Rentería / Errenteria (y II)
Si abrimos el Nomenclátor de apellidos vascos por la letra erre, veremos que lo que explicábamos en el artículo anterior sobre los apellidos con dobles formas eusquéricas, como Rentería, pasa nada menos que con 74 apellidos, a los que Euskaltzaindia les da dos opciones de eusquerizarse, una sin añadir la “e” por delante y otra con ella. Por ejemplo: Recarte tiene dos formas eusquéricas, Errekarte y Rekarte. Y lo mismo Rentería, a saber: Errenteria y Renteria. En estos apellidos hay cambios en los dos casos, aunque sea por una tilde como en Renteria, pero es que con el caso del apellido Rigoitia, las dos formas eusquéricas propuestas son Errigoitia y Rigoitia y esta segunda es idéntica a la forma castellana. Y lo mismo que con Rigoitia pasa con algún otro apellido más, por ejemplo Retana, con dos formas eusquéricas, Erretana y Retana, esta última idéntica a la castellana. O con Rezola: Errezola y Rezola. O con Ripa: Erripa y Ripa. Y alguno más, muy pocos más. Pero en cambio, con los topónimos, es decir, con los nombres de los pueblos, esto no se aplica. De modo que Rentería solo puede ser Errenteria y Rigoitia solo puede ser Errigoitia.
Y aquí pasa una cosa muy significativa, y es que, así como con los topónimos no hay duda y se les euscalduniza de la forma más llamativa posible, en el sentido de poner Errenteria o Errigoitia, en lugar de Renteria (sin tilde) o Rigoitia, en cambio la gente normal y corriente, pero de sesgo nacionalista (y a veces sin ese sesgo, tan solo por estar al día de lo políticamente correcto o dominante), a la hora de cambiar a la forma eusquérica su apellido, casi nunca opta por la forma con la “e” por delante y prefiere dejarse la forma más parecida a la anterior castellana. Es decir, que lo que se pide de puertas afuera luego de puertas adentro se hace de otra manera. Veamos unos cuantos ejemplos. Tenemos el segundo apellido del lendacari Urkullu, que ya comentamos en un artículo anterior. Entre ponerse Errenteria o Renteria, no hay duda, se queda con el Renteria sin tilde: que la tilde aquí es un grado. Con el actual Diputado General de Vizcaya, Unai Rementeria pasa lo mismo, no se pone Errementeria sino Rementeria, sin tilde en la “i”.
Pero vayamos un poco más allá en el análisis. De los 74 apellidos que tienen esta peculiaridad de la doble forma eusquerizada, tras el recuento de portadores de cada uno de ellos, hemos comprobado que:
1º.- 30 de ellos no tienen portadores, lo cual corresponde casi matemáticamente con el global de apellidos vascos recogidos por el Nomenclátor de Euskaltzaindia que no tienen portadores, es decir, que son apellidos fósiles, de los que ya dijimos en algún artículo anterior (“Por San Ignacio” y “Franco / Franku”) que su número es de 5.000 de un total de 11000, o sea, el 45%, lo que da una idea bastante contundente de por dónde va el futuro de este tema de los apellidos vascos que estamos tratando en El balle del ziruelo. Por lo que respecta a los apellidos con doble forma eusquérica, que vemos aquí, la proporción de los que no tienen portadores, si son 30 sobre un total de 74, es de 40,5%, con lo que actúan casi como reflejo en miniatura del Nomenclátor en su conjunto.
2º.- Si a los 74 apellidos con doble forma eusquérica les quitamos los que no tienen portadores (30), nos quedan 44. De estos, los que tenemos con portadores que eligen la forma que empieza por “e” son los siguientes: Errekatxo, con 18 portadores de primer apellido y 14 de segundo; Errekagorri, con 10 de primer apellido; Errekalde, con 20 y 13; Errekondo, con 15 y 5; Errementeria, con 6 solo de primer apellido; Errezola, con 13 y 8; Erroteta, con 11 y 11; y una rareza, porque solo hay dos o tres como este, que en lugar de la “e” inicial tiene una “a”: Arrosagarai (con 9 portadores solo de primer apellido). Como vemos, de los 44 posibles, solo en 8 casos (un 18%) hay apellidos con portadores con la forma eusquérica propuesta con la “e” por delante, que es la que se ha impuesto en el caso de Errenteria. Y lo son con un número reducidísimo de portadores, porque si sumamos los de estos ocho apellidos nos dan 153 portadores en total, sumados todos, los de primero más los de segundo apellido.
3º.- Pero es que además hay que tener en cuenta que esas 8 excepciones que hemos visto de los apellidos con doble forma eusquérica en las cuales aparecen portadores en la forma que comienza por “e” –menos Arrosagarai, que ya hemos dicho que es una rareza–, resulta que todas ellas tienen a su vez una forma castellana que también empieza por “e” y que solo se puede comprobar contrastando en el Nomenclátor los apellidos que empiezan por “e” con los que empiezan por erre. Quiere decirse que existen de antes apellidos tales como Errecacho, Errecagorri, Errecalde, Errecondo, Errementería, Errezola y Erroteta, que son así en su forma castellana, empezando por “e”, y que pasan directamente a la forma eusquérica cambiando si acaso las letras “c” por letras “k” y poco más, con lo cual el cambio en ellos es mínimo. Por lo tanto, no es que pasen de Recalde a Errekalde, sino que existe un Errecalde ya de antemano que “facilita”, por así decir, el paso a Errekalde.
4º.- Cualquiera de los apellidos de este grupo singular que estamos tratando aquí donde sus portadores han optado por la forma eusquérica sin “e” inicial, o sea Renteria en lugar de Errenteria, como ha hecho el lendacari Urkullu, o Rementeria en lugar de Errementeria, como ha hecho el Diputado General de Vizcaya, presenta unas cantidades de portadores mucho mayores –siempre dentro de las dimensiones típicas de los apellidos eusquéricos que ya sabemos cuáles son–, en comparación con las que hemos visto en el punto 2º. Por poner un ejemplo: Rekalde, al que pueden optar las personas que se apellidan Recalde, y que podrían optar por Errekalde pero prefieren Rekalde, tiene él solo más portadores de primer apellido que todos los apellidos que hemos visto en el punto 2º sumados: en concreto Rekalde tiene 171 portadores de primer apellido más 120 de segundo. Lo que remacha la reducidísima presencia de apellidos eusquéricos de esa variante con la “e” por delante de la erre, dentro de este grupo que estamos considerando.
5º.- Ya se ha dicho en esta serie que de los 6.000 apellidos vascos del total de 11.000 del Nomenclátor que tienen portadores, 1.879 no se pueden cambiar de su forma castellana a su forma eusquérica, sencillamente porque se escriben igual. Por ejemplo, Uriarte o Madariaga. Si restamos esos 1.879 a los 6000 iniciales, nos quedan 4.121. Pues bien, de estos últimos 4.121 apellidos que son susceptibles de tener dos formas diferenciadas en su grafía, una la castellana originaria y otra la eusquérica novedosa, hay 1.322 cuyas formas eusquéricas no presentan portadores, es decir, que nadie ha tenido a bien cambiarse su primer o segundo apellido original en forma castellana por su forma eusquérica. Con lo que solo nos quedan 2.799 apellidos vascos cuya forma eusquérica tiene algún portador y que suponen un 25% del total de apellidos de los 11.000 que conforman el Nomenclátor de Euskaltzaindia. En definitiva, estamos hablando de un 25% de apellidos vascos cuyos portadores han decidido optar por la forma eusquérica de su apellido y se lo han cambiado, y que han buscado siempre la forma más sencilla para cambiárselo. Por ejemplo, mientras son bastante reacios a optar por Ardantza o Retolatza si se apellidan Ardanza o Retolaza, en cambio cambiarse la y griega por i latina o la “c” por la “k”, o la “ch” por la “tx” les resulta interesante o incluso puede que hasta placentero.
Tras recabar todos los datos de los cinco puntos anteriores, la pregunta es clara: ¿por qué lo que nadie hace en el ámbito de los apellidos, se convierte en norma en el ámbito de los topónimos? O, dicho de otro modo, si Rentería siempre se llamó y escribió así desde 1.340, salvo en contadísimas ocasiones como Errenteria, y, sobre todo, si de todos los que se apellidan Rentería (lendacari Urkullu incluido) ninguno ha optado por la forma Errenteria y han preferido tan solo quitarle la tilde (diferencia, dicho sea de paso, que no se puede comprobar consultando en el Padrón del INE porque el programa informático no distingue las tildes), ¿por qué, entonces, el nombre del municipio Rentería (o el de Rigoitia o el de Régil) se ha convertido oficialmente, en su forma eusquérica, en Errenteria (o en Errigoitia o Errezil), y no se ha dejado en Renteria, sin tilde, por ejemplo, como hacen todos los que tienen ese apellido y se lo han cambiado? ¿Por qué lo que no se hace a nivel personal se impone a nivel social y político?
Leer 1ª parte de este artículo
Si abrimos el Nomenclátor de apellidos vascos por la letra erre, veremos que lo que explicábamos en el artículo anterior sobre los apellidos con dobles formas eusquéricas, como Rentería, pasa nada menos que con 74 apellidos, a los que Euskaltzaindia les da dos opciones de eusquerizarse, una sin añadir la “e” por delante y otra con ella. Por ejemplo: Recarte tiene dos formas eusquéricas, Errekarte y Rekarte. Y lo mismo Rentería, a saber: Errenteria y Renteria. En estos apellidos hay cambios en los dos casos, aunque sea por una tilde como en Renteria, pero es que con el caso del apellido Rigoitia, las dos formas eusquéricas propuestas son Errigoitia y Rigoitia y esta segunda es idéntica a la forma castellana. Y lo mismo que con Rigoitia pasa con algún otro apellido más, por ejemplo Retana, con dos formas eusquéricas, Erretana y Retana, esta última idéntica a la castellana. O con Rezola: Errezola y Rezola. O con Ripa: Erripa y Ripa. Y alguno más, muy pocos más. Pero en cambio, con los topónimos, es decir, con los nombres de los pueblos, esto no se aplica. De modo que Rentería solo puede ser Errenteria y Rigoitia solo puede ser Errigoitia.
Y aquí pasa una cosa muy significativa, y es que, así como con los topónimos no hay duda y se les euscalduniza de la forma más llamativa posible, en el sentido de poner Errenteria o Errigoitia, en lugar de Renteria (sin tilde) o Rigoitia, en cambio la gente normal y corriente, pero de sesgo nacionalista (y a veces sin ese sesgo, tan solo por estar al día de lo políticamente correcto o dominante), a la hora de cambiar a la forma eusquérica su apellido, casi nunca opta por la forma con la “e” por delante y prefiere dejarse la forma más parecida a la anterior castellana. Es decir, que lo que se pide de puertas afuera luego de puertas adentro se hace de otra manera. Veamos unos cuantos ejemplos. Tenemos el segundo apellido del lendacari Urkullu, que ya comentamos en un artículo anterior. Entre ponerse Errenteria o Renteria, no hay duda, se queda con el Renteria sin tilde: que la tilde aquí es un grado. Con el actual Diputado General de Vizcaya, Unai Rementeria pasa lo mismo, no se pone Errementeria sino Rementeria, sin tilde en la “i”.
Pero vayamos un poco más allá en el análisis. De los 74 apellidos que tienen esta peculiaridad de la doble forma eusquerizada, tras el recuento de portadores de cada uno de ellos, hemos comprobado que:
1º.- 30 de ellos no tienen portadores, lo cual corresponde casi matemáticamente con el global de apellidos vascos recogidos por el Nomenclátor de Euskaltzaindia que no tienen portadores, es decir, que son apellidos fósiles, de los que ya dijimos en algún artículo anterior (“Por San Ignacio” y “Franco / Franku”) que su número es de 5.000 de un total de 11000, o sea, el 45%, lo que da una idea bastante contundente de por dónde va el futuro de este tema de los apellidos vascos que estamos tratando en El balle del ziruelo. Por lo que respecta a los apellidos con doble forma eusquérica, que vemos aquí, la proporción de los que no tienen portadores, si son 30 sobre un total de 74, es de 40,5%, con lo que actúan casi como reflejo en miniatura del Nomenclátor en su conjunto.
2º.- Si a los 74 apellidos con doble forma eusquérica les quitamos los que no tienen portadores (30), nos quedan 44. De estos, los que tenemos con portadores que eligen la forma que empieza por “e” son los siguientes: Errekatxo, con 18 portadores de primer apellido y 14 de segundo; Errekagorri, con 10 de primer apellido; Errekalde, con 20 y 13; Errekondo, con 15 y 5; Errementeria, con 6 solo de primer apellido; Errezola, con 13 y 8; Erroteta, con 11 y 11; y una rareza, porque solo hay dos o tres como este, que en lugar de la “e” inicial tiene una “a”: Arrosagarai (con 9 portadores solo de primer apellido). Como vemos, de los 44 posibles, solo en 8 casos (un 18%) hay apellidos con portadores con la forma eusquérica propuesta con la “e” por delante, que es la que se ha impuesto en el caso de Errenteria. Y lo son con un número reducidísimo de portadores, porque si sumamos los de estos ocho apellidos nos dan 153 portadores en total, sumados todos, los de primero más los de segundo apellido.
3º.- Pero es que además hay que tener en cuenta que esas 8 excepciones que hemos visto de los apellidos con doble forma eusquérica en las cuales aparecen portadores en la forma que comienza por “e” –menos Arrosagarai, que ya hemos dicho que es una rareza–, resulta que todas ellas tienen a su vez una forma castellana que también empieza por “e” y que solo se puede comprobar contrastando en el Nomenclátor los apellidos que empiezan por “e” con los que empiezan por erre. Quiere decirse que existen de antes apellidos tales como Errecacho, Errecagorri, Errecalde, Errecondo, Errementería, Errezola y Erroteta, que son así en su forma castellana, empezando por “e”, y que pasan directamente a la forma eusquérica cambiando si acaso las letras “c” por letras “k” y poco más, con lo cual el cambio en ellos es mínimo. Por lo tanto, no es que pasen de Recalde a Errekalde, sino que existe un Errecalde ya de antemano que “facilita”, por así decir, el paso a Errekalde.
4º.- Cualquiera de los apellidos de este grupo singular que estamos tratando aquí donde sus portadores han optado por la forma eusquérica sin “e” inicial, o sea Renteria en lugar de Errenteria, como ha hecho el lendacari Urkullu, o Rementeria en lugar de Errementeria, como ha hecho el Diputado General de Vizcaya, presenta unas cantidades de portadores mucho mayores –siempre dentro de las dimensiones típicas de los apellidos eusquéricos que ya sabemos cuáles son–, en comparación con las que hemos visto en el punto 2º. Por poner un ejemplo: Rekalde, al que pueden optar las personas que se apellidan Recalde, y que podrían optar por Errekalde pero prefieren Rekalde, tiene él solo más portadores de primer apellido que todos los apellidos que hemos visto en el punto 2º sumados: en concreto Rekalde tiene 171 portadores de primer apellido más 120 de segundo. Lo que remacha la reducidísima presencia de apellidos eusquéricos de esa variante con la “e” por delante de la erre, dentro de este grupo que estamos considerando.
5º.- Ya se ha dicho en esta serie que de los 6.000 apellidos vascos del total de 11.000 del Nomenclátor que tienen portadores, 1.879 no se pueden cambiar de su forma castellana a su forma eusquérica, sencillamente porque se escriben igual. Por ejemplo, Uriarte o Madariaga. Si restamos esos 1.879 a los 6000 iniciales, nos quedan 4.121. Pues bien, de estos últimos 4.121 apellidos que son susceptibles de tener dos formas diferenciadas en su grafía, una la castellana originaria y otra la eusquérica novedosa, hay 1.322 cuyas formas eusquéricas no presentan portadores, es decir, que nadie ha tenido a bien cambiarse su primer o segundo apellido original en forma castellana por su forma eusquérica. Con lo que solo nos quedan 2.799 apellidos vascos cuya forma eusquérica tiene algún portador y que suponen un 25% del total de apellidos de los 11.000 que conforman el Nomenclátor de Euskaltzaindia. En definitiva, estamos hablando de un 25% de apellidos vascos cuyos portadores han decidido optar por la forma eusquérica de su apellido y se lo han cambiado, y que han buscado siempre la forma más sencilla para cambiárselo. Por ejemplo, mientras son bastante reacios a optar por Ardantza o Retolatza si se apellidan Ardanza o Retolaza, en cambio cambiarse la y griega por i latina o la “c” por la “k”, o la “ch” por la “tx” les resulta interesante o incluso puede que hasta placentero.
Tras recabar todos los datos de los cinco puntos anteriores, la pregunta es clara: ¿por qué lo que nadie hace en el ámbito de los apellidos, se convierte en norma en el ámbito de los topónimos? O, dicho de otro modo, si Rentería siempre se llamó y escribió así desde 1.340, salvo en contadísimas ocasiones como Errenteria, y, sobre todo, si de todos los que se apellidan Rentería (lendacari Urkullu incluido) ninguno ha optado por la forma Errenteria y han preferido tan solo quitarle la tilde (diferencia, dicho sea de paso, que no se puede comprobar consultando en el Padrón del INE porque el programa informático no distingue las tildes), ¿por qué, entonces, el nombre del municipio Rentería (o el de Rigoitia o el de Régil) se ha convertido oficialmente, en su forma eusquérica, en Errenteria (o en Errigoitia o Errezil), y no se ha dejado en Renteria, sin tilde, por ejemplo, como hacen todos los que tienen ese apellido y se lo han cambiado? ¿Por qué lo que no se hace a nivel personal se impone a nivel social y político?
Leer 1ª parte de este artículo