sido listo de verdad, hubiera actuado como hemos imaginado y se hubiera podido convertir en un auténtico líder al estilo europeo (o sea, socialdemócrata). No hubiera tenido límites ni freno posible.
Debemos preguntarnos por qué Sánchez no actuó así. La primera razón, sobre la cual casi nadie repara, es que lo hizo por afinidad ideológica. Temió perder el beneplácito de la izquierda y sacrificó su flanco por el centro. Fue un error de estrategia, pero seguramente no fue motivado sólo por temor a Podemos, sino también porque era la línea ideológica del PSOE desde Zapatero quien, no olvidemos, diseñó ese marco político desde antes del golpe de Estado de 2004, cuando pactó todo el proceso futuro con ETA. El PSOE estaba volcado a la izquierda desde Zapatero, porque tenía servidumbres que pagar, especialmente a ETA y los nacionalistas y, sobre todo, porque la izquierda es así y Sánchez es así, no entiende el acuerdo, sólo entiende el desprecio, el partidismo, el sectarismo y su corrupción y enriquecimiento, como todo buen socialista.
Que su asalto a la corrupción en cuanto alcanzara el poder estaba previsto no deja lugar a dudas cuando comprobamos, gracias a las investigaciones de la UCO, que comenzaron sus corruptelas los miembros del equipo de Sánchez nada más llegar al poder (incluso algunas estaban pactadas desde antes).
Además, la deriva bolivariana también estaba prevista desde el primer momento, como demuestra que la elección de Conde Pumpido para el TC fuera una petición expresa a Casado a cambio de facilitarle munición contra Ayuso. Algunos ya lo advertimos desde estas páginas, hace más de cinco años, que clonar el proceso bolivariano de Chávez era el santo y seña de Sánchez, y llamábamos entonces a éste Hugo Sánchez. Ahora nos congratulamos de que los "notarios de la actualidad" de los medios afectos al PP se hayan dado cuenta cinco años después. ¡Qué perspicacia!
Decíamos entonces que Hugo Sánchez no tenía más que dos opciones: o culminar su proceso convirtiendo a España en una dictadura bananera (con apariencia vacía de democracia) o acabar en la cárcel. Tampoco en esto nos equivocábamos, por desgracia.
Así que el listo, el que optó por fragmentar, dividir, hacer brotar odios y rencores, partir el país e imponer una "democracia" en la que un solo partido pudiera acceder al poder, se encuentra en la encrucijada, cada vez más difícil para él, de terminar de imponer el cambio de régimen o de acabar en la cárcel o huido de la justicia.
¿Y éste es el listo? ¿Éste es el resiliente? ¿Éste es el estratega que resiste a todo y a todos? Más parece que inteligencia la justa. Sánchez y su entorno no son sino villanos sin escrúpulos que resisten contra cualquier principio aprovechando las deficiencias del sistema. Para medir la inteligencia de alguien fíjate como roba: si roba como un tonto, es un tonto.
El que vivía del dinero de la prostitución no era previsible que tuviera menos escrúpulos para vivir de la política. El tiempo ha confirmado las sospechas. Ahora, acorralado, intenta resistir el último envite para ver si llega vivo y sin procesar a 2027, confiando en que el TC, prevaricando presuntamente, le resuelva algunos problemas y la manipulación de unas elecciones en las que manejará el voto por correo y contará con sus socios de corrupción y de proyecto político de desmantelamiento de la nación.
Seguramente, en sus delirios, aún se preguntará cómo le recordará la historia.
Artículo publicado en latribunaldelpaisvasco.com en diciembre de 2027
"Crónica del líder invencible"
Tras las elecciones de octubre de 2027 conviene realizar la crónica de estos nueve años de gobierno del presidente don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, quien accedió al poder mediante una moción de censura en junio de 2018, motivada por la corrupción del PP, y que, tras nueve años en el poder, ha cambiado el mapa político de la nación, ocupando la Moncloa casi sin oposición y sin límite temporal que se pueda prever.
Recordemos que accedió a la presidencia del gobierno tras la citada moción de censura prometiendo nuevas elecciones en un periodo corto de tiempo, lo que cumplió, obteniendo un resultado insuficiente para gobernar. Necesitaba entonces una alianza de gobierno o, cuando menos, de legislatura, y tenía dos opciones: la izquierda radical y comunista de Podemos, los proetarras de Bildu y el apoyo de los nacionalistas o apoyarse en Ciudadanos, quien había tenido un resultado electoral que lo dejaba a un paso del PP, el cual obtuvo el peor resultado de su historia.
Frente a quienes auguraban que, a pesar de sus negativas, Pedro Sánchez se inclinaría por pactar con etarras, comunistas y nacionalistas, tensionando la nación, ofreció un pacto irrechazable a Ciudadanos. Albert Rivera, a regañadientes según algunos, se vio obligado a aceptar el pacto. Se convirtió en vicepresidente de un gobierno que asumió gran parte del programa electoral de Ciudadanos, por lo que no tuvo otra opción.
Sánchez dijo aquello de "España plural pero una" y todo el mundo aplaudió. Los de Ciudadanos, encantados de sentirse útiles por primera vez en su vida. Los del PSOE, votan lo que les diga Ferraz siempre que les asegure ocupar puestos en la política y la administración.
Sánchez se inclinó desde el primer momento por una política de amplios consensos, convencido, como así ha sido, de que dejaba sin actividad política y sin programa al PP, el otro partido socialdemócrata. Consenso en educación, en seguridad, en política exterior, centrada en el europeísmo y la OTAN (de la cual se dice que será el próximo Secretario General, salvo que opte por ser el Presidente de la Unión Europea, y quien sabe si ostentará ambos puestos debido a su juventud y a su prestigio nacional e internacional como dirigente moderado y pro-occidental). Consensos en materia de reprogramación industrial, de energía centrándose en la prórroga de las centrales nucleares y construcción de otras nuevas para no depender de la energía extranjera. Una ley trans suave, sin apenas contenido sólido, para contentar a su flanco de la izquierda. Una ley de vivienda que liberaba suelo para abaratar costes y una ley de alquileres que facilitaba el acceso a la vivienda de jóvenes y capas de población menos favorecidas a través de beneficios fiscales para arrendatarios y propietarios.
Sánchez se ha caracterizado por su apoyo a los autónomos, a los que ha liberado de la alta presión fiscal que soportaron bajo Zapatero y Rajoy, ha bajado los tramos de IRPF, ha apoyado al sector primario enfrentándose, cuando ha sido necesario, a la UE, lo que le ha valido el apoyo de millones de autónomos, agricultores, ganaderos, pescadores y cazadores. Caladeros de votos que ha hecho suyos con gran inteligencia y un sentido extraordinario de la estrategia política.
También enfrentándose a la UE ha modificado la política de inmigración, lo que le ha valido que hoy España sea reconocido como el país más seguro de Europa y minimizando los conflictos con los inmigrantes de origen musulmán, cuya presencia se ha visto reducida en gran medida (gracias a la limitación de incentivos de ayudas sociales) frente a los ejemplos de otros países europeos. Esto también le ha valido la simpatía de gran parte del electorado de derechas más conservador y también de las clases populares que veían invadidos sus barrios y que soportaban el grueso de los conflictos diarios.
Ocupar todo el espacio de la izquierda moderada, del centro, y de los conservadores moderados, le ha valido para fagocitar a Ciudadanos, quien obtuvo un resultado minúsculo en las elecciones de marzo de 2023. Sánchez alcanzó los 180 diputados. Mayoría absoluta. Los que decían que a partir de tal momento iba a cambiar el rumbo de su política y escorarse a la izquierda, se equivocaron.
Por el contrario, durante los siguientes cuatro años, Sánchez afianzó su liderazgo de izquierda moderada, se aseguró de continuar inmovilizando al PP, que no podía recurrir para hacer oposición sino a cuestiones menores e intrascendentes, y dio cierta cancha a la izquierda radical para que continuaran siendo los pepito grillo de la política y a Vox para que continuara reivindicando políticas que ahora nadie echaba de menos.
Sánchez, con gran instinto, comprendió que el poder duradero se construye sobre la mayoría silenciosa que sólo quiere su pan, su hembra y la fiesta en paz, como decía aquella canción. Por otra parte, su reducto de siete millones de votantes del PSOE era seguro, de modo que se garantizaba el apoyo de once millones de votantes de forma casi permanente. Un colchón inmenso mientras no cometiera errores graves.
El colofón fue la reforma de la Ley electoral, que incidió en establecer un mínimo de porcentaje de votos para acceder al Parlamento, con lo cual ha minimizado el poder de los nacionalismos, y estableció una segunda vuelta al estilo francés que ha provocado que se enfrenten un gigante, el PSOE renovado de Sánchez y el PP minimizado de no se sabe muy bien qué líder, pues Sánchez los fulmina casi sin inmutarse, como un Zeus perezoso.
El resultado: más de doscientos diputados en las elecciones de octubre de 2027.
La consecuencia: un país próspero, que crece al 5% anual mínimo, la inversión extranjera se vuelca en España, un país sin grandes tensiones desde que el nacionalismo se ha visto confinado a sus reductos, una sociedad tan serena que casi no se ocupa de la política, con una amplísima mayoría que comparte los principios básicos de la socialdemocracia tradicional (que han abandonado otros países, como Francia o Alemania): pactista, europeísta, defensora de los consensos amplios. Y un presidente respetado incluso por los que nunca lo votarían, capaz de gobernar sin ruido, sin sobresaltos, sin apenas crisis políticas.
Sánchez fue tan hábil que se deshizo a las primeras de cambio de aquéllos que lo ayudaron a llegar al poder. Tenía que soltar lastre para llevar adelante su proyecto. Hoy puede presumir de ser el presidente con el gobierno más transparente y con menos casos de corrupción de la democracia española, y sólo algunos asuntos de menor importancia, de personajes subalternos, han podido perturbarle su paz de líder sin oposición. La estabilidad institucional que ha instaurado el presidente Sánchez no se había conocido jamás en España.
Desde esta crónica no podemos decir otra cosa de estos nueve años de presidencia de Sánchez. Decir lo contrario sería faltar a la verdad.
Se avecina otra legislatura con el mismo tono neutro, cordial y de progreso económico que se ha visto en los cuatro años anteriores. No se ve en el horizonte nada que perturbe la paz del líder más sólido y mayoritariamente aceptado que ha tenido España. Ni siquiera Felipe González en 1982 pudo tener más apoyo y mayor prestigio que el que hoy ostenta Sánchez y, lo más difícil, tras nueve años en el poder. Insólito.
Los socios europeos miran atónitos el ejemplo. En América del Sur rezan para encontrar un líder similar. En Estados Unidos se muestran confiados en su mejor socio europeo. En Europa del Este es un modelo. Respetado en el mundo entero, el presidente Sánchez acomete su nueva legislatura sin sombras en el horizonte. Muchos no vemos límite a su futuro y, si todo continúa igual, sólo Sánchez pondrá fin a su presidencia cuando lo considere conveniente o cuando quiera enfrentar otro reto (¿OTAN, UE?).
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Esto podría haber sido la crónica de un periodista extranjero en España en diciembre de 2027. ¿Pudo Sánchez hacer lo que hemos descrito en esta ucronía? Sin duda. Cualquier líder del PSOE puede hacer lo que le venga en gana, puesto que sus siete millones de votos fieles le aseguran un mínimo común denominador que no tiene ningún otro partido.
No me gustaría soportar una fina socialdemocracia como la que he descrito, pero sería menos malo que lo que soportamos ahora, mucho menos malo que esto en lo que Sánchez ha convertido a España, una sucursal de tiranía bolivariana a medio gas.
No inventamos nada si decimos que un líder del PSOE socialdemócrata y moderado apenas tendría oposición. Mucho menos cuando en su momento el PP era dirigido por Pablo Casado, otra inanidad cobarde y traidora a su partido y a sus votantes. Ciudadanos se hubiera desvanecido como un azucarillo en brazos de un PSOE moderado y con ciertos rasgos liberales, puesto que nunca fue realmente un partido crudamente liberal, más allá de cuatro gestos que le valieron para restar votos al PP de la nada de Rajoy.
Si Sánchez hubiera sido listo de verdad, hubiera actuado como hemos imaginado y se hubiera podido convertir en un auténtico líder al estilo europeo (o sea, socialdemócrata). No hubiera tenido límites ni freno posible.
Debemos preguntarnos por qué Sánchez no actuó así. La primera razón, sobre la cual casi nadie repara, es que lo hizo por afinidad ideológica. Temió perder el beneplácito de la izquierda y sacrificó su flanco por el centro. Fue un error de estrategia, pero seguramente no fue motivado sólo por temor a Podemos, sino también porque era la línea ideológica del PSOE desde Zapatero quien, no olvidemos, diseñó ese marco político desde antes del golpe de Estado de 2004, cuando pactó todo el proceso futuro con ETA. El PSOE estaba volcado a la izquierda desde Zapatero, porque tenía servidumbres que pagar, especialmente a ETA y los nacionalistas y, sobre todo, porque la izquierda es así y Sánchez es así, no entiende el acuerdo, sólo entiende el desprecio, el partidismo, el sectarismo y su corrupción y enriquecimiento, como todo buen socialista.
Que su asalto a la corrupción en cuanto alcanzara el poder estaba previsto no deja lugar a dudas cuando comprobamos, gracias a las investigaciones de la UCO, que comenzaron sus corruptelas los miembros del equipo de Sánchez nada más llegar al poder (incluso algunas estaban pactadas desde antes).
Además, la deriva bolivariana también estaba prevista desde el primer momento, como demuestra que la elección de Conde Pumpido para el TC fuera una petición expresa a Casado a cambio de facilitarle munición contra Ayuso. Algunos ya lo advertimos desde estas páginas, hace más de cinco años, que clonar el proceso bolivariano de Chávez era el santo y seña de Sánchez, y llamábamos entonces a éste Hugo Sánchez. Ahora nos congratulamos de que los "notarios de la actualidad" de los medios afectos al PP se hayan dado cuenta cinco años después. ¡Qué perspicacia!
Decíamos entonces que Hugo Sánchez no tenía más que dos opciones: o culminar su proceso convirtiendo a España en una dictadura bananera (con apariencia vacía de democracia) o acabar en la cárcel. Tampoco en esto nos equivocábamos, por desgracia.
Así que el listo, el que optó por fragmentar, dividir, hacer brotar odios y rencores, partir el país e imponer una "democracia" en la que un solo partido pudiera acceder al poder, se encuentra en la encrucijada, cada vez más difícil para él, de terminar de imponer el cambio de régimen o de acabar en la cárcel o huido de la justicia.
¿Y éste es el listo? ¿Éste es el resiliente? ¿Éste es el estratega que resiste a todo y a todos? Más parece que inteligencia la justa. Sánchez y su entorno no son sino villanos sin escrúpulos que resisten contra cualquier principio aprovechando las deficiencias del sistema. Para medir la inteligencia de alguien fíjate como roba: si roba como un tonto, es un tonto.
El que vivía del dinero de la prostitución no era previsible que tuviera menos escrúpulos para vivir de la política. El tiempo ha confirmado las sospechas. Ahora, acorralado, intenta resistir el último envite para ver si llega vivo y sin procesar a 2027, confiando en que el TC, prevaricando presuntamente, le resuelva algunos problemas y la manipulación de unas elecciones en las que manejará el voto por correo y contará con sus socios de corrupción y de proyecto político de desmantelamiento de la nación.
Seguramente, en sus delirios, aún se preguntará cómo le recordará la historia.












