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Viernes, 17 de Marzo de 2023 Tiempo de lectura:

Las grandes multinacionales globalistas han subvencionado con 82.900 millones de dólares al movimiento de extrema-izquierda Black Lives Matter

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Durante el año 2020, el movimiento de extrema-izquierda Black Lives Matter (BLM) arrasó más de 200 ciudades norteamericanas, provocó daños materiales por valor de casi 2.000 millones de euros y provocó al menos 25 muertes de ciudadanos. Pero, además de todo esto, las campañas de presión, los acosos y los chantajes morales promovidos por el BLM han supuesto la estafa más colosal que han sufrido numerosas empresas estadounidenses a lo largo de la más reciente historia. Así lo pone de manifiesto un informe que acaba de publicar el Claremont Institute Center for the American Way of Life, que incluye la base de datos más completa creada hasta la fecha rastreando las contribuciones, las ayudas y subvenciones otorgadas por decenas de grandes empresas y compañías globalistas de EEUU al movimiento radical Black Lives Matter.

 

El estudio revela que estas corporaciones, emblemas del espíritu capitalista transnacional, contribuyeron en 2020 con 82.900 millones al movimiento BLM y a miles de causas relacionadas con éste. Para hacerse una idea de la enormidad que supone esta cantidad, hay que tener en cuenta que 82.900 millones de dólares es más que el PIB de 46 países africanos y que, solamente a modo de ejemplo, en 2022 los beneficios de Ford Motor fueron de 23.000 millones de dólares.

 

Por otro lado, más de 123 millones de dólares de este monto total se dirigieron exclusiva y directamente a las organizaciones matrices del BLM. Además, y tal y como el Instituto Claremont explica en Newsweek, probablemente está cantidad total esté subestimando la verdadera magnitud del intercambio monetario, ya que algunas empresas no dan a conocer las contribuciones que realizan y no pocas de las organizaciones afines al BLM que están siendo pagadas por estas grandes transnacionales siguen siendo desconocidas.

 

El Instituto Claremont explica en su investigación que la constelación de marcas que forman parte del BLM ha destinado la ingente cantidad de dinero recibido no solo a los lujosos caprichos de algunas de sus fundadoras sino, sobre todo, a la inversión especulativa de miles de millones de dólares, a la compra de exclusivos bienes raíces, a otorgar ayudas monetarias a centenarias de organizaciones revolucionarias afines y a llevar a cabo proyectos de trabajo para "elegir líderes comunitarios progresistas, activistas y candidatos de la clase trabajadora que luchan por la liberación de los negros."

 

Además, según Claremont, las diferentes organizaciones locales del BLM gastan miles de millones en activismo y en iniciativas para tratar de desfinanciar los departamentos de policía de decenas de capitales norteamericanas, así como en campañas de adoctrinando a los niños de todo el país en la teoría crítica de la raza y en la teoría queer, y enseñándoles a odiarse a sí mismos, a sus compañeros y a su país. Según la investigación del Institute Claremont, “las organizaciones sin ánimo de lucro de izquierdas están llevando a cabo cambios sociales demasiado radicales para las vías legislativas normales y, de hecho, se están constituyendo en una forma de gobierno en la sombra”. Y añaden los investigadores: “Mientras tanto, los bancos están emitiendo miles de millones de dólares en préstamos de alto riesgo ‘para ayudar a acabar con el racismo sistémico’, y las empresas están financiando fondos izquierdistas que liberan a violentos alborotadores y criminales en nuestras calles y colaboran para crear esquemas de contratación racializados y antimeritocráticos”.

 

No se puede olvidar que, aunque el BLM es una organización descentralizada, sus líderes se encuentran entre la élite de la extrema-izquierda norteamericana. Patrisse Cullors, una de las fundadoras del movimiento, sostiene que, independientemente de que la cuestión sea la raza, el sexo, el género, la inmigración o el medio ambiente, el objetivo revolucionario sigue siendo el elemento básico del BLM: aunque su activismo abarca toda la gama de causas progresistas, su objetivo último es socavar el capitalismo, el Estado nación y la civilización occidental.

 

Alicia Garza, otra de las fundadoras, autoproclamada "marxista de formación", lo ha reconocido públicamente, afirmando claramente que "las vidas negras no pueden importar bajo el capitalismo. Son como el aceite y el agua". "No es posible que surja un mundo donde las vidas negras importen si es bajo el capitalismo (…) y no es posible abolir el capitalismo sin una lucha contra la opresión nacional y la opresión de género".

 

Pero el “capitalismo” se porta muy bien con el BLM. 82.900 millones de veces bien. Como explica el Instituto Claremont, esta auténtica redistribución de la riqueza empresarial -riqueza que pertenece legítimamente a los accionistas, incluidos pensionistas y jubilados, y que debería haberse pagado en forma de dividendos o haberse destinado a la recompra de acciones- es histórica y puede considerarse como una forma de reparación a los autoproclamados enemigos de la nación y del modo de vida estadounidenses. El hecho de que, en muchos casos, no podamos saber con certeza cómo se gasta el dinero de estas ayudas, debería preocupar a cualquier estadounidense interesado en la responsabilidad corporativa y en la transparencia del mercado. Esperamos que la información disponible en nuestra base de datos resulte útil para quienes deseen que las empresas rindan cuentas de sus actos”.

 

Desde el Instituto Claremont se explica que existen varias formas de hacer frente a esta amenaza: “frenar las donaciones ‘benéficas’ de las empresas, reformar la legislación sobre organizaciones sin ánimo de lucro y liberar a las empresas de las garras de los ESG (objetivos sociales y medioambientales). Cualquiera de ellas requerirá la actuación de los reguladores o del Congreso, que han demostrado no tener carácter. Pero también deberíamos preguntarnos por qué concedemos a subversivos y revolucionarios licencia para desbocarse en nuestras comunidades y drenar recursos de nuestra economía. Y lo que es más importante, ¿por qué toleramos que un partido político importante financie y facilite esas actividades? Estas prácticas no son ni prudentes ni propias de una sociedad sana. Arrojar luz sobre la cuestión es el primer paso para solucionar el problema, pero el trabajo no ha hecho más que empezar”.

 

Acceso a la base de datos de las empresas que financian al BLM

 

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