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Pedro Chacón
Sábado, 17 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:

Euskal Erial

Con este feliz término (no por la catástrofe que refleja, obviamente, sino por lo indicativo de todo lo que está ocurriendo en el País Vasco, de lo que el tema demográfico, específico de ese estudio, es solo el indicador más visible) han bautizado recientemente en un informe (abril de 2025 es su fecha) dos demógrafos del CEU-CEFAS, Joaquín Leguina y Alejandro Macarrón, la situación actual del País Vasco. “Demografía vasca: de Euskal Herria a Euskal Erial” lo titularon.

 

Todos los indicadores demuestran que el País Vasco (o Euskadi como dice la mayoría: esa palabra fea y lamentable, representativa de todo lo peor que nos ha pasado en los últimos cincuenta años) está de capa caída. Está de capa caída la demografía, para empezar, y ese es el indicativo principal de una sociedad sin ilusión, sin ganas de vivir. Y eso a quien hay que atribuírselo en exclusiva es al nacionalismo, a quien pertenece no solo la dirección política que nos ha llevado al hoyo en todos los terrenos de nuestra vida social e individual durante las varias generaciones que nos lleva gobernando, sino también a quien hay que atribuirle en exclusiva el origen –al menos teórico– de esa lacra que asoló nuestras vidas llamada terrorismo o, más concretamente, ETA.

 

Y si se quieren escudar en que la crisis demográfica es propia de todo Occidente, incluida España, ahí tenemos que decir que se vayan buscando otra excusa. Que no vale con decir que si aquí hay algo malo que también lo hay en el resto de España (o en España a secas, como si esto no fuera España, tal como creen esos ilusos de nacionalistas que no solo nos han hecho la vida imposible, sino que además se están cargando el país que tienen por suyo). Cuando algo es malo aquí nos comparamos con España, por si allí también lo hay y así buscarnos una buena excusa. Pero cuando aquí hay algo bueno, que no sé realmente qué podría ser, entonces damos la espalda al resto de España y nos ponemos a mirar a Europa, porque somos muy europeos. Cuando resulta que el nacionalismo, en el fondo (y en la forma), solo quiere a Europa porque piensa que en Europa conseguirá más todavía de lo que ya ha conseguido en España. Los nacionalistas vascos tienen de europeístas mucho menos que esos que tanto critican de la nueva derecha europea.

 

El nacionalismo es una ideología supremacista, ventajista, aprovechada (aprovechategui dicen algunos, como para hacerlo más suave, en plan eusquérico, como para hacer unas risas, como si fuera una broma). El nacionalismo es lo peor que nos podría haber ocurrido nunca.

 

El nacionalismo ha conseguido que la industria esté bajo mínimos y está queriendo convertir al País Vasco en un parque de atracciones turísticas y de viejos con un inmigrante detrás empujándole el carrito. Y el nacionalismo actual es todavía peor que el originario, aquel xenófobo y antiespañolista sin disimulo. El actual sigue siendo antiespañolista, porque esa es su esencia originaria, pero se ha trucado en globalista, de modo que acepta toda la inmigración que venga y a la vez que esa nueva inmigración se tiene que euscaldunizar, como si los que vienen ahora fueran tan dóciles como los españoles que vinieron en las décadas centrales del siglo XX. Como si los que vienen ahora del norte de África, de toda Hispanoamérica o del Este de Europa tuvieran el mismo sentimiento de culpa, el complejo de inferioridad que traían los españoles de mediados del siglo XX, a los que se les hacía creer que ellos, junto con el franquismo que representaban, tenían la culpa de que el eusquera se hubiera perdido y así ellos eran los primeros que tenían que arrimar el hombro para recuperarlo.

 

Todavía hay nacionalistas independentistas en los medios, en las redes, en los comentarios de las noticias de los periódicos digitales, que tienen los santos bemoles de seguir pidiendo la independencia, y la asocian a tener más democracia dicen, a que nos dejen decidir, a que “España” nos respete. Cuando resulta que ningún partido nacionalista quiere ya la independencia si eso supone tener que arrostrar la mayor carga de personas mayores, proporcionalmente comparada con la de las demás regiones españolas, y con las pensiones más altas de toda España (de todo el Estado, como estúpidamente dicen esos independentistas).

 

Quieren la independencia, pero quieren también que les paguen las pensiones. Así es el nacionalismo.

 

Los de la izquierda abertzale ahora quieren mandar, conquistar el poder, lo que no pudieron hacer por las malas ahora lo quieren hacer por las buenas. Ahora se han convertido en una mala caricatura del santo Job, pacientes y también constantes, pensando que el tiempo corre a su favor. Todo predispuesto para que gobiernen un país que previamente destrozaron a base de sectarismo, odio a lo español, ombliguismo, supremacismo y terrorismo despiadado. Muchos no olvidamos, sobre todo los que ya tenemos cierta edad. A los jóvenes, a base de EiTB y de una opinión pública desinformada les habrán podido convencer de lo buenos que son. A nosotros, en cambio, no.

 

Esta gente de la izquierda abertzale y del nacionalismo en general piensa que como aquí una mayoría de inmigrantes españoles en la primera mitad del siglo XX y de sus descendientes quisieron sumarse a su proyecto, pues piensan, como digo, que es que todo el mundo quiere ser vasco. Cuando lo vasco, aparte de cuatro grandes potentados que supieron lo que era vivir la vida, rodeados de lujo y de confort inglés (inglés de la alta sociedad imperialista inglesa, no de los hoolingans que siguen a sus equipos de fútbol y se emborrachan y se pelean rompiéndose botellas en la cabeza), ya se fueron hace tiempo de aquí, dejando un rastro de esplendor imposible de recuperar por estos nacionalistas zafios e indocumentados. Ahora lo que queda de los vascos de toda la vida es lo que huele a boñiga de caserío, a abarcas hundidas en el barro y a sudor de aldeano vendiendo lo de su huerta o sus quesos en el mercado.

 

El otro día Imanol Pradales Gil, ese lendacari que tiene de vasco lo que yo, exactamente lo que yo, se puso a despotricar contra la ideología de la única representante de Vox en el Parlamento Vasco, como se ha recogido aquí, en este medio, en una noticia de La Tribuna del País Vasco. Y hacía alarde de izquierdismo woke, reprochándole a Amaya Martínez justo lo contrario de lo que él piensa, como si lo que él piensa fuera muy ejemplar y fuera lo más porque ha asumido todos los dogmas de la izquierda actual. Un individuo que reniega de su propio pasado, que prefiere sumarse a un proyecto que no es el de su familia, simplemente por el interés material, porque él ha conseguido vivir muy bien así. Un individuo al que algún día esperemos que se le ocurra pensar en quién es él realmente y si lo que defiende tiene algo que ver con su propia historia familiar. Un individuo que dice, como en el último Aberri Eguna, “cuando los vascos íbamos a pescar ballenas y bacalao a Terranova”, como si sus ancestros hubieran estado entre aquellos marinos de la costa del golfo de Vizcaya, cuando en realidad estaban destripando terrones en la meseta castellana. No me digan que esto tiene un pase de sentido común, de respeto a sus propios mayores, de consideración por lo que son sus verdaderos orígenes. Esto lo que es en realidad es una burda imitación de otros, porque este hombre se ha olvidado de sí mismo y no sabe lo que significa la verdad y la autenticidad en la vida. Un individuo que ignora la historia de su propio partido, la historia del fundador de su partido, que despreciaba olímpicamente a la gente como él. Y aun así se permite dar lecciones a los demás, como a Amaya Martínez el otro día en el Parlamento Vasco como digo, y a reprocharle cómo actúa y a criticarla por su ideología, cuando él mismo representa un ejemplo superlativo de superchería, impostación y falsedad política.

 

Imanol Pradales Gil, ¿por qué no quieres ser español, si eso es lo que ha sido tu familia y tus antepasados desde que hay registros civiles, desde que hay documentación notarial, desde que hay registros parroquiales por lo menos? ¿Qué te ha hecho España, qué te ha hecho tu pueblo de la Ribera de Duero burgalesa, qué te hicieron tus antepasados castellano-viejos para que ahora digas que te sientes únicamente vasco? ¿A quién quieres engañar portándote así?

 

Hay un político mexicano, llamado Eduardo Verástegui, que se encuentra en una línea ideológica muy próxima a la que tanto criticó Imanol Pradales Gil en Amaya Martínez, la única representante de Vox en el Parlamento vasco. Este Eduardo Verástegui está en contra de todo lo que hoy representa la izquierda mundial en cuanto a políticas de género, intervencionismo gubernamental en los modos de vida de la gente y desprecio de la libertad individual en beneficio de una moral de bajos vuelos que adocena a las personas y las somete y las anula, las aborrega y las masifica, con subvenciones, dirigismos, amonestaciones, impuestos, multas, reglamentaciones para todo y falsa moralidad igualadora. Eduardo Verástegui es hijo de José Jesús Verástegui Treviño, ya fallecido. Lo cual quiere decir que, por línea paterna al menos, es descendiente de vascos de toda la vida. Y sostiene una ideología completamente distinta a la de este lendacari que tenemos, oriundo de Burgos, Imanol Pradales Gil. ¿Qué es ser vasco para Imanol Pradales Gil? ¿Defender los valores de la izquierda y al mismo tiempo creerse un vasco, un basque, como decía en el último Aberri Eguna? ¿Porque habla eusquera batua aprendido en la ikastola o el euscaltegui? Ese es el modelo humano que nos quiere vender el PNV: que una persona olvide sus orígenes familiares, la historia de su propia familia, sus ancestros, la de su pueblo de procedencia y abrace la de acogida con tal de que odie todo lo que representa su propia familia, con tal de que reivindique una única patria, como decía Aitor Esteban Bravo (otro que tal baila) en el Aberri Eguna, la patria vasca. ¿Pero qué broma es esta? ¿Es que se piensan que la nueva inmigración, la magrebí, la del Este de Europa, la de Hispanoamérica, se va a convertir al nacionalismo vasco renegando de sus antepasados, diciendo que su única patria es Euskadi mientras celebra el Ramadán, por ejemplo?

 

Leo en redes sociales, en comentarios de periódicos digitales a artículos míos, que no entienden que yo haya despotricado antes contra el nacionalismo porque era racista o porque pusiera en sus primeros puestos solo a personas con apellidos eusquéricos, y que ahora, cuando resulta que las personas que dirigen el principal partido nacionalista no tienen esos apellidos eusquéricos, me comporte con ellos como el más furibundo de los nacionalistas xenófobos, en contra de esos apellidos españoles de Pradales y Esteban. Que soy peor que Sabino Arana. En fin, esta es la manera de reflexionar de nuestros nacionalistas. Así se las piensan y en estas manos estamos. Estos son los que han hundido el País Vasco y no acabarán hasta convertir este país en un erial: Euskal Erial.

 

El artículo del Euskal Erial tiene incluso un apartado dedicado a los apellidos, como hacemos en esta serie de El balle del ziruelo. Lo han titulado “Como en toda España, en el País Vasco predominan entre la población los apellidos de tipo «español-genérico»”. Que le echen un vistazo a esta serie, donde venimos ya durante varios años hablando precisamente de eso.

 

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