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Winston Galt
Jueves, 30 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

¿Qué es la izquierda?

[Img #29132]Hace poco se flagelaba una periodista biempensante, de la supuesta derecha, por no reconocer a esta izquierda como tal; decía que la izquierda había perdido la moralidad.

 

Esta periodista había asimilado tanto la narrativa socialdemócrata que piensa que la izquierda es lo que no es: democrática, civilizada, preocupada por la prosperidad de los demás, obsesionada con sacar de la pobreza a los "desfavorecidos".

 

La derecha ha asumido el marco mental de la izquierda en todos los aspectos de la vida: desde la organización social a la libertad individual, desde la comprensión de la economía (keynesianismo) a la moralidad. Y asumir el marco ideológico de la izquierda es ser vencido sin luchar, porque la izquierda no es nada de todo eso que nos cuentan. La verdadera cara de la izquierda es justo la contraria de lo que intentan hacernos creer.

 

La izquierda no busca sacar de la pobreza a los pobres, pues vive de la pobreza, como tantas veces se ha explicado y casi nadie ha llegado a entender en toda su dimensión. Si realmente la derecha entendiera esto estaría todo el día machacando el mensaje de que la izquierda, precisamente, lo que busca es no sacar a los pobres de la pobreza porque, cuando salen, dejan de votarlos. Esto lo han reconocido expresamente todos los líderes socialistas de Hispanoamérica en los últimos años y se pueden consultar los vídeos en que lo dicen sin tapujos. Pero la derecha es demasiado estúpida para explotar un argumento tan evidente.

 

La izquierda, que defiende lo público por encima de todo (otro mantra que ha asumido la derecha) no lo hace por altruismo, pues el altruismo es la coartada de la izquierda para parecer humanista, pero en realidad defiende lo público porque "vive" de lo público. Sin lo público, la izquierda no puede existir, porque no se puede financiar. Tampoco lo comprende la derecha, que sigue financiando partidos, sindicatos y ONGs de izquierda como si no hubiera un mañana, esto es, les da las armas a quienes la apuñalan.

 

Recordemos el titular de este periódico cuando me entrevistó con motivo de la publicación de Utopyc: sin dinero los malvados no son nada. Y así es, pero la derecha cobardea no vaya a ser que los sindicatos le monten unos folloncitos en la calle. Como si no hubiera antidisturbios y como si no pasaran rápidamente las huelgas. Que miren a Thatcher. Lo que le hicieron a ella sí fue una huelga seria, no esas performances que hacen aquí de media tarde los sindicatos comegambas.

 

La izquierda presume de demócrata, pero no lo es. Jamás lo ha sido. Su mensaje es profundamente antidemocrático, a pesar de su verborrea sobre el pueblo, pues sólo respeta la democracia cuando gana. Cuando pierde, intenta destrozarla. Y cuando llega al poder no respeta sus reglas, como está pasando desde hace años con Zapatero y Hugo Sánchez. La derecha confunde la izquierda actual con algunos líderes socialdemócratas de hace cincuenta años que, horrorizados ante la masacre de la II Guerra Mundial, que había provocado la izquierda (fascismo y nazismo y comunismo, todas variantes del socialismo), pretendieron defender una democracia más o menos aseada pero, en el fondo, sin renunciar tampoco a sus principios, como demostraron la creación de los estados de bienestar que, en el fondo, no son sino la punta de lanza del totalitarismo. Pero esto tampoco lo comprende la derecha, que se ha apuntado al carro de subsidiar todo lo que se mueve y así nos va.

 

La izquierda no cree en la división de poderes porque sólo quiere un poder, el suyo. Por eso invade todas las instituciones en cuanto alcanza el gobierno, con el objetivo de no perder el poder, único norte de su forma de gobernar. Ahora se avecina el Apocalipsis judicial si sale adelante la Ley Bolaños, el Garçon del pis de Sánchez, que sepultará la poca democracia que queda, la poca división de poderes que apenas respira de forma asistida y que supondrá, de facto, la eliminación moral de toda nueva ley y de toda futura actuación ante los tribunales. Si la instrucción de los casos depende de la fiscalía, dependerá directamente del Gobierno, ya sin disimulo alguno, y todo acabará en la absoluta impunidad de los malvados y corruptos y en la imputación de cualquier ciudadano que se salga de la senda señalada por el Ejecutivo para el ganado. Pero la derecha tampoco comprende el alcance demoledor de esta Ley y apenas hablan de ella en los foros adecuados, ni moviliza a la sociedad contra la tapa de cierre del frasco del totalitarismo que supondría la aprobación de esa maldita ley.

 

La izquierda no respeta a las personas. Si las respetara, lo primero que haría sería no meterse en sus vidas y dejarlas vivir libremente. Además, les quita todo lo que tienen y la parte que respeta se la deja sólo en usufructo. No respetar la propiedad privada de las personas es vulnerar sus derechos fundamentales, y condicionarla a los intereses generales no es sino una forma sofisticada de sometimiento, como bien sabía Hitler, quien decía lo mismo que todos los socialistas de todo el mundo y en todo momento: los intereses individuales han de supeditarse al bien general, lo que significa que los líderes socialistas definirán lo que es el interés general en cada momento. Pero la derecha tampoco comprende el alcance de tamaña atrocidad.

 

La izquierda abusa, siempre y en todo caso, del poder que ostenta. Es su naturaleza, pues considera que todo ha se someterse al bien mayor del bienestar socialista, ese bienestar que siempre se circunscribe a los mandamases socialistas y que va abandonando, progresivamente, al resto de la sociedad, hasta conducirla a la ruina. Los ejemplos son evidentes y están a la vista, pero la derecha tampoco los ve.

 

La izquierda no respeta la naturaleza humana, pretende moldearla y modificarla a su antojo para convertir a las personas en esos zombis que vemos en las manifestaciones. Al resto, nos pretende imponer una forma de ser, de estar, de comportarnos, contrarios a nuestros deseos y anhelos, pero no les importa someter a la gente a tamaña violencia, porque ésta, la violencia, si es su verdadera naturaleza.

 

La izquierda no desea una educación seria de los ciudadanos, puesto que las personas que se educan raramente asienten como autómatas o muñecos a los mensajes, por necesidad simples y esquemáticos, del socialismo. Dicen muchos que el socialismo es la mayor estafa intelectual de la historia, pero casi todos los que lo dicen fueron socialistas alguna vez, aunque descubrieron la verdad, no se sabe muy bien cómo, porque es muy difícil salir de las sectas. Otros que nunca compartieron ese mensaje sencillo para mentes simples que es el socialismo simplemente han dicho que es una estupidez. Y es cierto. Pero para generaciones de jóvenes educados en las escuelas socialistas, esto no es una evidencia, puesto que quien no comprende no puede cuestionar el credo. Como todo en el socialismo es falsedad, se ha pasado de generaciones en las cuales apenas unos pocos estudiaban a generaciones en las que todo el mundo estudia, pero a unos niveles ínfimos. Es la igualación del socialismo: por abajo en educación, por abajo en economía, y la gente acaba estúpida y pobre. La educación, de la cual los clásicos pensaron y supieron que era un ascensor social, hoy, de la mano de los gobiernos socialistas y de los gobiernos cobardes que no han sido capaces de implementar planes de estudios serios, ha pasado a ser una garantía de estancamiento social, porque el mercado, el poco mercado que queda, no valora unos títulos expendidos como en una tómbola, sin valor meritocrático alguno. La consecuencia es terrible y muy evidente, basta ver alguna entrevista a un manifestante de izquierdas recientemente para comprobar que no son capaces de articular ni un argumento básico, por torpe o falso que sea. Ésa es la educación socialista.

 

La izquierda vulnera todo sentido de la moralidad de la sociedad, defendiendo desde la pederastia a la criminalidad que le interesa por razones políticas. Critica la moralidad cristiana mientras oculta y defiende las violencias y las manifestaciones del islam, que pretende imponer a toda costa para destruir nuestras sociedades. Quien lo vea en la derecha se quedará, al final, con un montón de votos. Allá quienes no lo vean.

 

La izquierda es violenta, porque desde su credo político y seminal, el Manifiesto Comunista, ésta se ha convertido en un medio apto para alcanzar el poder. Los casos que hemos visto en los últimos años, desde los escraches de la izquierda a periodistas y políticos de derechas hasta los acontecimientos recientes en la Vuelta Ciclista, demuestra esa afirmación y son sólo unos pocos ejemplos. Que la izquierda ama, adora y admira la violencia no es nada nuevo. Casi todo el terrorismo del siglo XX en Europa ha sido de izquierdas, y aquellos grupos terroristas que se calificaban de derechas eran realmente de izquierdas, como los grupos fascistas italianos. En España tenemos los ejemplos perfectos en los lazos del PSOE con todos los grupos terroristas del orbe: comenzó por encamarse con ETA y ahora lo hace con todos los demás, especialmente con Hamás. Lo que hemos visto en la Vuelta Ciclista no ha sido casual, sino un ensayo para lo que se avecina: dos años, hasta las siguientes generales, de violencia cada vez más lacerante hasta descomponer la sociedad, amparada por la propaganda política del régimen, con todas las televisiones a su servicio, pues les conviene una sociedad tensa, lo que hemos llamado en otro momento una guerra civil fría. Lo vivido en la Vuelta Ciclista (con ex terroristas dirigiendo el cotarro) es el avance o la prueba de lo que está por venir. Incendiarán calles, protestarán contra la justicia, se inventarán motivos, y lo harán para infundir terror y atenazar a la derecha hasta culminarlo en un eventual pucherazo electoral, como hicieron en febrero del 36. Esta situación se vive desde Zapatero, pero la derecha tampoco ha  comprendido en qué mundo vive y ahora comienza a abrir la boca de estupor ante las maniobras de Sánchez. Más vale tarde que nunca comprender que ésta no es una legislatura normal, sino la culminación de un proceso de golpe de Estado (iniciado el 11-3-2004) que nos separa de la democracia (con todos sus defectos) para meternos de lleno en la dictadura del socialismo del siglo XXI. Si fueran más perspicaces deberían pedir observadores internacionales para el voto por correo y para controlar Indra. Jiménez Losantos decía hace poco que Sánchez va preparando su 11M y está en lo cierto, pero nadie parece asustarse en la derecha por esta perspectiva y los volverán a pillar con los pantalones bajados. No nos merecemos unos políticos tan inútiles. ¿O tal vez sí?

 

La izquierda es corrupta, no por casualidad, sino por naturaleza. Como hemos dicho, no son nada sin dinero público, y consideran de su propiedad ese dinero público, lo que demuestra el poco respeto y consideración que les merecemos los que lo pagamos con nuestro esfuerzo. La corrupción se legitima como un medio de acceder a una riqueza que sería, de lo contrario, de la derecha. Para la izquierda la corrupción es, como la violencia, un medio legítimo para conseguir los medios y el poder para mantenerse en el poder. Pero la derecha tampoco comprende esto, viviendo en la ensoñación de una alternancia electoral ilusoria.

 

La izquierda busca la destrucción social, como demuestra todo lo dicho más arriba y, en este momento, especialmente la política de facto de puertas abiertas a la inmigración musulmana en toda Europa. Starmer es el ejemplo más claro de envilecido dirigente traidor a su país, pero Sánchez es un clon. En general, todos los líderes europeos, incluidos los de la "derecha" socialdemócrata son igualmente traidores y están colaborando activa y conscientemente en la destrucción de Europa bajo eslóganes como la falsa emergencia climática y la necesidad de acoger inmigrantes de todo tipo que nada aportan, pero que ellos venden como "los que nos pagarán las pensiones", cuando lo cierto es que los que vienen no saben hacer la o con un canuto y nunca aprenderán, y consumen muchos más recursos de los que son capaces de producir. La destrucción de la Europa próspera es esencial para la clase política que desmantela la agricultura, la ganadería y la industria europeas, que ciega la posibilidad al desarrollo tecnológico arrasándolo y apresándolo entre regulaciones disparatadas de todo tipo. Los dirigentes romanos ayudaron a destruir Roma y los dirigentes de la UE están colaborando para destruir Europa a una velocidad que jamás pude imaginar cuando escribí Frío Monstruo alertando de todo esto. Mi distopía se ha quedado corta, pues el monstruo es cruelmente amenazante mucho antes de lo que supuse.

 

La izquierda es desigualdad. Predican la igualdad, una igualdad que no consiste sino en quitarle al que produce para darle al que no produce, a ese pobre al que venden el mensaje diciéndole que no le faltará de nada bajo el socialismo hasta que le falta de todo y ya nada puede hacer, pues cuando despierta de lo que consideró un sueño se encuentra con una pesadilla de la que ya no sabe salir, condenado a vivir en un bucle de pobreza económica y miseria moral. No nos puede consolar que tendrá lo que se merece porque nos habrá arrastrado también a los demás. Lo que nadie comprende de la prédica de la igualdad, de ese monstruo ideológico e inmoral que es "la igualdad" (pues la igualdad es contraria a la naturaleza humana y a la riqueza y belleza de la vida) es que el socialismo te consigue la igualdad económica en la pobreza y te consigue la igualdad en la sumisión, pero no te cuenta que la más terrible y cruel desigualdad es la desigualdad de poder, que sólo ostentarán los cargos del partido, necesarios para mantener la estructura de poder socialista. Pero esto la derecha tampoco lo comprende y se sube al carro de la igualdad como el tonto del pueblo sigue a la banda municipal.

 

La izquierda es mentira, no sólo porque lo sea, sino porque la mentira, como la violencia y la corrupción, es un medio propio de actuación de la izquierda tan imbricado en su naturaleza que ya no saben distinguir la verdad de la mentira. La mentira en la izquierda funciona exactamente igual que en una secta, no existe, no se cuestiona, no se discute, no se ve porque si el partido, el gobierno o el líder dice que la luz del sol es oscura, es oscura. No cabe la crítica, ni el pensamiento racional. La izquierda no es racional, es fanatismo. Y no puede ser de otra manera porque entonces no existiría, no podría mantener sus evangelios y sus credos anti humanos ni disparatados. La derecha no comprende que la mente de la izquierda no funciona igual que la de los demás. Y este error es demoledor, porque al no comprender al enemigo no se le puede vencer. Por eso Sánchez resiste, porque no le importa no gobernar, no le importa no tener presupuestos o dar a cada delincuente de los que lo sostienen lo que le pidan, cuando no hay principios ni valores todo se puede defender, incluso defender lo contrario mañana. Eso es irrelevante mientras permanezcan en el poder. A un individuo de izquierdas no le importan las consecuencias de sus políticas, sino mantener la ficción de que son las adecuadas. Y a su ganado le parece estupendo y lo que nosotros consideramos demencial en realidad es lo más lógico del mundo: el sectario siempre defiende a la secta.

 

Para la izquierda, el mundo debe ser como aquella comunidad de gigantes que creó Gog, en la cual cada uno perdía el sentido de su estatura y de su diversidad, convertidos en fantasmas solitarios de sí mismos, salvo los que huían. Como dice Papini al final de esta escena, "mi colección se había liquidado. Es el destino de todas las colecciones de seres vivos". Eso es lo que quiere el socialismo: convertirnos en una colección manejable de seres que no estaremos tan vivos, salvo que se llame estar vivo a respirar con permiso del  Gobierno.

 

Pero la derecha se niega a comprender. Por no comprender cómo funciona la izquierda, todo el mundo, incluida "la derecha", dice que Pedro Hugo Sánchez es una anomalía, pero no lo es. Es el ejemplo perfecto de líder socialista, aparentemente demócrata y profundamente totalitario; por algo es el líder de la Internacional Socialista. 

 

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