Tras negar durantes años la existencia de graves situaciones de violencia ligadas a la inmigración masiva
El primer ministro sueco no descarta el uso del Ejército para acabar con la violencia de las bandas de inmigrantes
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La tasa de asesinatos de Suecia es relativamente baja comparada con la de otros países, pero la violencia de las bandas organizadas de delincuentes, formadas mayoritariamente por inmigrantes, según la polícía, ha aumentado en los últimos años y los suecos temen que las fuerzas de seguridad apenas puedan hacer nada a estas alturas de los acontecimientos.
En 2016, el último año del que se dispone de estadísticas oficiales, 106 personas fueron asesinadas en Suecia, un país con apenas 10 millones de habitamtes. Pero, además, en este tiempo Suecia ha pasado a liderar la tasa mundial de violaciones en sus calles (por encima de la gran mayoría de los países africanos), repetidas explosiones de bombas se producen mensualmente en múltiples localidades del país y en los últimos meses se han padecido no menos de 300 tiroteos callejeros. Cuatro personas murieron por disparos en la primera semana de este año. Un hombre murió después de recoger una granada de mano afuera de una estación de metro en un suburbio de Estocolmo.
"Las personas son asesinadas a tiros en pizzerías, las personas son asesinadas con granadas de mano y las violaciones se cuentan por miles, ha explicado el líder del Partido Demócratas de Suecia, Jimmie Akesson, en el Parlamento. “Esta es la nueva Suecia; el nuevo y emocionante paraíso dinámico y multicultural que muchos de aquí, en esta asamblea, han ayudado a crear durante tantos años”.
Con toda seguridad, los continuos quebrantos de la ley, la inmigración masiva de origen musulmán y las permanentes rupturas del tradicional orden que tanto gusta a los suecos, serán temas clave en las elecciones parlamentarias programadas para el próximo mes de septiembre. El Partido Demócratas de Suecia, que no duda en vincular el aumento de la tasa de criminalidad en el país con el gran aumento en el número de inmigrantes que se ha registrado, se perfila como el posible vencedor de los comicios.
Quizás por esto, el primer ministro sueco Stefan Lofven, que encabeza un Gobierno de extrema izquierda formado por socialistas y ecologistas, y que no ha dudado en negar de todas las formas posibles la existencia en Suecia de numerosas “no-go zones” (zonas no controladas por el Gobierno en las que la violencia campa a sus anchas y donde la inmigración musulmana ha convertido la “sharia” o ley islámica en la única normativa aceptada), exclame ahora, sin pestañear, que está dispuesto a utiliza a las Fuerzas Armadas para combatir el crimen. "No sería mi primera opción llamar a los militares, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para asegurarme de que se elimine el crimen organizado”.
Para ello, el Gobierno de Estocolmo también ha prometido a la policía 7.100 millones de coronas adicionales (700 millones de euros) hasta 2020, ha endurecido el castigo para los crímenes con armas de fuego y ha facilitado a la policía monitorizar llamadas y correos electrónicos privados, entre otras medidas.
La declaración de Stefan Lofven se suma a la que hace apenas una semana expresaba Anders Thornberg, director general del Servicio de Seguridad sueco (Säpo), quien aseguraba a la BBC que el terrorismo islamista es ahora la "nueva normalidad" en el país nórdico. “Hace unos años apenas teníamos que vigilar a 200 extremistas. Ahora, tenemos que vigilar al menos a 3.000. Nunca había visto nada parecido a lo largo de mi carrera, pero esta la ‘nueva normalidad’ a la que tenemos que enfrentarnos”.
Las advertencias de Thornberg y Lofven se suman a otros mensajes emitidos desde diferentes instituciones suecas que advierten de que este pequeño país, de apenas 10 millones de habitantes, no puede lidiar con la creciente oleada de delitos generada por la entrada en su territorio de centenares de miles de inmigrantes musulmanes.
Anders Thornberg explicó a la emisora británica que una de sus principales preocupaciones es controlar el regreso a Suecia de miles de combatientes de la milicia terrorista del autodenominado Estado Islámico que habían salido desde el país nórdico para luchar en la guerra siria.
La tasa de asesinatos de Suecia es relativamente baja comparada con la de otros países, pero la violencia de las bandas organizadas de delincuentes, formadas mayoritariamente por inmigrantes, según la polícía, ha aumentado en los últimos años y los suecos temen que las fuerzas de seguridad apenas puedan hacer nada a estas alturas de los acontecimientos.
En 2016, el último año del que se dispone de estadísticas oficiales, 106 personas fueron asesinadas en Suecia, un país con apenas 10 millones de habitamtes. Pero, además, en este tiempo Suecia ha pasado a liderar la tasa mundial de violaciones en sus calles (por encima de la gran mayoría de los países africanos), repetidas explosiones de bombas se producen mensualmente en múltiples localidades del país y en los últimos meses se han padecido no menos de 300 tiroteos callejeros. Cuatro personas murieron por disparos en la primera semana de este año. Un hombre murió después de recoger una granada de mano afuera de una estación de metro en un suburbio de Estocolmo.
"Las personas son asesinadas a tiros en pizzerías, las personas son asesinadas con granadas de mano y las violaciones se cuentan por miles, ha explicado el líder del Partido Demócratas de Suecia, Jimmie Akesson, en el Parlamento. “Esta es la nueva Suecia; el nuevo y emocionante paraíso dinámico y multicultural que muchos de aquí, en esta asamblea, han ayudado a crear durante tantos años”.
Con toda seguridad, los continuos quebrantos de la ley, la inmigración masiva de origen musulmán y las permanentes rupturas del tradicional orden que tanto gusta a los suecos, serán temas clave en las elecciones parlamentarias programadas para el próximo mes de septiembre. El Partido Demócratas de Suecia, que no duda en vincular el aumento de la tasa de criminalidad en el país con el gran aumento en el número de inmigrantes que se ha registrado, se perfila como el posible vencedor de los comicios.
Quizás por esto, el primer ministro sueco Stefan Lofven, que encabeza un Gobierno de extrema izquierda formado por socialistas y ecologistas, y que no ha dudado en negar de todas las formas posibles la existencia en Suecia de numerosas “no-go zones” (zonas no controladas por el Gobierno en las que la violencia campa a sus anchas y donde la inmigración musulmana ha convertido la “sharia” o ley islámica en la única normativa aceptada), exclame ahora, sin pestañear, que está dispuesto a utiliza a las Fuerzas Armadas para combatir el crimen. "No sería mi primera opción llamar a los militares, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para asegurarme de que se elimine el crimen organizado”.
Para ello, el Gobierno de Estocolmo también ha prometido a la policía 7.100 millones de coronas adicionales (700 millones de euros) hasta 2020, ha endurecido el castigo para los crímenes con armas de fuego y ha facilitado a la policía monitorizar llamadas y correos electrónicos privados, entre otras medidas.
La declaración de Stefan Lofven se suma a la que hace apenas una semana expresaba Anders Thornberg, director general del Servicio de Seguridad sueco (Säpo), quien aseguraba a la BBC que el terrorismo islamista es ahora la "nueva normalidad" en el país nórdico. “Hace unos años apenas teníamos que vigilar a 200 extremistas. Ahora, tenemos que vigilar al menos a 3.000. Nunca había visto nada parecido a lo largo de mi carrera, pero esta la ‘nueva normalidad’ a la que tenemos que enfrentarnos”.
Las advertencias de Thornberg y Lofven se suman a otros mensajes emitidos desde diferentes instituciones suecas que advierten de que este pequeño país, de apenas 10 millones de habitantes, no puede lidiar con la creciente oleada de delitos generada por la entrada en su territorio de centenares de miles de inmigrantes musulmanes.
Anders Thornberg explicó a la emisora británica que una de sus principales preocupaciones es controlar el regreso a Suecia de miles de combatientes de la milicia terrorista del autodenominado Estado Islámico que habían salido desde el país nórdico para luchar en la guerra siria.