Cartas al Director
Irún es el nuevo Calais
No quisiera pecar de agorero pero se están dando un cúmulo de circunstancias que nos abocan a una preocupante situación a corto plazo y no es otra que la de ver a nuestra ciudad fronteriza, Irún, compartiendo el mismo problema, hermanada en la misma tragedia que Calais, por lo que ha sido tristemente muy famosa hace no tanto tiempo.
Paseando por sus calles, plazas, paseos, avenidas, vemos gran cantidad de jóvenes varones negros africanos que merodean, vagabundean, pasean, están sentados, en grupos pequeños observando todo a su alrededor, pululando al acecho también y en mayor medida en las estaciones del tren y Topo; pretenden entrar en la vecina Francia, pero todos sabemos cómo se las gastan los galos. Defienden su territorio.
Todos ellos quedan varados en Irún, ni trabajan ni lo van a hacer, limitándose a vivir de lo que los irundarras les dan. El alojamiento y manutención les resultan gratis junto con la sanidad, y además disponen de dinero para gastos; todos disponen de buenos teléfonos móviles, visten y calzan bien.
Llega el invierno y el flujo migratorio disminuirá provisionalmente, pero a la vuelta de la esquina volverán a venir, y cada día más. Los gobiernos nacional, autonómico y local deben aunar esfuerzos, converger en la búsqueda de una solución. Todos sabemos qué sucederá cuando el número de africanos se triplique e incluso quintuplique, no haya ayuda para todos y los vecinos vean que la ciudad quede prácticamente colapsada por la riada migratoria.
Debemos tomar medidas encaminadas a prevenir lo que tarde o temprano sucederá a buen seguro, al igual que en Calais. No nos podemos permitir ponernos vendas en los ojos y obviar la que se nos viene encima por el qué dirán. No hay ciudad que pueda soportar esa presión, ese inmenso gasto con gente que no contribuye absolutamente en nada y que cada vez se volverá más exigente.
Aprendamos la lección y recordemos aquello de "cuando las barbas de tu vecino...."
Francisco Javier Sáenz Martínez
Lasarte-Oria
No quisiera pecar de agorero pero se están dando un cúmulo de circunstancias que nos abocan a una preocupante situación a corto plazo y no es otra que la de ver a nuestra ciudad fronteriza, Irún, compartiendo el mismo problema, hermanada en la misma tragedia que Calais, por lo que ha sido tristemente muy famosa hace no tanto tiempo.
Paseando por sus calles, plazas, paseos, avenidas, vemos gran cantidad de jóvenes varones negros africanos que merodean, vagabundean, pasean, están sentados, en grupos pequeños observando todo a su alrededor, pululando al acecho también y en mayor medida en las estaciones del tren y Topo; pretenden entrar en la vecina Francia, pero todos sabemos cómo se las gastan los galos. Defienden su territorio.
Todos ellos quedan varados en Irún, ni trabajan ni lo van a hacer, limitándose a vivir de lo que los irundarras les dan. El alojamiento y manutención les resultan gratis junto con la sanidad, y además disponen de dinero para gastos; todos disponen de buenos teléfonos móviles, visten y calzan bien.
Llega el invierno y el flujo migratorio disminuirá provisionalmente, pero a la vuelta de la esquina volverán a venir, y cada día más. Los gobiernos nacional, autonómico y local deben aunar esfuerzos, converger en la búsqueda de una solución. Todos sabemos qué sucederá cuando el número de africanos se triplique e incluso quintuplique, no haya ayuda para todos y los vecinos vean que la ciudad quede prácticamente colapsada por la riada migratoria.
Debemos tomar medidas encaminadas a prevenir lo que tarde o temprano sucederá a buen seguro, al igual que en Calais. No nos podemos permitir ponernos vendas en los ojos y obviar la que se nos viene encima por el qué dirán. No hay ciudad que pueda soportar esa presión, ese inmenso gasto con gente que no contribuye absolutamente en nada y que cada vez se volverá más exigente.
Aprendamos la lección y recordemos aquello de "cuando las barbas de tu vecino...."
Francisco Javier Sáenz Martínez
Lasarte-Oria